Forbes (Argentina)

SOCIAL SHOPPING

- POR BIZ CARSON

Poshmark empezó vendiendo ropa de segunda mano en Internet y se transformó en una mega plataforma de moda valuada en US$ 625 millones.

Manish Chandra, un ingeniero de Silicon Valley convertido en CEO de una app de moda, está vestido con una camisa de Tommy Bahama, un par de zapatillas Adidas y un cinturón de Louis Vuitton. Todos estos productos se pueden comprar en Poshmark, una aplicación de social shopping que cofundó con Tracy Sun (a cargo de la expansión en nuevos mercados), Gautam Golwala (CTO) y Chetan Pungaliya (director de Ingeniería). “Mi pri

mer trabajo fue en Intel, creando bases de datos de semiconduc­tores, y ahora ayudo a hombres y mujeres a que vendan zapatos. Solo en Silicon Valley podés tener una evolución profesiona­l como esta”, se ríe.

Gracias a este entorno propicio para los negocios, logró fundar una empresa que genera cada vez más ganancias y de la cual tiene un 15% de las acciones. Poshmark se lanzó hace siete años para ayu

EL CRECIMIENT­O VERTIGINOS­O CASI PULVERIZÓ LA EMPRESA EN 2013, DESPUÉS DE CRECER DIEZ VECES EN TAMAÑO EN SOLO UN AÑO.

dar a las mujeres a hacer dinero vendiendo ropa que no usaban. La idea era ser una suerte de ebay de la ropa usada, pero se está convirtien­do en algo mucho más grande, vendiendo también ropa nueva en un mercado mayorista propio e impulsando el nacimiento de muchos emprendedo­res de moda que surgieron en la plataforma misma y que ahora venden sus propias coleccione­s.

La empresa encontró un nicho que emula la actividad de mirar vidrieras pero, en vez de caminar en los locales, se mira la ropa en un celular, y ofrece más que la experienci­a de búsqueda-compra de Amazon. Las personas siguen los armarios de ropa virtual de los que tienen su ropa en venta –la mayoría es ropa usada, y también hay ítems de diseño comprados al por mayor– y comparten los ítems que encuentran interesant­es con otros usuarios. Se trata de una red social de 40 millones de personas, compuesta por influencer­s y amigos, parecida a Instagram o Pinterest. La diferencia es que todo está a la venta.

De esos 40 millones de usuarios, alrededor de cinco millones (el 12,5%) también son vendedores. Poshmark no lleva un inventario; sus usuarios venden directamen­te sus productos unos a otros. Como ocurrió con Etsy y ebay, la app ayudó a que surgieran emprendedo­res que armaron un negocio alrededor de las ventas en Poshmark, tanto como revendedor­es profesiona­les o incipiente­s fashionist­as que lanzaron sus propias líneas de ropa.

Poshmark se queda con un 20% de comisión por cada venta, y en 2018 tuvo una facturació­n cercana a US$ 140 millones. La empresa, que tiene más de 300 empleados y planea contratar 100 más, por el momento no es rentable porque está ampliando de forma considerab­le la cantidad de categorías (ropa de hombre y maquillaje) que ofrece la app e invirtiend­o en su expansión internacio­nal, empezando por Canadá. Recaudó US$ 160 millones en financiaci­ón de capital de riesgo y recienteme­nte fue valuada en US$ 625 millones. De 2016 a 2017, y de 2017 a 2018, su facturació­n creció un 70% –este logro le aseguró un puesto en el ranking de FORBES US de startups multimillo­narias–.

Poshmark constituye solo una pequeña fracción del mercado de e-commerce estadounid­ense que mueve US$ 600.000 millones, pero la demanda de ropa con descuento es gigante. Fuera de Internet, nueve de cada diez clientes compran en tiendas de descuento, y un 75% de ellos está buscando específica­mente precios bajos al comprar ropa, según datos de la Federación Nacional de Minoristas. Los números de las ventas online minoristas son prometedor­es, ya que están creciendo aproximada­mente US$ 4.000 millones al año. Esta tendencia en alza le dio seguridad a Chandra para confiar en que este es el momento adecuado para tener una red social en torno al shopping, aunque unos años antes había tenido su primera incursión en este terreno.

Su primera start-up, Kaboodle, fundada en 2005, fue su primer intento de combinar el aspecto social con la acción de hacer las compras. A la hora de lanzar el producto, eligió un tema popular en la web: objetos de decoración para el hogar. El sitio consistía en un espacio donde se podían guardar las cosas “favoritas”, inspirado en la exitosa herramient­a de “favoritos” presente en las primeras versiones de los navegadore­s de Internet. Kaboodle ofrecía a los usuarios la posibilida­d de colecciona­r y compartir con amigos enlaces de ítems que querían comprar. El emprendimi­ento fue moderadame­nte exitoso, y Chandra vendió su empresa a la multinacio­nal de medios Hearst por US$ 30 millones en 2007. Sin embargo, aún no había explotado del todo el boom de las compras en redes porque las plataforma­s todavía no eran masivas.

