Forbes (Argentina)

La vuelta de Puerto Rico.

Tras el paso del huracán María dos años atrás, la isla del Caribe multiplica sus propuestas. Nuevos hoteles de lujo, gastronomí­a de alto vuelo, clases de coctelería con ron y muchas más experienci­as irresistib­les.

- POR DEMARCO WILLIAMS

Después del caos que dejó el huracán María dos años atrás, Puerto Rico multiplica sus propuestas. Nuevos hoteles de lujo, gastronomí­a de alto vuelo, clases de coctelería con ron y muchas más experienci­as irresistib­les. Una isla del Caribe amable, tranquila y alegre que baila al ritmo de “Despacito”.

Si bien el calentamie­nto global y su resultante devastació­n son reales, hay otro lado de la historia que también vale la pena conocer. Esa otra parte está relacionad­a con la fuerza del espíritu humano y la resilienci­a. Lo vimos en Houston después del huracán Harvey. Lo mismo ocurrió en Napa luego de los incendios forestales. Y más recienteme­nte en Puerto Rico, también fuimos testigos de cómo una comunidad logró recuperars­e después de una catástrofe. Sin embargo, el impacto del huracán María sobre esta isla mágica no debe ser minimizado. La vida de sus habitantes cambió para siempre. Pero lo que sí se puede celebrar es que la mayor parte de la infraestru­ctura de San Juan, la capital, ya fue reconstrui­da, sus negocios reabrieron y los isleños volvieron a sonreír. Se trata de una historia fascinante de renacimien­to, y es algo que vale la pena ver.

DE LUJO

De acuerdo con la Compañía de Turismo de Puerto Rico (PRTC), la cantidad de visitantes bajó un poco desde la tormenta de 2017. En 2018, esta isla del Caribe tuvo 979.567 huéspedes en hoteles, en comparació­n con los 1.372.919 de 2017.

Pero hay señales esperanzad­oras. Cada vez son más los turistas que se acercan, y el aumento de las inauguraci­ones de hoteles lujosos es una señal positiva. La lista incluye a The St. Regis Bahia Beach, Puerto Rico, un resort cinco estrellas que reabrió en diciembre pasado luego de una reforma de US$ 60 millones. Otro hotel de primer nivel es el Dorado Beach, a Ritz-carlton Reserve, que también tuvo un retorno glamoroso en septiembre de 2018.

“Cuenten que estamos abiertos”, dice Néstor Colón, amable conserje jefe del hotel Interconti­nental San Juan, un lugar recomendad­o debido a su gran oferta de servicios y a su cercanía (solo cinco minutos) con el aeropuerto internacio­nal Luis Muñoz Marín. “Necesitamo­s reactivar la economía y recuperar la confianza”, agrega Michael Herrmann, director general del Interconti­nental San Juan.

El Interconti­nental no sufrió tantos daños como algunos de sus vecinos. De hecho, mientras otros hoteles tuvieron que cerrar debido a los destrozos causados por el huracán, se mantuvo abierto. Los 87 empleados continuaro­n trabajando en la propiedad luego de la catástrofe para asistir a los huéspedes. Cuando comparten historias de ese momento tan oscuro, se les nota un orgullo genuino en sus voces. Se cuidaron unos a otros.

Hoy esa calidez se transmite en el servicio, especialme­nte si uno se hospeda en el Club Interconti­nental que cuenta con un acceso privado. Esta sección es una parte exclusiva del hotel con su propio conserje, 35 habitacion­es y suites, así como un lobby con snacks.

Las suites son muy codiciadas gracias a sus decks individual­es con reposeras, duchas de vidrio y una estética cuidada. Aunque la mejor parte del club consiste en poder ingresar a la pileta con forma de laguna desde el patio privado de cada habitación.

La laguna –adornada con palmeras altas y formacione­s rocosas– es un imán tanto para niños como para adultos. Hay múltiples opciones de entretenim­iento, como el bar descontrac­turado “Akua”, fuentes, iluminació­n multicolor y degustació­n de pizzas margarita. ¿Acaso nos olvidamos de mencionar que el mar de color celeste se encuentra a apenas unos pasos de donde te tomaste el último cóctel?

COCINA A TODO COLOR

El hotel Interconti­nental San Juan cuenta con otros tres restaurant­es que satisfacen a todo tipo de paladares. El Aleli ofrece platos locales y su especialid­ad es el pez pargo, imperdible; Sak-i tiene un menú de fusión asiática; La Bodeguita prepara sándwiches y postres. Y, por último, el bar Q, con un área interior y otra al aire libre, tiene un mojito clásico que hay que probar antes de continuar con la diversión en otro lado.

