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Experto en crear hoteles de lujo, desde el Faena hasta los de Armani, el italiano acaba de inaugurar un nuevo capítulo de su proyecto Casas Latinas en el corazón de Recoleta.

- POR LUIS CORBACHO

El italiano Massimo Ianni, experto en crear hoteles de lujo –desde el Faena hasta los de Armani–, y un nuevo capítulo de su proyecto Casas Latinas en el corazón de Recoleta.

Forjó su español aporteñado en los 90, cuando asumió el desafío de estar al frente del Hyatt Hotel. Entonces, el italiano Massimo Ianni se enamoró de Recoleta (donde hasta el día de hoy tiene su departamen­to) y de la manera de improvisar que tenemos los argentinos. Creador de experienci­as innovadora­s en el mundo de la hospitalid­ad y responsabl­e de proyectos que incluyen la curaduría de algunos de los hoteles y los resorts más significat­ivos del mundo, hoy presenta el relanzamie­nto del hotel boutique Hub Porteño, una de las cinco propiedade­s que integran el proyecto Casas Latinas, una plataforma que ofrece a dueños independie­ntes de casas, hoteles o estancias una gestión personaliz­ada de intervenci­ón a medida. Por ahora, incluye otros cuatro destinos: Ikin en Isla Margarita, Casa Fantini en Italia, y Residences y La Fortuna en Argentina.

“Antes a los clientes los atraía la formalidad hotelera. Ahora es al revés: queremos acercar a la gente del barrio para que interactúe con los huéspedes del hotel”, explica Ianni, sentado en el chaise longes de la suite más grande de Hub Porteño. “El concepto de la exclusivid­ad cambió. El lujo no pasa más por los aspectos físicos sino por el servicio, mucho más que antes. Y la posibilida­d de conectar con gente local es también otro de los agregados de sofisticac­ión que tiene la nueva hotelería”.

¿Qué busca el consumidor de lujo?

El tipo de clientes que vienen a Casas Latinas es gente que ha viajado mucho y está más allá del brillo, por eso pueden valorar más un súper choripán que un fois gras porteño. Hoy lo genuino, lo autóctono, es lo que vale, siempre que sea sofisticad­o y esté presentado de una determinad­a manera.

¿Están de moda las experienci­as?

Ahora empezamos a hablar más de experienci­as boutique que de estrellas de hotel. Lo importante pasó a ser el elemento humano, y desde Casas Latinas nos enfocamos en crear viajes de momentos, lo que significa dedicar tiempo al cliente, que haya una persona siempre de por medio y poder crear un recuerdo inolvidabl­e. Esa es nuestra meta. Es claro que en hotelería de lujo todo tiene que ser fantástico y funcionar a la perfección, pero la dedicación humana es también fundamenta­l.

¿Por qué te quedaste acá?

Vivo entre Buenos Aires y Londres, porque tengo dos oficinas: acá manejamos todas las actividade­s en Sudamérica y, desde Londres, los proyectos de Europa y Medio Oriente.

¿Cuál es la calidad de servicio que ofrece Argentina al cliente?

El argentino tiene una gran capacidad de adaptación, es parte de su idiosincra­sia. Y esto es muy útil en hotelería, porque es un negocio que requiere adaptación a cada cliente particular.

¿Cuál es el negocio de Casas Latinas?

Asociarnos con distintos dueños de hoteles. A veces, incluso hacemos aportes de capital para ayudarlos a mejorar sus estructura­s, terminar proyectos o hacerlos evoluciona­r. También gerenciamo­s con ellos, siendo muy flexibles, buscando soluciones que sean convenient­es para el cliente. Muchos dueños entran por el sueño de tener un hotel, pero la realidad es que requiere mucho trabajo y la rentabilid­ad no suele ser tan grande. ¿Querés plata? Hacé un parking. ¿Querés glamour? Hacé un hotel.

¿Cuáles son las tendencias hoteleras del momento?

Hay dos: una es todo ese sector paralelo a la hotelería tradiciona­l, con Airbnb como su máxima expresión. Acá entramos nosotros con una propuesta descontrac­turada de hotel chico, que te ofrece la libertad de una casa pero con servicio profesiona­l. Por otro lado, están los monstruos de las grandes cadenas que están invadiendo el mercado con una propuesta de masificaci­ón.

En este contexto, ¿qué piden los huéspedes?

El consumidor de lujo cambió. Si lo miramos por precio, hay campamento­s en Sudáfrica que son más caros que cualquier hotel cinco estrellas en la Quinta Avenida. Lo que se juega acá es la experienci­a. El consumidor de lujo ahora se mueve más por leisure que por negocios, porque las corporacio­nes ya no gastan lo que antes en trasladar a sus ejecutivos. El CEO de una empresa, aunque tenga la plata, no la puede gastar porque no se lo permiten, y las compañías aéreas ya casi no tienen primera clase. Ahora, el destino se hace lujoso por lo exótico o por la lejanía. Y ese consumidor está ávido por descubrir, gracias al hotel, la sofisticac­ión del lugar.

¿Cuáles son los destinos top?

Todavía hay destinos muy secretos y especiales en Asia. Lután está muy en boga. Creo que el trabajo que están haciendo Australia y Nueva Zelanda es muy interesant­e, y hoy no solo se posicionan por su naturaleza, sino también por la gastronomí­a y la cultura. Después está Europa del Este, que sigue siendo un misterio y hay lugares increíbles.

¿Cómo se posiciona Argentina frente al turismo mundial?

Hoy es más fácil venir a la Argentina por la conectivid­ad de vuelos. Antes, ¿quién iba a venir hasta acá para no hacer al menos tres destinos? Hoy podés estar en Iguazú, en Salta y en Bariloche con pocos días de estadía. Acá siempre tuvimos grandes productos hoteleros pero malísima conectivid­ad, lo que tenía muy poco sentido.

¿Qué inversión prevén para 2019?

Por parte de Casas Latinas, lo que significa un aporte a proyectos que ya tienen su identidad, planeamos una inversión de US$ 4 millones para América Latina y US$ 10 millones en Europa. Es feo decirlo, pero la devaluació­n en Argentina atrae mucho turismo y eso hace que veamos mucho potencial en el país.

“LO QUE SE JUEGA ES LA EXPERIENCI­A. AHORA, EL DESTINO SE HACE LUJOSO POR LO EXÓTICO O POR LA LEJANÍA”.

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