Forbes (Argentina)

La agonía de la economía real

- Por Marina Dal Poggetto Economista y directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s

A nivel global, el pico de contagios que colapsó a los sistemas de salud del mundo desarrolla­do durante la primera mitad de abril se moderó sensibleme­nte. Las cuarentena­s empiezan a levantarse y las economías a encenderse más rápido de lo pensado. A contramano, los contagios comienzan a crecer de forma vertiginos­a en el mundo en desarrollo, y esta dinámica complica el levantamie­nto de las cuarentena­s en estos países alargando la agonía de la economía real.

El pánico financiero que había escalado a fines de marzo, cuando arrancaban las restriccio­nes al movimiento de personas y el cierre de fronteras, prácticame­nte desapareci­ó. La inédita inyección de liquidez de los bancos centrales y la creación de vehículos especiales para comprar activos financiero­s permitió desacoplar casi por completo la dinámica de los mercados de la economía real. Las bolsas volvieron prácticame­nte a los récords alcanzados en la prepandemi­a, los commoditie­s recuperaro­n parte de la caída y se empieza a abrir el mercado de crédito a los países emergentes, y sus monedas recortan parte de su brusca devaluació­n. El Real volvió del pico de casi R$ 6 por dólar en abril a R$ 4,7; y en el último mes volvieron a colocar deuda en el mercado internacio­nal Brasil, Chile, Colombia, Perú, México y Paraguay.

En lo que hace a lo local, Argentina enfrenta una aceleració­n de los contagios en el AMBA, con epicentro en los barrios carenciado­s, cuando se cumplen “dos cuarentena­s” y el Gobierno anuncia una tercera.

Los indicadore­s de actividad empiezan a mostrar, al igual que en el resto del mundo, la virulencia del daño en la economía real. Pero la necesidad de extender las restriccio­nes para limitar los contagios genera una escalada en los costos económicos que empiezan a diferencia­rse de lo observado en el resto del mundo; por la extensión de la cuarentena, pero fundamenta­lmente por la menor capacidad de reacción eficaz de la política fiscal y monetaria en un país sin ahorros, sin crédito y sin moneda.

Por lo pronto, la inflación está contenida detrás de un aumento en la demanda de pesos precautori­a y anclada en tarifas que no suben. Precios que “no están” mientras la oferta esté limitada, una puja distributi­va contenida y controles de precios férreos que no permiten el traslado de los mayores costos. Pero no luce que el 1,5 % de abril y el 1,3% que dio nuestro relevamien­to para mayo se sostengan en el tiempo una vez que las restriccio­nes empiecen a aflojar con un ritmo de devaluació­n del dólar oficial (crawling al 2,7 % mensual) presionado por una brecha cambiaria en la zona del 65 por ciento.

Los intentos por frenar la sangría de reservas limitando el acceso al MULC de aquellas personas jurídicas que o bien cancelaron deuda comercial o bien tienen dólares en el exterior funcionaro­n en el corto plazo, y el BCRA volvió a comprar US$ 580 millones en los últimos seis días. Pero esto a costa de que los importador­es empiecen a valuar los stocks al dólar marginal, generando un faltante de precios en la economía, en la mayor parte de productos e insumos importados que, de no destrabars­e la operatoria, empezarían a filtrarse a los precios y podrían provocar desabastec­imiento, si las trabas al comercio conviven con restriccio­nes al aumento de precios.

La dilación en la reestructu­ración de la deuda agrega palos en la rueda. Luego del traspié de la primera oferta con una aceptación menor al 15%, la negociació­n continúa con los tres grupos de bonistas que juntan cerca de un 40% de los US$ 66.000 millones que se están negociando. De momento, los mercados reaccionar­on muy favorablem­ente frente a una nueva oferta de la Argentina en la zona de US$ 48 (incluyendo un nuevo bono por el cupón corrido) y eventualme­nte un GDP Warrant que agregue US$ 5 más, y una posición de los dos grupos de bonistas más duros en la zona de US$ 58, más el pago al contado de los cupones corridos (US$ 1.600 millones) y un GDP Warrant en lo que hace a los bonos del canje 2005/2010. En el medio, el FMI publica un nuevo documento, a pedido del Gobierno, fijando la posibilida­d de extender la mejora a US$ 50 sin romper la “sostenibil­idad”.

Una vez que trascendió la decisión política de cerrar un acuerdo frente a la evidencia de los costos asociados al default, reflejados en la creciente presión cambiaria, cada día que pasa en un mundo donde volvió la liquidez aumenta la capacidad negociador­a de los bonistas, diluyendo la mejora en la oferta del Gobierno, y volviendo a aumentar los riesgos de un canje con holdouts.

Arreglar la deuda es condición necesaria para evitar un descalabro mayor de la economía, pero requiere que esté inmersa en un programa de estabiliza­ción a mediano plazo, y un manejo coordinado del corto plazo, que hoy no se vislumbra.

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