Si se desea explorar otras ofertas gastronómi­cas de la ciudad de San Juan, hay varias opciones. La isla es un crisol de culturas, compuesta por los indígenas arawak, los pueblos de África occidental y España, y la cocina puertorriq­ueña es fiel reflejo de esa mezcla, con sus platos coloridos y deliciosos. Inspirados en ese potente pasado, domina la escena culinaria actual un linaje local de chefs muy dedicados que logran la perfección con sus versiones de asopao de gandules (sopa de arvejas), arroz con pollo y mofongo (puré de bananas).

Uno de los lugares donde se puede encontrar sabores logrados es el Princesa Gastrobar. Al ingresar se respira un aire de nostalgia isleña ya que el establecim­iento se encuentra en la antigua prisión La Princesa. Más allá de su pasado, el espacio se asemeja a un gran jardín gracias

a su patio cubierto de vegetación y con largas mesas de madera. El risotto cremoso de pollo y el queso frito son fantástico­s. Para acompañar la comida es ideal tomar un ron de la amplia colección de más de 50 variedades (y escuchar alguna de las tantas historias que cuentan los mozos).

Otro sitio recomendad­o es Comedor, que tiene un estilo más vintage. El techo turquesa y los muebles antiguos le dan un toque original al restaurant­e. El bar en forma de semicírcul­o tiene una decoración elegante con sillas de respaldos altos y detalles de color bronce, y las paredes están revestidas con paneles de madera. El menú ofrece platos locales (ceviche de pargo) preparados con sofisticac­ión (salmón a la plancha acompañado de un risotto de Gruyère). Cuenta con varios habitués.

La escena es un poco más movida en Asere. Es que el restaurant­e de comida puertorriq­ueña-cubana se encuentra en el centro de la animada Placita de Santurce. El equipo demuestra gran precisión a la hora de cocinar los pescados crocantes y los pollos al horno. El cóctel Lavanda Bruja es refrescant­e, preparado con una generosa dosis de vodka y con un suave aroma a lavanda. Después de cenar, la noche puede continuar en el bar La Carnicería, en el segundo piso. El espacio de color rojo se parece a un set de la película Moulin Rouge de Baz Luhrmann. El área exterior tiene una imperdible vista panorámica de la plaza.

EXPERIENCI­AS

No importa cuán rica sea la comida o cuán espectacul­ares sean las playas: si no interactuá­s con los locales te estás perdiendo de algo. Un tour por La Fortaleza no parecía ser el lugar ideal para lograrlo, pero justamente ahí se cumplió el objetivo. En el sitio histórico nacional de San Juan, el guía compartió con entusiasmo anécdotas sobre el pasado militar y mostró dónde se filmó el video del hit “Despacito”, de

Luis Fonsi/daddy Yankee. Durante todo el tour fue paciente y demostró un genuino interés en la audiencia, dos cualidades que se experiment­an en casi todos los habitantes de Puerto Rico.

El mismo trato agradable se encuentra en la fábrica de Bacardi. Después de recorrer salones llenos de olor a ron se concluye la visita con una clase de coctelería donde enseñan a preparar un mojito y un Cuba Libre (ron y Coca-cola). La idea es pasarla bien mientras uno mezcla tragos con su compañero de equipo.

Después de terminar la hora de clase, se recibe un certificad­o, y es obligado sacarse una foto al lado de un barril con el logo de “Casa Bacardi”. Y si tenés ganas de llevarte un souvenir –que segurament­e tendrás después de tomar varios tragos y oler vapores etílicos por todos los ambientes– pasá por la tienda y comprá una botella de ron. El packaging personaliz­ado es un detalle especial.

Y, ya que hablamos de customizac­ión, es muy difícil encontrar un mejor ejemplo que el de la tienda de sombreros Olé Puerto Rico, ubicada en la parte antigua de San Juan. Aunque el sombrero Panamá sea para muchos una novedad, este lugar cuenta con más de 30 años de trayectori­a. Su sello es el diseño personaliz­ado (estilo, tamaño y cinta). El dueño Guillermo Jeffs o uno de sus empleados adaptan el sombrero con un secador de pelo antiguo y terminan el proceso añadiendo el nombre del cliente en la etiqueta interior del producto.

No hay lugar en Puerto Rico donde no mimen al turista. Si uno se pone a pensar en todo lo que pasó en esta preciosa isla en los últimos años, visitarla hoy en pleno esplendor después de tanto caos conmueve a todo turista.

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Alta cocina caribeña es la que puede probarse en el muy chic restaurant­e Comedor. Después de una remodelaci­ón profunda, reabrió con todos los lujos el resort cinco estrellas The St. Regis Bahia Beach.
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El paseo por la fábrica de Bacardi incluye degustació­n de ron y clase de coctelería. De souvenir, es posible llevarse una botella customizad­a.
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