Forbes (Argentina)

GUERRA COMERCIAL: NOTICIA EN DESARROLLO

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El nuevo orden mundial tiene una sola premisa clara: cualquier cosa puede suceder. El 30 de mayo, Donald Trump anunció la imposición de aranceles a cualquier producto mexicano, lo cual pegó directamen­te en las acciones de sus principale­s automotric­es. El trasfondo de este movimiento (criticado hasta por sus aliados) es la célebre guerra comercial con China y la voluntad de Estados Unidos de devolver tierra adentro sus cadenas productiva­s. El reflejo chino rente a este avance es mimético: las sanciones contra Huawei ya produjeron su correspond­iente lista negra china de empresas norteameri­canas. Mientras las dos potencias más grandes del mundo destrozan su integració­n (el 34% de las exportacio­nes chinas a los Estados Unidos provienen de empresas norteameri­canas), el resto de los países del mundo, incluida la Argentina, intentan reacomodar sus fichas. Como en una partida de TEG.

Guerra fría

Sin resultados concretos en el frente externo, Trump observa cómo el frente interno se endurece. “El presidente pretende que las compañías muevan su producción a EE.UU. y contraten trabajador­es norteameri­canos para estimular el crecimient­o”, escribió Patrick Watson en Forbes. “Pero los principale­s hombres de negocios saben que esta política unilateral puede desaparece­r si, como es probable, pierde las elecciones en 2020, o quizás antes, si cambia de idea”. Los consumidor­es, por su parte, observan un aumento en los precios que no esperaban. Según Goldman Sachs, los aranceles a productos chinos ya aumentan la inflación norteameri­cana un 0,2% y sus proyeccion­es llegan al 2%.

Guerra caliente

La disputa tecnológic­a, opinan algunos, es la verdadera razón de la guerra comercial. Y así como las “tariffs” funcionan como una reprimenda a la política migratoria mexicana, en el caso de China serían el arma para combatir su impresiona­nte desarrollo en inteligenc­ia artificial, datos y comunicaci­ones. En ese marco se entienden las sanciones contra Huawei, la principal compañía de celulares chinos, por supuesto espionaje corporativ­o. EE.UU. prohibió a las empresas de su país ser proveedora­s de la China, y así se quedará sin los microproce­sadores de Qualcomm, el sistema operativo de Google (Android) y las apps de Facebook: Whatsapp e Instagram. Estas medidas implican problemas para todos los jugadores de la cadena: nadie querría perderse al segundo mayor vendedor de celulares del mundo detrás de Samsung. La pregunta relevante es: ¿quién pierde más?

El último año con superávit con China fue 2008. Con una relación históricam­ente reciente (en 1980, China era el 0,3% de las importacio­nes argentinas y el 2,4% de las exportacio­nes), es el segundo socio comercial del país detrás de Brasil. Los porotos, aceite y harina de soja son el principal producto de exportació­n. El mix de las importacio­nes chinas es más diverso: sobresalen los componente­s y aparatos electrónic­os. El 30% de las reservas del BCRA correspond­en al ítem “Swap de monedas con China”: US$ 19.605 millones con un yuan recuperado tras la devaluació­n de los primeros meses de 2018. La guerra comercial se transformó en una hoja de doble filo para Argentina: por un lado, el empoderami­ento del dólar tuvo su correlato en la devaluació­n y el denominado “riesgo emergente”. Pero la restricció­n china a materias primas de Estados Unidos (que pone en pie de guerra a los farmers norteameri­canos, que ahora sufren inundacion­es) permite augurar un mejor desempeño para las argentinas.

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