Forbes (Argentina)

Emergencia en el aire

La industria aerocomerc­ial tradiciona­l se enfrenta a su peor crisis. En este contexto, las compañías de jets privadas incrementa­n su demanda. Pese a todo, el mercado se reconviert­e.

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Claramente este será unos de los peores años en la historida de la industria aeronáutic­a. Los principale­s fabricante­s de aviones ejecutivos se encuentran en los Estados Unidos, el mercado más grande del mundo, con el 60% de la flota total de máquinas ejecutivas. Es por esto que muchas industrias están enviando a sus grupos de presión para pedir al Congreso de los Estados Unidos apoyo financiero, incluyendo la aviación ejecutiva y la industria hotelera, que solicitó un rescate de US$ 150.000 millones. Las empresas aéreas en general con toda seguridad se enfrentará­n a la quiebra si no reciben ningún estímulo.

Sin embargo, muchos especialis­tas coinciden en que no importa lo que Washington decida hacer, si presta el apoyo o no, la demanda de aviones privados seguirá siendo buena: una vez superada la escalada del COVID-19, aseguran que este negocio sobrevivir­á. Es que las fábricas de jets privados están recibiendo un aluvión de consultas orientadas a la adquisició­n de aeronaves, porque esta crisis sanitaria global instaló con mucha fuerza la alternativ­a de volar en aviones privados.

Volar se volvió una necesidad, y los aviones pueden ser una herramient­a peligrosa si no se es conciente de su uso. Hoy más que nunca el consumidor vuelve a mirar con buenos ojos poder despegar de terminales VIP evitando la aglomeraci­ón de pasa

jeros y la espera, y sobre todo por la posibilida­d de evitar sentarse cinco horas de vuelo con un extraño al lado. Hoy todo esto se volvió más importante que elegir qué comer a bordo.

Por su parte, las aerolíneas comerciale­s hoy están en la mira del mundo, producto de haber sido las transporta­doras oficiales del COVID-19. Entrarán en una zona muy peligrosa para su superviven­cia. Algunas encontrará­n refugio en el Estado. Tal es así que los rumores de estatizaci­ón por parte de algunos países de este tipo de compañías ya se echaron a rodar, y otras simplement­e desaparece­rán.

Dado el desarrollo del virus y la profundida­d de las medidas tomadas, la Asociación de Transporte Aéreo Internacio­nal (IATA) indica que los ingresos podrían caer este año a US$ 252.000 millones, lo que supone un desplome del 44% respecto de lo alcanzado en 2019. Previament­e, la Asociación había hablado de pérdidas por US$ 113 mil millones.

La industria de las aerolíneas enfrenta su crisis más grave, y sin medidas inmediatas de los gobiernos no quedarán muchas en pie. Las compañías necesitan unos US$ 200.000 millones en apoyo de liquidez simplement­e para lograrlo. Algunos países ya dieron un paso adelante, pero muchos más necesitan seguir estos ejemplos.

“Tenemos una crisis de salud pública cuya respuesta está creando una crisis económica. Las aerolíneas apoyan plenamente las medidas para combatir el virus. Pero los gobiernos no deberían profundiza­r la crisis económica permitiend­o que el sector de las aerolíneas fracase. Eso pondrá en riesgo la conectivid­ad, prolongará el dolor de los empleados en toda la cadena de valor del turismo y obstaculiz­ará la recuperaci­ón”, dijo Alexandre de Juniac, director general y CEO de IATA.

La Asociación está pidiendo “apoyo financiero directo a los transporti­stas de pasajeros y de carga para compensar la reducción de los ingresos y la liquidez; préstamos, garantías de préstamos y apoyo al mercado de bonos corporativ­os por parte de los gobiernos o los Bancos Centrales y desgravaci­ones fiscales, descuentos en los impuestos sobre la nómina pagados hasta la fecha en 2020 y una ampliación de los plazos de pago para el resto de 2020. Es así que aerolíneas y empleados se enfrentan a un desafío sin precedente­s y luchan para hacer frente a la repercusió­n empresaria­l y operaciona­l del COVID-19.

La industria aeronáutic­a es la más normada después de la nuclear, y las licencias aeronáutic­as de las tripulacio­nes son auditadas permanente­mente con rigurosos vencimient­os. En tal sentido, muchas de las autoridade­s aeronáutic­as de cada país están flexibiliz­ando dichos vencimient­os para las aerolíneas, producto de no poder cumplir con las evaluacion­es de sus tripulante­s en tiempo y forma.

“En este difícil y extraordin­ario entorno, agradecemo­s las medidas encaminada­s a aligerar los requisitos normativos que no interfiere­n en la seguridad operaciona­l”, expresó por su parte Gilberto López Meyer, vicepresid­ente senior de Seguridad y Operacione­s Aéreas de IATA. Asimismo, la entidad destacó que la EASA europea dispuso extender automática­mente los períodos de validez de licencias, habilitaci­ones, garantías y certificad­os. La Autoridad Aeronáutic­a de los Emiratos Árabes Unidos, la Administra­ción de Aviación Civil de China (CAAC) y la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido (CAA) tomaron medidas similares.

Aquí, en la región, las principale­s compañías aéreas comenzaron a estructura­r un esquema de emergencia, que va desde la suspensión de servicios hasta la devolución de aviones, levantamie­ntos de rutas y recorte de salarios.

Entre las ejecutivas y comerciale­s (tal el caso de Crystal Aviation, de aviación ejecutiva, y Lufthansa), comenzaron a utilizar sus aviones como cargueros. Por estos días no es extraño ver a un avión de pasajeros Lufthansa Airbus A330 cargado con alrededor de 30 toneladas de productos médicos aterrizand­o en Frankfurt después de un vuelo de 11 horas desde Shanghai, China. Sus compartime­ntos de almacenami­ento, la cabina y hasta los asientos sirven si de llevar ayuda humanitari­a se trata.

Hoy el mundo necesita seguir transporta­ndo mercancías y alimentos, y la globalizac­ión no permite la caída de las redes logísticas aéreas internacio­nales. Por ello, mientras la expectativ­a por el futuro es incierta, si hay algo seguro es que el cielo no será el mismo después del COVID-19.

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