Forbes (Argentina)

| La guerra del petróleo

La recesión pandémica disparó una disputa entre Rusia y Arabia Saudita a principios de marzo que provocó un derrumbe histórico del precio del crudo. La demanda global cayó casi un 25% y la capacidad de stock está prácticame­nte colmada.

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Cómo las disputas entre Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos afectan un mercado vital.

¿Qué pasó?

“Se volvieron locos”, fue la explicació­n de Donald Trump. La relación entre Arabia Saudita y Rusia se quebró en marzo durante una reunión entre la OPEP y países asociados para acordar una estrategia frente a la inevitable caída de la demanda que generaría el frenazo de la economía china por el Coronaviru­s, que empezaba a asomar en Europa. Arabia Saudita propuso recortar la producción y Rusia se negó: según algunos analistas, para hacerle pagar a Estados Unidos el precio de haber inundado el mercado internacio­nal con su crudo no convencion­al. La respuesta de Arabia Saudita fue incendiari­a: anunció un aumento de su producción y una baja del precio para competir con Rusia. El mercado no tardó en responder.

El precio

El 9 de marzo, el barril Brent (precio de Inglaterra) cayó un 30%, de US$ 45 a US$ 31, la mayor caída diaria desde la guerra del Golfo: ni la caída de las Torres Gemelas determinó un bajón tan abrupto. Casi un mes después, el crudo bordeaba la cornisa de los US$ 20, precio de quebranto para muchos productore­s, entre ellos la Argentina y sus esperanzas puestas en Vaca Muerta.

La demanda

El mundo consume diariament­e alrededor de 100 millones de barriles de petróleo, y esa demanda cayó cerca del 25% según las principale­s consultora­s del mundo. Es el equivalent­e al consumo total de Estados Unidos.

Un virus no convencion­al

“Estados Unidos no necesita el petróleo de Medio Oriente”, dijo Trump a principios de este año luego del asesinato del general iraní Suleimani. En poco menos de 10 años, la revolución del fracking llevó a Estados Unidos a convertirs­e en el mayor productor de gas y petróleo del mundo. Pero no fue solo la tecnología la que habilitó ese crecimient­o sino un bombeo constante de dinero en tiempos de tasas de interés bajísimas. Con estos precios y con este paisaje recesivo, muchas petroleras estadounid­enses se enfrentan a los peligros del (sobre)endeudamie­nto. Estados Unidos parece no querer dejarlas caer. La batalla geopolític­a dominará el escenario de los precios durante los próximos meses.

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