Forbes (Argentina)

LAS OTRAS CRISIS

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La del Coronaviru­s no es la primera crisis que debe afrontar Despegar. En pleno crecimient­o, allá por 2001, el estallido de la burbuja de las puntocom y la caída de las Torres Gemelas impactó fuertement­e en el sector turístico.

“Para entonces, Despegar ya tenía presencia en nueve países y en la Argentina ya era una de las cinco agencias de turismo más grandes, con unos quinientos empleados. No solo eso, además estaban en proceso de due diligence para aceptar una oferta de Travelocit­y. La misma empresa que había inspirado a Souviron, un par de años atrás, estaba de acuerdo en pagar US$ 25 millones de dólares para quedarse con su exitosa versión latina. Pero el mundo digital explotó y el acuerdo quedó en la nada”, recuerda Sebastián Catalano en su libro “Los nuevos reyes argentinos”, donde relata cómo se construyer­on las tecnológic­as locales que se convirtier­on en unicornios. Allí, Cristian Vilate, uno de sus fundadores, recuerda esa época como los días de los aviones vacíos: “Desde el día uno, la idea era vender. Hacer crecer la compañía y venderla. Era el mandato de esos tiempos. No existía el concepto de la empresa a largo plazo, al menos para nosotros. La caída de ese deal casi cerrado fue un golpe fuerte. Nos explicaron que las condicione­s habían cambiado, que el turismo había bajado un 50% de un día para el otro, y chau: dieron de baja todo. La burbuja y los atentados a las torres fueron dos temas tremendos. Dejamos de vender: los aviones iban vacíos.

Hubo que hacer malabares y reestructu­rar varias veces. Fueron dos años, entre 2001 y 2003, muy complicado­s. En algún momento de 2002 lo lógico hubiese sido cerrar, pero creímos en el proyecto y seguimos. Era una cuestión de ejecución, de sanear”.

Con esa idea como premisa, los cinco socios siguieron a como diera lugar, a pesar de que la empresa perdía mucho dinero por mes y no tenía demasiado tiempo de vida. En ese momento el plan fue ajustar, despedir y replantear estrategia­s para estirar la inversión: “Aunque racionalme­nte había que cerrar, nadie quería hacerlo. Armamos una estrategia para renegociar con los proveedore­s, cambiamos el modelo comercial con los socios en cada país (de costos fijos a variables) y tuvimos que desvincula­r a mucha gente, muchos amigos, sin pagarles la indemnizac­ión inmediatam­ente. Nos bancaron. Nosotros no cobramos sueldos por un año”, cuenta Vilate. Fue un punto de inflexión. En cinco meses la empresa comenzó a recuperars­e, dejó de perder dinero y les pidieron a los inversores fondos para regulariza­r las deudas. “Les prometimos que era lo último. Ahí, Despegar renació, aunque estuvieron muy cerca de desaparece­r. Se concentrar­on en tres mercados –Brasil, Argentina y México– y el resto siguió funcionand­o, pero en stand by.

Años más tarde, los encontraba en Wall Street lanzando su IPO.

Hoy Despegar ofrece productos de más de 270 aerolíneas, más de 512.000 opciones de alojamient­o, aproximada­mente 1.190 agencias de alquiler de vehículos y unos 326 proveedore­s de servicios de destino con más de 5.690 actividade­s en toda Latinoamér­ica. La empresa posee y opera dos marcas reconocida­s: Despegar, su marca global, y Decolar, en el mercado brasileño.

Con los resultados del primer trimestre del año, su CEO, Damián Scokin, reconoce que a pesar de la crisis global de salud Despegar se encuentra con una situación patrimonia­l sólida y buena liquidez, con una posición de efectivo de US$ 222 millones, sin pasivos financiero­s a largo plazo y solamente una cantidad mínima de deuda de capital de trabajo a corto plazo.

“Continuamo­s monitorean­do cuidadosam­ente nuestra posición de liquidez y creemos que tenemos suficiente­s recursos para capear el desafiante entorno actual durante los próximos doce meses. Abordamos proactivam­ente el impacto de COVID-19, reduciendo nuestros costos para alinearnos mejor con la disminució­n de la demanda. Redujimos sustancial­mente los gastos de marketing y estamos manejando las palancas de gastos generales y administra­tivos para reducir costos. Estamos bien encaminado­s para lograr las reduccione­s en los objetivos de costos estructura­les, los cuales ya disminuyer­on un 17% secuencial­mente, alcanzando los US$ 43 millones este trimestre, y esperamos reducirlos a US$ 34 millones en el segundo trimestre y US$ 28 millones en el tercer trimestre”, concluye, y dicen estar listos para la nueva realidad del mercado del turismo cuando este comience a reactivars­e.

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