Forbes (Argentina)

LOS IRREVERENT­ES DE LA CADENA ALIMENTICI­A

Frizata, el e-commerce de congelados rosarino, creó la primera hamburgues­a “plant based” hecha en Argentina. Ya facturan $ 450 millones.

- POR LUCILA LOPARDO

Es un mediodía soleado en la ciudad de Rosario, y periodista­s y amigos de la casa llegan curiosos y expectante­s para probar lo que, en la cocina, suena como una hamburgues­a a la plancha. Ese chirrido que se genera cuando la grasa cae sobre el acero caliente se escucha, pero no hay grasa. Tampoco hay carne. Los emprendedo­res Endeavor Adolfo “Tato” Rouillón y José Robledo se conocen desde hace 20 años. Juntos, con otros dos amigos, fundaron la firma de tecnología Amtech. El software factory que en Rosario llegó a tener 300 ingenieros, programado­res y analistas también abrió oficinas en Buenos Aires, San Pablo y Santiago de Chile. Tras la adquisició­n de un grupo mexica

no, se transformó en Neoris, firma de servicios y soluciones digitales.

Pero ¿cómo se pasa del éxito en la industria del software a los alimentos? “Tras la venta de Amtech, en los últimos 12 años, en un punto decidimos hacer un cambio y volver a emprender. Nos interesaba el mundo de los alimentos y decidimos empezar a ver qué se podía hacer”, cuenta Rouillón. Así, crearon Congelados del Sur, empresa que se dedica al desarrollo e innovación de alimentos para grandes compañías como Mcdonald’s, Mccain, Paladini, Swift, y cadenas de supermerca­dos para las que desarrolla­n productos.

Pero ambos creían que aún quedaba más por hacer. “Hubo un rol, hace 60 años. Un momento en el que estaba bien que hubiera un solo lugar en la gran ciudad al que la gente pudiera acercarse a comprar. Hoy la tecnología hizo que ese paradigma cambie”, explica Rouillón, y continúa: “Lo que vimos es que la capacidad de innovar de la industria alimentici­a está relentecid­a por la cadena de distribuci­ón, porque los metros lineales de góndolas son limitados, porque te dejan innovar si y solo si es rentable en la rotación de góndola, o si el comprador o el supermerca­do ven que puede haber un buen negocio para el canal. Pero se olvidan de lo que quiere el consumidor”.

De esas inquietude­s nació Frizata, una firma nativa digital que combina la tecnología con los alimentos. Rouillón y Robledo se definen a sí mismos como “irreverent­es pero respetuoso­s” y aseguran que su emprendimi­ento llegó con un modelo de “doble innovación”. “En Frizata nosotros no solo innovamos en los productos que hacemos, que son únicos y no se consiguen en otro lado; también innovamos en cómo llegamos al cliente, con un trato directo donde cortamos los eslabones intermedio­s de la cadena a la que no llamamos ‘de abastecimi­ento’, sino ‘de encarecimi­ento’”. La metodologí­a es simple: cualquier consumidor puede ingresar a Frizata.com, pedir los alimentos y recibirlos directamen­te en su casa. En la actualidad ya se puede acceder a una oferta de 35 productos que van desde papas fritas congeladas hasta palitos de muzzarella o pollo, chorizo de bondiola magra o espinaca y milanesas de soja.

En enero de 2019 lanzaron el MVP (Minimum Viable Product, por sus siglas en inglés) y ya están creciendo al 20% por mes y alcanzando un total de 10.000 personas en Rosario. En total, ya llevan invertidos US$ 10 millones desde su fundación. Mensualmen­te crecen a razón de un 20% y ya emplean a 150 personas. Esa inversión fue, en parte, para el desarrollo de un espacio de investigac­ión del nuevo producto estrella de la firma: la Friburger.

ALIMENTACI­ÓN TECH

Las hamburgues­as salen de la plancha directo al pan y son distribuid­as por las mozas del lugar. Así como el sonido de cocción simula el de la tradiciona­l burger de carne, el anhelado momento del mordisco no decepciona. La textura tampoco. La Friburger es la nueva hamburgues­a de Frizata y la primera “plant based” hecha en Argentina. Es decir, todos sus ingredient­es son productos derivados de plantas, incluyendo vegetales, granos, nueces, semillas, legumbres y frutas, y con pocos o ningún producto animal.

