PLACER DE LUJO
En Argentina, prácticamente no se producen juguetes sexuales. La mayoría son importados, excepto por preservativos y geles íntimos. No obstante, hay una excepción: Proviplast, una empresa familiar de más de 40 años, fabrica la mayor parte de los vibradores para adultos que se usan en el país. En cambio, en otras partes del mundo la industria ya protagoniza un boom total, y puede llegar a niveles impensados de sofisticación. Por caso, la empresa sueca Lelo, que se autoproclama la marca líder en productos eróticos de alta calidad, tiene headquarters en Estocolmo y oficinas en Melbourne, Shanghai y San José (Estados Unidos); sus productos se comercializan en más de 50 mercados y obtuvo los premios más importantes del sector, incluyendo también un León de Oro en Cannes en la categoría Diseño de Producto –convirtiéndose en el primer juguete sexual de la historia en lograr este reconocimiento–. Pero, además, se puede jactar de vender el objeto de placer más exclusivo y caro del mundo: el masajeador Inez (foto), una pieza de artesanía hecha por encargo bañada en oro de 24 quilates, cuesta US$ 15.000.