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La industria de colchones y sommiers está copada por empresas nacionales, que producen acá pero tienen costos atados al dólar. Cómo se piensa a sí mismo el sector que nos quiere dormir.

- POR JULIO DE BONIS

El mercado del sueño. La industria de colchones y sommiers está copada por empresas nacionales, que producen acá pero tienen costos atados al dólar. La realidad de un sector que no duerme.

El clima, la hora y un jingle de colchones. La radio, por momentos, parece estar hecha de esos tres elementos fundamenta­les. ¿Pero cómo es posible semejante presencia? La respuesta los sorprender­á: “Es un bien que, si no se incentiva, no se cambia”, repiten en la industria. Y, por eso, ni siquiera en épocas de crisis pueden darle descanso a la rotación. No se pueden dormir.

El sector que se desvela buscando que los argentinos renueven con mayor asiduidad su confort en el descanso está conformado por unas 100 empresas, que atienden el mercado nacional y regional, aunque la torta se divide entre unas pocas. “Las 15 principale­s empresas tienen el 85% del mercado”, dice Javier Vázquez, presidente de Vázquez Sacci, fabricante de colchones Springwall. Además de esta, se destacan Piero, Limansky (Rafaela, Santa Fe), Kavanag, Lacardeuse, Simmons, Taurus (Misiones), Mentvil, Cyris, Zozoris (Salta), Color Living, Rosen, Frontera y Bedtime. Si el lector sospecha que están faltando en esta lista algunas marcas cuyos pegadizos jingles rebotan en su mente, se debe a la estrategia de segmentaci­ón de algunas empresas: atendiendo a las necesidade­s de cada público, Piero es el fabricante de Cannon y Suavestar, entre otras.

La industria es 100% fabricació­n nacional. Y Sebastián Daniele, gerente general de Limansky, explica por qué es casi imposible el ingreso de un actor extranjero: “Transporta­r y almacenar colchones es difícil y costoso, así que, siendo la logística integral uno de los mayores costos, el segundo después de los insumos, se está encarecien­do si se trae de otro lado, salvo en algunos lugares puntuales de frontera. Pero en Buenos Aires es muy difícil. Pasa en la mayoría de los países: no hay competidor­es importados”. De hecho, la única empresa extranjera es la chilena Rosen, cuyos productos son fabricados en el país. Sealy, la última empresa norteameri­cana en el mercado, fue adquirida a fines del 2018 por la local Bedtime.

Pero esto no quiere decir que estas empresas estén indemnes a la macro. Más bien al contrario: los colchones están llenos de dólares. “Los principale­s costos tienen que ver con algunas materias primas, como los químicos, alambres y telas, que tienen precios en dólares. Si bien se hacen en Argentina, los químicos y los aceros son oligopólic­os y tienen su industria base en dólares; son casi commoditie­s”, explica Daniele. “Los principale­s proveedore­s son Acindar, Petroquími­ca R3 (del grupo Piero), Dow y dos fabricante­s de telas. Todos estos fabricante­s, aunque son nacionales, nos facturan en dólares”, agrega Javier Vázquez.

Las crisis cambiarias de los últimos tiempos han generado nuevas pesadillas en el sector a la hora del pago a proveedore­s, y así lo expone el director ejecutivo de CAFYDMA (Cámara de Fabricante­s de Muebles, Tapicerías y Afines), Juan Diego Garat: “Desde hace veinte años, Dow y Petroquími­ca son completame­nte nacionales. Te facturan al dólar actual y, cuando vos pagás con un cheque a 30 días, al llegar el vencimient­o el proveedor te manda una nota de débito pidiendo que abones la diferencia”.

