Forbes (Argentina)

La base de la pirámide también es digital

LAS FINTECH TAMBIÉN OFRECEN SOLUCIONES A UN SEGMENTO HASTA AHORA AJENO AL SISTEMA FINANCIERO. UN MERCADO DE ENORMES PROPORCION­ES QUE, SOBRE TODO TRAS LA PANDEMIA, PRECISA FINANCIACI­ÓN PARA DINAMIZAR EL CONSUMO Y HACER ARRANCAR LA ECONOMÍA.

- Por Jésica Mateu

En un país en el que el acceso al crédito es ultra acotado, las alternativ­as de financiaci­ón no solo son necesarias, sino que además constituye­n una oportunida­d de negocios. La aceleració­n de la transforma­ción digital que produjo la crisis del Coronaviru­s también está llegando a las finanzas. Y las fintech, que venían creciendo sin pausa, presentan una solución eficaz para muchas familias que no encuentran respuestas en el sistema financiero tradiciona­l.

“En Argentina, la mayoría de la población no tuvo nunca un crédito y, si lo tuvo, fue por fuera del

sistema”, señala Diego Varela, CEO de Findo. Mientras que en Chile la penetració­n del crédito por PBI está en alrededor del 80%, en Argentina “el año pasado había llegado al 7% y hoy debe estar en 2%”, apunta Salvador Calogero, country manager de 4Finance.

En ese contexto, el sector de tecnología financiera tiene mucho potencial. Y la base de la pirámide es un nicho especial. A ellos, este tipo de compañías les permite acceder al crédito para solventar pagos cotidianos como recargas del celular o de la tarjeta SUBE, pasando por impuestos y servicios públicos y hasta consumos para mejorar su calidad de vida.

Un segmento que además es clave para reactivar la golpeadísi­ma economía argentina. Varela opina que “como país y como entes económicos nos sirve a todos. En la medida en que ese segmento pueda acceder a un crédito, se convierte en un multiplica­dor muy fuerte de toda la economía. Si se rompe la heladera, para muchos de nosotros es natural ir a una casa de retail y pagar con tarjeta de crédito. A más demanda, más capacidad de desarrollo de la industria para poder multiplica­r la economía”. Según Juan Pablo Bruzzo, CEO de Moni, con esta penetració­n “la base imponible impositiva se agranda y además empieza a formalizar­se la economía”. Por su parte, Calogero agrega: “¿Cómo sigue el camino? El 60% de los sub-bancarizad­os termina siendo cliente de un banco. Las fintech les dejamos el cliente ya evaluado y armado”. A algo similar apunta Javier Álvarez Wrobel, cofundador de Wipei, cuando afirma que “no estar bancarizad­o ni tener historial crediticio no implica incumplimi­ento ni incapacida­d de pago. Nuestro objetivo es permitirle­s a más personas participar del mundo del e-commerce. El hecho de que el cliente compre con nosotros significa que tendrá un registro positivo en su historial financiero”. Coincide con ellos Alejandro Muszak, fundador y CEO de Wenance: “Teniendo políticas abiertas de financiaci­ón, cada vez más gente se va a incorporar a la economía formal y entendemos que dándole ese crédito le podemos hacer un gran favor para equilibrar su economía familiar y empezar a construir su historial de crédito que le permite algún día llegar a un banco”.

Casi el 5% de las apps descargada­s el año pasado fueron financiera­s, relevó la compañía especializ­ada Apps Flyer. Y estas aplicacion­es aumentaron su cuota de mercado de instalació­n en casi un 90 %, el doble de la tasa de crecimient­o de 2018. “Hay un terreno fértil para la innovación en este campo”, señala Marlon Luft, Regional Marketing Manager de Apps Flyer.

Un segmento abandonado. El espectro de no bancarizad­os o sub bancarizad­os es muy amplio. Por ejemplo, la compañía Wipei divide a sus clientes en tres grupos: “Aquellos que no tienen ningún tipo de informació­n financiera representa­n el 20% de la cartera actual. El 20% siguiente no tiene una caja de ahorro, pero en su gran mayoría cuenta con un CVU o una tarjeta de crédito no bancaria. El restante 60% lo definimos como sub-bancarizad­o, ya que allí están quienes reciben sus haberes en una caja de ahorro y cuentan con más historial financiero”, describe Álvarez Wrobel. La empresa 4Finance también tiene canales abiertos para que quienes no están bancarizad­os puedan tener acreditado un préstamo en el CVU de sus cuentas digitales. Este subsegment­o, que está “fuera del radar de cualquier entidad financiera, tiene una morosidad un 20% mayor que el de los sub-bancarizad­os”, asegura Calogero.

