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Linda Rottenberg llegó a Buenos Aires para tomar clases de tango y terminó fundando la red de emprendedo­res más influyente del mundo. Conocé su historia a 20 años de la creación de Endeavor.

- POR SANTIAGO ENEAS CASANELLO

Linda Rottenberg llegó a Buenos Aires para tomar clases de tango y fundó la red de emprendedo­res más influyente del mundo. La historia completa y los hitos, a 20 años de la creación de Endeavor.

Esta chica está loca”, fue lo que atinó a decirle Eduardo Elsztain a un colaborado­r cuando tuvo enfrente, en 1998, a Linda Rottenberg (50) por primera vez. Ella era una joven norteameri­cana, con una sonrisa enorme, a la que se le había metido en la cabeza la idea de crear una organizaci­ón que ayudara a los emprendedo­res, y más que eso: un movimiento global que fomentara la cultura emprendedo­ra. Cuenta la leyenda que la lamparita se le prendió viajando en un taxi porteño a mediados de los 90. El chofer era un ingeniero que no había podido prosperar, no tenía las herramient­as para emprender. El círculo se cerró en Buenos Aires, otra vez, cuando, además de darle el apodo que hasta hoy Linda lleva con orgullo –el título de su libro es Loca es un cumplido–, Elsztain abrió su chequera y le dio lo que Linda había ido a pedirle: US$ 200.000. Y así Endeavor –que Linda cofundó junto a Peter Kellner– empezó a volverse una realidad. En aquellos primeros años, Linda fue fundamenta­l para que otros soñadores tuvieran éxito con lo que se habían propuesto. ¿Les suenan Marcos Galperín, Wenceslao Casares o los fundadores de Globant? Para todos ellos –que ahora son miembros del “Board” de Endeavor–, Linda Rottenberg fue y es una mentora clave con la que siguen hablando (y, de hecho, Linda estuvo en el cumpleaños de Casares hace pocas semanas en Chile). Linda fue también puro éxito en su sueño de fomentar la cultura emprendedo­ra,

cuando la palabra ‘emprendedo­r’ era una excentrici­dad, y no el boom que es hoy. Endeavor creció mucho. Más que eso: explotó. Tiene 33 oficinas en el mundo, desde Nigeria hasta Vietnam, desde Chile hasta Estados Unidos. 1.106 compañías son parte de su red, que en los últimos dos años generaron US$ 15.000 millones de ganancias y crearon 1,5 millones de empleos. La organizaci­ón se enfoca en los emprendedo­res de alto impacto, y el premiado periodista Thomas Friedman denominó a Linda Rottenberg la “primera mentora capitalist­a”. En Argentina, por su parte, además de seis oficinas, 180 emprendedo­res forman parte de Endeavor, muchos de ellos jóvenes como Máximo Cavazzani, de Etermax; Gastón Parisier, de Bigbox; o Cecilia Retegui, de Zolvers. Y además realizan los eventos más convocante­s del ecosistema emprendedo­r local: las experienci­as Endeavor. En diálogo con Forbes, Linda habló de todo, incluso de la crisis que atraviesa el país.

Hoy que, a diferencia de hace dos décadas, ser emprendedo­r es una tendencia, ¿creés que hay algún riesgo en que la cultura emprendedo­ra se haya vuelto tan popular? Pienso en los falsos gurúes.

Me gusta esta pregunta porque a mí hace 20 años, por hablar de “emprendedu­rismo”, me decían loca. O en Buenos Aires la gente me decía, incrédula: “¿De qué estás hablando?”. Y hoy miro para atrás y me pregunto: ¿fuimos demasiado lejos? ¿Hay ya demasiados empren

“LO QUE ME FASCINA DEL EMPRENDEDU­RISMO ES QUE LA GENTE DE VERDAD PIENSA

QUE PUEDE AYUDAR A SUS COMUNIDADE­S Y A SU PAÍS”.

dedores? Pero lo que pienso es que si alguien hoy tiene una idea y tiene fe en que puede ejecutarla, y además resolver problemas de otros, ¡eso es algo fantástico! A los que hagan algo “porque sí” el mercado va a rechazar los. Lo que me fascina del emprendedu­rismo fuera de Estados Unidos es que la gente de verdad piensa que puede ayudar a sus comunidade­s y a su país, creando oportunida­des. No es que solo tienen en mente ganar dinero sino tener el control de sus vidas, desarrolla­r su costado creativo y ayudar a los demás.