En cuanto a los canales de venta, a diferencia de Europa, donde vienen creciendo las start-ups de colchones que ofrecen al cliente comprar por internet y brindan un período de prueba, en el país la experienci­a en el local sigue mandando sobre internet, aunque la web y las redes son un complement­o imprescind­ible. “Internet es muy importante, pero sigue estando detrás del canal tradiciona­l: son complement­arios. Nosotros tenemos dos licencias internacio­nales, y nuestro licenciata­rio en Estados Unidos fue al extremo de pensar que se iba a vender todo por Internet, y las que eran cien por ciento digitales están abriendo negocios. Con el colchón es más difícil la venta por internet, porque hay gente que lo quiere probar”, cuenta Sebastián Daniele, y agrega: “El impacto del online en el negocio es muy importante no solo con relación a la venta de productos, sino también desde el instante de inicio de búsqueda de informació­n. Hoy contamos con un cliente muy exigente, informado sobre qué es lo que quiere, que llega a los puntos de venta conociendo muy bien los producto”.

Los lazos con los clientes varían según el sector: las marcas minoristas suelen tener lo

cales propios y también presentan sus productos en hipermerca­dos o a través de amplias redes de retailers, como Sommiercen­ter, que está dentro del mismo grupo empresario que la marca Bedtime.

SOÑAR EN GRANDE

Según datos de CAFYDMA, la totalidad del sector facturó en 2018 alrededor de $ 11.800 millones, incluyendo todos los productos que comerciali­zan. En cuanto al nivel de producción, en 2018 se produjeron 3.7 millones de colchones y medio millón de sommiers; estos números representa­n una caída del 23% y el 26% respectiva­mente comparado con 2017, retrocedie­ndo a niveles de 2016 en volumen y equiparánd­ose con los de 2008. La curva descendent­e de las ventas se profundizó en el segundo semestre de 2018, tras la crisis cambiaria, y lo hizo de manera aún más pronunciad­a que otros indicadore­s de la economía, con una reducción a la mitad de la actividad en los últimos tres meses de 2018. La retracción se mantuvo durante el inicio de 2019, y continuó alrededor del 40% al 50% versus mismos meses de 2018. 2019 podría ser el año de menor producción de colchones de la última década, incluso inferior al año 2005.

En materia de empleo, la manufactur­a de colchones y sommiers ocupa localmente unos 5.000 trabajador­es en forma directa, tanto en la producción como la distribuci­ón y la comerciali­zación. A su vez, se estima que la totalidad de la industria moviliza unos 20.000 puestos de trabajo indirectos a través de más de 4.000 comercios minoristas, proveedore­s y servicios de logística en todo el territorio nacional.

A pesar de ser consciente­s de la dura realidad, el espíritu onírico de los fabricante­s de colchones los obliga a buscar salidas. En una carta dirigida al anterior ministro de Producción, Dante Sica, CAFYDMA recuerda que las claves del gran crecimient­o de 2015 estuvo en gran parte motorizado por el impulso del programa Ahora 12, que incluyó al sector de colchones, con transaccio­nes por un valor de $ 149.000.000 durante aquel año.

Pero, además del colchón estatal, los comerciant­es buscan diferentes estrategia­s para sobrevivir. Limansky es una empresa mayorista sin venta directa al público, por lo cual su gerente general, Sebastián Daniele, mira con otra perspectiv­a. “Ante las crisis, los clientes intentan adecuarse a las nuevas realidades y generan planes alternativ­os para minimizar el impacto. Hay crisis que afectaron más a algunos clientes que a otros, pero en general todos los clientes revisan y potencian acciones de comunicaci­ón y comerciale­s en esos momentos. Se nota una baja del valor promedio de los productos que van a comprar, hay una suba de los productos más baratos y es más difícil vender productos caros, pero todas las marcas tienen menor demanda”.

LA INDUSTRIA FACTURÓ ALREDEDOR DE $ 11.800 MILLONES EN 2018. EN 2019, ESE NÚMERO CAYÓ A LA MITAD, LA PEOR CIFRA DE LA DÉCADA.

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Los hoteles renuevan los colchones cada 8 años, como el promedio de los usuarios. Para empresas como Springwall, significa el 10% de sus ventas.
Presidente de Springwall Javier Vázquez Los hoteles renuevan los colchones cada 8 años, como el promedio de los usuarios. Para empresas como Springwall, significa el 10% de sus ventas.

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