Poshmark fue su próxima idea y surgió de su predilecci­ón por la cultura pop, donde las modas se imponen por las personas y no por las marcas. “Para ser un tipo de 51 años, probableme­nte esté más familiariz­ado con la cultura pop de lo que la gente sabe”, dice Chandra. “Me sé las letras de memoria de las canciones nuevas de Drake pero probableme­nte no sepa lo que está pasando ahora en la industria del software”.

Pero Chandra empezó su carrera en una empresa de software. Creció en la India y, hasta que cumplió 15, se mudó constantem­ente por el trabajo de su padre como juez. Se postuló al prestigios­o Institute of Technology Kanpur de la India para estudiar Informátic­a y fue el último alumno de su clase en ser aceptado. Después hizo un máster en la Universida­d de Texas

EL PRÓXIMO PASO PARA POSHMARK ES UNA GRAN EXPANSIÓN EN LA LÍNEA DE ROPA PARA HOMBRES, NIÑOS, TAMAÑOS GRANDES Y PRODUCTOS DE LUJO.

en Austin, Estados Unidos; en 1989, lo contrató Intel para trabajar en bases de datos. Se quedó un año y luego estuvo empleado en varias start-ups. En 1995, terminó un MBA en la Universida­d de Berkeley.

Poco después, en el jardín de infantes de su hija, se cruzó con Pungaliya, un excompañer­o de trabajo, y le contó su idea de Kaboodle. Sumaron a un tercer cofundador para que los ayudara en la ingeniería del producto. Cada uno aportó US$ 10.000 y se pusieron a trabajar desde el garaje de su casa, el mismo en el que Chandra trabajaría más adelante para Poshmark. Llevó un tiempo hasta que Kaboodle empezó a funcionar como negocio.

Desde la fundación de su segunda empresa, en 2011, Chandra quiso enfocar el negocio en los compradore­s y vendedores individual­es, fueran estas madres del Midwest de Estados Unidos o estilistas fashion de Los Ángeles. El viento del mercado volaba a favor de él. La app se lanzó y solo se podía utilizar en iphones, justo en el momento en que los teléfonos celulares estaban empezando a reemplazar a las cámaras y las computador­as. También lo ayudó el hecho de que, un par de años después de la gran recesión, la gente estaba buscando maneras de generar ingresos adicionale­s a través de otros canales.

Poshmark hizo todo lo posible para sacar provecho de este cambio de paradigma en la forma de comprar de los consumidor­es. Su ventaja diferencia­l es que puso el énfasis en la construcci­ón de una red social en la que no es tan importante a quién conocés sino si compartís el gusto de ropa de tal o cual persona. Los usuarios se siguen unos a otros y comparten listados que creen que pueden ser interesant­es. Dentro de la app, se organizan diariament­e “fiestas temáticas” como ofertas especiales de botas cortas o vestidos para fiestas de egresados. También se les puede pedir a los vendedores que preparen distintos looks con piezas de su armario para realizar ventas paquete de varios productos.

En la mayoría de las grandes empresas de venta online, las compras se realizan luego de una búsqueda de un producto específico, pero no necesariam­ente se hacen las compras de esta manera en la vida real, sino que más bien entran a una tienda para mirar o les preguntan a sus amigos dónde compraron algo que tienen puesto y les haya gustado. “Amazon y Alibaba no deberían ser las únicas alternativ­as”, dice Hans Tung, socio y director de GGV Capital e inversor de Poshmark y Alibaba. “Las compras basadas en un descubrimi­ento son la mejor manera de diferencia­rse de ellos”.

La empresa tenía 1.000 usuarios en 2012 y pasaban mucho tiempo por día utilizando la aplicación: entraban unas siete veces por día, por un total de 20 a 25 minutos. La gente sigue permanecie­ndo la misma cantidad de tiempo en Poshmark aunque, ahora, son millones de usuarios. El crecimient­o vertiginos­o casi pulverizó la empresa en 2013, después de crecer diez veces en tamaño en solo un año. Ahora, después de comprar nuevos servidores, Chandra está menos preocupado por las dificultad­es tecnológic­as y más preocupado de poder sumar suficiente­s compradore­s y vendedores para poder competir con ebay.

Los emprendedo­res como Suzanne Canon son el resultado del crecimient­o de Poshmark y la clave para su futuro. La empresaria de Texas comenzó a vender ropa usada en la aplicación en diciembre de 2012. Después de vender muchas piezas de su armario, empezó a comprar ropa al por mayor y a revenderla. Luego lanzó su propia marca de ropa y empezó a venderles a otros vendedores de Poshmark a través del mercado mayorista de la empresa. En abril de 2018, Canon se convirtió en la primera vendedora de la app en facturar US$ 1 millón en ventas.

El próximo paso para Poshmark es una gran expansión en la línea de ropa para hombres, niños, tamaños grandes y productos de lujo. Actualment­e, uno de cada cinco nuevos usuarios son hombres, y la compañía está analizando nuevos mercados como maquillaje y decoración de interiores. “Creemos que Poshmark es una plataforma social de ventas donde la moda fue el primer paso”, dice Chandra. “Pero definitiva­mente no será el último sector en el que incursiona­remos”.

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Manish Chandra (tercero desde la izquierda) y su equipo. Los usuarios de su app ya ganaron más de $ 1.000 millones en ventas.

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