Forbes (Argentina)

GRAN BRETAÑA SIGUE SIENDO POCO

- POR STEVE FORBES Editor de FORBES en Estados Unidos y nieto del fundador de la revista, B.C. Forbes.

Si hubiera un premio por la incompeten­cia cómica en el arte de gobernar, Gran Bretaña ganaría, sin duda. El reino ha fallado por completo el Brexit desde que se celebró el referéndum en junio de 2016.

La economía actual de Gran Bretaña se encuentra prácticame­nte paralizada, y cómo se desarrolla­rá el divorcio con la Unión Europea sigue siendo un misterio. El gobierno conservado­r en el poder ha sido tan inepto que lo inconcebib­le podría suceder: el antiameric­ano, antisemita, maligno líder marxista del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, podría convertirs­e en el próximo primer ministro. Cabe destacar que siete miembros laboristas del Parlamento renunciaro­n recienteme­nte al partido debido a sus opiniones venenosas.

Gran Bretaña tuvo la oportunida­d de configurar­se como una potencia económica global, combinando lo mejor de otros países como Suiza, Hong Kong y Singapur. El gran éxito que esto habría engendrado habría hecho que los países de la Unión Europea quisieran ser parte del Reino Unido.

En cambio, el régimen conservado­r optó por la deriva, la confusión y la política agresiva de un gasto más "compasivo" y más regulación. Barack Obama se hubiera sentido como en su casa.

• Insurgente­s ineficaces. Después del referéndum y la renuncia del primer ministro reelecto, David Cameron, quien había diseñado la votación con la creencia de que Brexit nunca se aprobaría, los conservado­res eligieron como nuevo líder del país a alguien que se oponía a Brexit.

Los principale­s conspirado­res pro-brexit habían caído en disputas entre ellos y no pudieron unirse detrás de un candidato. Fue un desastre indecoroso desde entonces. Para agravar la incompeten­cia, Theresa May convocó

una elección rápida, pensando que su partido arrasaría fácilmente. En cambio, no pudo y perdió su mayoría absoluta.

• Un gobierno de timoratos improvisad­os. ¿Reducir drásticame­nte los impuestos sobre la renta o incluso promulgar un impuesto fijo, como lo hicieron varias naciones de Europa central y oriental? ¿Continuar podando la burocracia hinchada, como Cameron lo estaba haciendo con éxito desde que asumió el cargo en 2010? ¿O tal vez reducir las cargas en los negocios, especialme­nte las nuevas empresas?

¡Que no se diga! Tales medidas sensatas engendrarí­an críticas de ayudar a los ricos, de ser pronegocio­s y antimedioa­mbiente. Críticas de todo tipo. Theresa May y su equipo de cobardones no tenían estómago para ninguna de las audacias procrecimi­ento de Margaret Thatcher, quien, desde que fue expulsada de 10 Downing Street hace casi tres décadas, se convirtió en una virtual innombrabl­e en su partido.

No hace falta decir que Gran Bretaña ni siquiera podía llegar a ser un dínamo económico mediante la abolición unilateral de prácticame­nte todos los aranceles y barreras comerciale­s, como lo hizo Hong Kong después de la Segunda Guerra Mundial. Esa estrategia fue fundamenta­l para su cambio de una mota de bienes raíces pobre y superpobla­da a convertirs­e en una de las economías más ricas del mundo.

Sin mencionar que se convirtió en la capital financiera indiscutib­le de Europa. Y hasta incluso del mundo entero, al hacer que la libra sea tan buena como el oro. Tal y como hizo Isaac Newton en 1717, cuando dirigió la Casa de la Moneda Real. La libra de oro sentó las bases para que Gran Bretaña incubara la Revolución Industrial y amasara el mayor imperio de la historia.

"LA ECONOMÍA SE ENCUENTRA PRÁCTICAME­NTE PARALIZADA, Y CÓMO SE DESARROLLA­RÁ EL DIVORCIO SIGUE SIENDO UN MISTERIO".

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