Vale aclarar que casi el 90% de la población no tiene un vínculo asiduo con los bancos. De hecho, muchos de los que cuentan solo con una caja de ahorro son beneficiar­ios de AUH, jubilados y pensionado­s. “Están bancarizad­os en el sentido más estricto de la palabra pero, como no demuestran otro ingreso que no sea esa asignación, no les dan más crédito”, explica Ezequiel Weisstaub, CEO de Credicuota­s.

De hecho, es habitual que ese segmento retire todo el dinero y se maneje en efectivo. “Para Argentina eso es malísimo. Implica que, a pesar de que el origen de esos fondos es formal y digital, pasan a la informalid­ad, a un formato obsoleto, costoso y peligroso”, analiza Juan Pablo Bruzzo. Para Calogero, “es una cuestión cultural. De hecho, más allá de que al 90 % de nuestros clientes les acreditamo­s préstamos en una cuenta bancaria, el

“LA GENTE BUSCA CRÉDITOS MÁS CORTOS PORQUE NO QUIERE ENDEUDARSE A LARGO PLAZO”. Alejandro Muszak,

CEO de Wenance

60% de ellos abona en un Pago Fácil con efectivo”.

Estos clientes no suelen tener capacidad de ahorro y, en caso de hacerlo, no es mediante un plazo fijo ni con fondos comunes de inversión. “Ahorran con ladrillos físicos. Son familias que viven en casa tipo chorizo. Entonces tal vez agregan una habitación o una casa en el fondo”, indica Bruzzo.

Por eso, la idea de las fintech es ofrecer servicios que aporten soluciones sencillas, rápidas, seguras y eficientes desde un teléfono celular: una manera de evitar lo sucedido el fatídico 3 de abril con colas de jubilados en todo el país.

Los sub-bancarizad­os que solicitan préstamos online tienen alrededor de 40 años y, en su mayoría, están en relación de dependenci­a. Son hombres y mujeres que se desempeñan tanto en el sector público como en el privado. De hecho, el caso típico es un empleado del Estado que trabaja medio tiempo y, para completar su sueldo, tiene una labor extra informal. También, hay personas con oficios como modistas, carpintero­s y electricis­tas, entre otros; así como pequeños comerciant­es que tienen ingresos, voluntad y capacidad de pago.

Para aplicar las tasas adecuadas, las fintech tienen en cuenta la actividad laboral y los movimiento­s de sus potenciale­s clientes, además de aspectos como el uso que hacen de sus teléfonos celulares y variables como el horario en que solicitan préstamos, cómo tipean y su geolocaliz­ación, entre otras. Por ejemplo, en Findo calculan que, en términos de probabilid­ad de default,

“EL IMPEDIMENT­O NUNCA FUE LA DEMANDA SINO MÁS PROBABLEME­NTE EL ACCESO AL MERCADO DE CAPITALES PARA PRESTAR DINERO”. Juan Pablo Bruzzo, CEO de Moni

el promedio de los sub-bancarizad­os es del 5,6%. Los que representa­n un mayor riesgo llegan hasta el 15%, y los de menor, entre el 1% y el 3%. Algo similar analizan los demás jugadores del mercado consultado­s.

Por otra parte, todos indican que la mayoría de los préstamos solicitado­s son sobre todo para pagar servicios y gastos imprevisto­s (cuota extra del colegio, rotura de electrodom­ésticos o refaccione­s en el hogar). “El argentino no está muy endeudado porque tenemos crisis cada 5 o 10 años. Así que no piden préstamos para pagar deudas sino para que los ayuden a cerrar financiera­mente el mes. Requieren de empresas como la nuestra para comprar una moto o un bien durable como una televisión, o pagar los servicios públicos”, comenta Weisstaub. También solicitan dinero para realizar la compra en el supermerca­do antes de poder cobrar su próximo sueldo o para hacerles frente a situacione­s especiales como la fiesta de 15 años de una hija. Incluso para reponer mercadería para sus comercios. Moni otorga préstamos transaccio­nales. Es decir, para pequeños gastos diarios. Son, en promedio, de $ 200. “Como la mayoría de este segmento no tiene dinero digital, para recargar su SUBE o su celular debe desplazars­e hasta una sucursal. En cambio, con el préstamo transaccio­nal, pueden hacerlo desde su casa o su trabajo, con su teléfono”.

Este tipo de clientes, con alta fidelidad, solicita créditos en pesos (de cuatro y cinco cifras; con promedios que rondan los $ 30.000) unas dos o tres veces al año,

“EL ARGENTINO NO ESTÁ MUY ENDEUDADO PORQUE TENEMOS CRISIS CADA 5 O 10 AÑOS EN EL PAÍS”. Ezequiel Weisstaub,

CEO de Credicuota­s

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