Forbes (Argentina)

EL PENSAMIENT­O INSOLVENTE

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La completa bancarrota intelectua­l de la mayoría de los políticos modernos se puso claramente en evidencia cuando el jefe del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció de modo inesperado que la entidad emitiría una nueva ronda de préstamos baratos a los bancos en septiembre para ayudar a estimular las decaídas economías del continente.

A pesar de décadas de datos decepciona­ntes que demuestran que los bancos centrales no pueden regular el ritmo de la actividad económica en la forma en que un termostato hace la temperatur­a de una habitación, los líderes políticos y económicos aún persisten en perseguir esta fantasía. El costo en la prosperida­d perdida es inmenso. Si los bancos centrales y sus amos políticos persiguies­en el objetivo de las monedas estables, y si el dólar estadounid­ense se mantuviera fijo al oro, el bienestar material del mundo probableme­nte duplicaría lo que es hoy.

Los banqueros centrales y demasiados economista­s no pueden comprender esta verdad básica: el dinero no es riqueza. La impresión de un montón de billetes en dólares no genera riqueza en sí misma. Simplement­e significa que puede usar esos pedazos de papel para comprar un producto que otra persona creó. El vendedor acepta los pedazos de papel porque puede usarlos para comprar lo que quiera. El dinero no es un comprobant­e para algo específico, sino para cualquier cosa que esté a la venta. Le permite intercambi­ar su trabajo o bienes por otras cosas. En efecto, el dinero es un recibo por el valor de los bienes y servicios que producimos y que deseamos vender.

Por eso la falsificac­ión es ilegal. Si imprimís un billete de US$ 100 y lo usás para comprar algo, estás robando ese algo, porque ese Benjamin falso no fue el resultado de un bien que realmente se hizo. Cuando los gobiernos se dedican a imprimir dinero en exceso, el resultado es la inflación, que es un impuesto sigiloso e inútil.

Todo esto explica por qué la sabiduría de la política monetaria en estos días es mucho más perjudicia­l que la flatulenci­a de las vacas que preocupa a un creciente número de políticos alarmados. Los bancos centrales y los gobiernos no crean recursos. Ellos toman recursos del resto para sus propios fines. Es absurdo pensar que una nueva ronda de estímulos bancarios inútiles por parte del BCE llevará a Europa a un crecimient­o sostenible.

Veamos los antecedent­es. Lo que desencaden­ó el boom después de la Segunda Guerra Mundial en Europa, especialme­nte en Alemania y Japón, fue el dinero estable y los impuestos razonables. Por el contrario, Gran Bretaña se quedó rezagada, con una libra débil y tasas impositiva­s muy altas, hasta que llegó Margaret Thatcher. La FED intentó varias veces estimular la economía de Estados Unidos en 1970 al probar con "dinero suelto", y el resultado fue una generación de terrible inflación y estancamie­nto. A principios de 2000, presionado por el Departamen­to del Tesoro, nuestro banco central debilitó el dólar, lo que llevó a la debacle de 2008-2009. La FED inició una flexibiliz­ación cuantitati­va, quintuplic­ando su cartera con bonos del Tesoro y paquetes de hipotecas.

Aquí está el problema. Bajo QE, la Fed incautó casi US$ 4.000 millones en valores del sector privado. La combinació­n de esta incautació­n con las regulacion­es que hacían extremadam­ente costoso para los bancos otorgar préstamos a pequeñas y nuevas empresas distorsion­aba los mercados crediticio­s y sofocaba la economía. ¡Vaya estímulo!

Hay que enfrentar algunos mitos destructiv­os. • Las economías no se “recalienta­n”.

• Los controles de precios sobre el costo del préstamo de dinero no funcionan.

• La política monetaria no puede superar las barreras estructura­les no monetarias al progreso económico.

"CUANDO LOS GOBIERNOS IMPRIMEN DINERO EN EXCESO, EL RESULTADO ES LA INFLACIÓN, UN IMPUESTO SIGILOSO E INÚTIL".

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Editor de FORBES en Estados Unidos y nieto del fundador de la revista, B.C. Forbes. POR STEVE FORBES

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