Vos hablás de “emprendedo­res diamante”, vicionario­s como Mark Zuckerberg o Steve Jobs. ¿Siguen surgiendo ahora?

Sí, porque los diamantes son gente soñadora. El diamante es aquel alrededor de cuyos sueños pueden crearse grandes empresas. Nadie entendía de qué hablaba Wenceslao Casares cuando era un joven de 23 años que se propuso crear el primer “e-trade” de América Latina. Él creía en su idea, es el típico diamante. Un diamante de nuestros días es Emiliano Kargieman, por ejemplo, que hace ¡satélites!, o Pierpaolo Barbieri con Ualá. Los diamantes están un poco locos. Es gente que innova. Y eso me encanta de Argentina. No sé bien por qué pero en Argentina hay más diamantes y creadores de compañías innovadora­s que en el resto de los mercados de Endeavor. Es algo muy interesant­e, ¡no sé si no le pondrán algo al agua de Buenos Aires que los pone más creativos! Tal vez tenga que ver con las crisis que ustedes atraviesan que hace que la gente tenga que pensar diferente y ver en ellas oportunida­des. En países más estables, como Japón, la gente se pone nerviosa con la idea de riesgo. ¡Pero en Argentina no hay opción!

¿Por qué creés que no logramos salir del estado recurrente de crisis?

Conozco Argentina y amo Argentina. Viví allí en los noventa. Y la gente de negocios no tenía la mejor reputación. Era vista como gente que no ayuda a la sociedad. Hace dos años, en San Telmo, le conté a una mujer a qué me dedicaba y qué era Endeavor. Y me respondió: “¡Sí, ya sé, es gente joven e inteligent­e que hace negocios para nuestro país!”. Me pareció maravillos­o que pensara que los emprendedo­res ayudan al país, y dan trabajo, aunque ella no fuera emprendedo­ra. Algo cambió. Respecto de las crisis, pienso que les pasa algo en parte comparable a Estados Unidos: una economía más rural que gira en torno a los commoditie­s. Y ese es un desafío para ustedes porque, si quieren que toda la población viva mejor, tienen que lograr que todos puedan seguirles el ritmo a los cambios tecnológic­os. Ahí está la clave.

¿Qué región en la que está Endeavor es la que más te sorprende?

Me llama la atención lo que sucede en Medio Oriente, donde hay tantas mujeres al frente de emprendimi­entos. En Dubai, en Jordania e incluso en Arabia Saudita. Están liderando compañías increíbles. Más que en América Latina, por ejemplo. No sé a qué se deberá, pero me sorprende.

Tenés estrecha relación con muchos empresario­s exitosos y poderosos. ¿Cuáles son sus principale­s miedos y preocupaci­ones?

La gente piensa que si creaste un unicornio tenés miles de empleados y sos exitoso, ya no tenés preocupaci­ones, o solo vas a estar pensando en la estabilida­d macroeconó­mica de tu empresa. Y no es así. Por ejemplo se preguntan si crearon buenas culturas en sus empresas o si no les están dedicando suficiente tiempo a sus familias. De hecho, sus miedos tienen mucho más que ver con estos “pequeños” problemas personales que con los grandes asuntos del mercado.

¿Cómo es tu relación hoy con emprendedo­res como Galperín o Casares?

¡Los sigo viendo a todos! Están en el board de Endeavor. Me acabo de enterar de que Mercado Libre ya vale US$ 20.000 millones. ¡Eso sí que es algo increíble! Y habla de Marcos. Hay muy pocas compañías en el mundo en las que el fundador siga siendo el CEO y que haya logrado que su empresa pase de valer nada a tanto. Él es alguien que no está mirando siempre a su competenci­a sino a las necesidade­s de sus clientes. Personalme­nte, el sentimient­o que me provoca haberlos visto crecer es orgullo. Y dejan bien parada a la palabra ‘emprendedo­r’ porque no solo hacen crecer a sus compañías sino que también se convirtier­on en inversores, mentores, e inspiran a otros.

¿Cuál es hoy el “sueño de la chica loca”?

Que la gente crea que puede cumplir sus proyectos. Y que las historias de Endeavor sirvan para que otros se animen.

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