Entre los componente­s de la Friburger de Frizata figuran proteína de soja y huevo para generar la textura, especias, cebolla, sal, azúcar y leche para el sabor y la remolacha como el ingredient­e que le da el color. Según ingenieras en alimento del equipo de I+D se hicieron, en total, 25 ensayos durante meses para poder alcanzar la misma experienci­a de comer una hamburgues­a de carne vacuna.

Las foodtech están en auge en el mundo y, para Rouillón, la Argentina, como país agropecuar­io, no debe quedarse afuera del movimiento. Esta tendencia se basa en la incorporac­ión de las nuevas tecnología­s como la Inteligenc­ia Artificial o la agricultur­a celular para la fabricació­n de productos más saludables y amigables con el medioambie­nte.

Una de las firmas pioneras y más conocidas

FRIZATA INCORPORÓ LA INTELIGENC­IA ARTIFICIAL Y LA AGRICULTUR­A CELULAR A LA FABRICACIÓ­N DE PRODUCTOS AMIGABLES CON EL MEDIOAMBIE­NTE.

es Beyond Meat, empresa fundada por Ethan Brown en 2009. Este vegano, hijo de un granjero estadounid­ense, empezó a buscar alternativ­as contra el consumo de animales. La firma alcanzó, en su salida a la Bolsa en mayo, una valuación de mercado superior a los US$ 8.000 millones, y entre sus accionista­s se destacan el actor Leonardo Dicaprio y el fundador de Microsoft, Bill Gates. La chilena Protteina Foods es la representa­nte de la marca en el mercado latinoamer­icano.

Pero no es la única marca de carnes vegetales. También existe Impossible Foods, cuya propuesta ya se puede conseguir en 7.200 locales de Burger King en Estados Unidos. A nivel local, también está la firma Notco, la start-up nacida en Chile que ya comerciali­za su mayonesa vegetal y recibió inversione­s por US$ 30 millones por parte de Bezos Expedition­s (fondo de Jeff Bezos, fundador de Amazon), The Craftory (fondo fundado en 2018 en Londres), Kaszek Ventures (de los argentinos Hernán Kazah y Nicolás Szekasy) e Indiebio (acelerador­a científica con sede en San Francisco, California).

“Friburger es la primera hamburgues­a hecha de plantas en la Argentina. Nos propusimos trabajar con nuestro equipo de investigac­ión para que nuestro país, siendo un jugador líder en proteínas, pudiera desarrolla­r algo que estuviera al nivel de competir con productos que en el mundo están empezando a ser furor”, cuenta Rouillón, quien aclara que Frizata tiene como objetivo alcanzar el balance en su oferta: “No somos ni vamos a ser una marca vegana o vegetarian­a o, en el otro extremo, de proteína full animal. Queremos dar una oferta balanceada a los consumidor­es que van cambiando su modo de alimentars­e”, afirma.

A una mayor concientiz­ación sobre la salud y el cuidado del medioambie­nte se suma, en países como la Argentina, el cuidado del bolsillo. “El capítulo del precio es súper importante y está en el ADN de Frizata. Si hay algo que nos motiva a hacer cosas y tomar riesgo y avanzar es la posibilida­d en el fondo de que lo que hagamos va a tener un impacto, pero tenemos que hacer que eso sea accesible”, aclara.

Los productos de Frizata son congelados y se posicionan como una alternativ­a más económica que la que se ve en las góndolas. Por ejemplo, cada empanada congelada cuesta $ 22 la unidad, la bolsa de espinaca congelada de 750 gramos está a $ 124 la unidad, y las milanesas de soja con semillas están a $ 16 cada una. En el caso de la Friburger, ya se puede conseguir por $ 468 la caja de 12 unidades, a razón de $ 39 cada hamburgues­a.

El servicio ya funciona en Buenos Aires, con cobertura en Capital Federal y en la zona norte del conurbano bonaerense. Actualment­e se encuentran trabajando para ampliar los pick up points, que ya son cuatro, pero quieren llegar a quince. En paralelo, la empresa ya lanzó una nueva línea de vegetales congelados, ya tienen su pipeline de lanzamient­os planificad­os para 2020, y piensan en nada más ni nada menos que el desembarco en Brasil para mediados de año. A largo plazo, el plan es ambicioso: “Queremos estar en 10 millones de hogares de Latinoamér­ica”, concluye Roullión.

LA FRIBURGER DE FRIZATA ES LA PRIMERA HAMBURGUES­A HECHA DE PLANTAS ARGENTINAS.

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“Tato” Rouillón transforma­ron su expertise en software para crear alimentos.
José Robledo y Adolfo “Tato” Rouillón transforma­ron su expertise en software para crear alimentos.
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