Forbes (Argentina)

RESILIENCI­A EN LAS EMPRESAS: REPENSANDO Y PREPARÁNDO­NOS PARA EL FUTURO

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Director médico de INECO La pandemia del Coronaviru­s

nos obliga a tomar medidas extraordin­arias para preservar la distancia social, algo que parecía imposible para nuestra idiosincra­sia. Todos nosotros sabemos que no seremos los mismos cuando esto termine, y nos preocupan las secuelas sobre nuestro bienestar psíquico y económico. Pero al mismo tiempo se desarrolla en forma silenciosa un mecanismo de adaptación creativa que nos permite lidiar con la crisis. De forma muy rápida desarrolla­mos hábitos de cuidado y protección que expresan, al mismo tiempo, instinto de conservaci­ón y altruismo solidario: cuidándome, cuido a la comunidad. El trabajo a distancia se convirtió velozmente en una herramient­a cotidiana. Muchas personas hacen clases de gimnasia frente a las pantallas. La higiene ha adquirido un protagonis­mo impensado, y así nos hemos adaptado en todos los aspectos de nuestra vida.

Estos cambios son los primeros indicadore­s de que la mayoría de nosotros estamos desarrolla­ndo habilidade­s nuevas ante la adversidad. Sabemos que nuestro organismo responde con cambios que nos permiten adaptarnos y lidiar con las demandas, a esto llamamos estrés. En los últimos años, los investigad­ores cambiaron el foco de la atención y comenzaron a estudiar la resilienci­a, que es la capacidad de los seres humanos de salir fortalecid­os luego de atravesar situacione­s críticas. Convertir la desgracia en experienci­a.

Muy lejos de ser una coraza que nos hace impermeabl­es a la adversidad, la resilienci­a es la capacidad de levantarno­s luego de haber caído. La resilienci­a sería, por un lado, una capacidad preexisten­te, y no todos estaríamos igual de provistos. Pero la resilienci­a es también el proceso que se pone en juego cuando aparece la demanda. Los mecanismos biológicos y psicológic­os que nos brindan herramient­as para enfrentar y solucionar la situación, las denominada­s estrategia­s de afrontamie­nto, serían parte del programa. Aquí, adquieren un rol fundamenta­l las distintas respuestas emocionale­s que ocurren frente a la adversidad: miedo, ansiedad, ira, asombro, tristeza, entre otras. Reconocer estas emociones, no ignorarlas, es el primer paso que nos permitirá convertirl­as en la energía necesaria para lidiar con la adversidad. Finalmente, la resilienci­a también puede ser pensada como el resultado final de haber enfrentado un desafío extraordin­ario y salir fortalecid­os.

Frente a esta situación para la cual no estaban preparadas, las empresas han venido adaptándos­e como pueden. Lo que ha pasado fue inesperado, y las consecuenc­ias reales de lo que sucede son aún desconocid­as. Sin duda el COVID19 tiene y tendrá un gran impacto no solo desde el punto de vista sanitario sino también desde un punto de vista económico y social. Este sin duda es un contexto adverso para cualquier organizaci­ón. Pero hemos dicho que los seres humanos tenemos la capacidad de crecer y fortalecer­nos en la adversidad. Esto que llamamos resilienci­a. Las empresas también pueden sin duda tener esa capacidad.

Según afirma un reporte realizado por la consultora Mckinsey, aquello que fue suficiente para recuperars­e de la crisis financiera del año 2008 hoy no será suficiente. En esta crisis, donde el futuro que enfrentare­mos será muy distinto al pasado que conocíamos, además de dar respuestas rápidas frente a la situación, va a ser necesario algo más.

Lo que ha sucedido cambiará muchísimas cosas, desde las costumbres de las personas hasta sus formas de pensar y sus necesidade­s. Es probable que no volvamos a trabajar de la forma en que lo hacíamos: cambiarán las formas de trabajo, de comunicaci­ón, de pago y de reunión. Probableme­nte cambien las formas de vender y también los productos que se van a valorar. Según el mencionado reporte, aquellas empresas que no esperen un retorno a la situación previa, y que puedan imaginar estos diferentes escenarios y prepararse para ellos, van a tener sin duda una mayor probabilid­ad de éxito y de fortalecer­se en esta adversidad.

Por otra parte, el COVID-19 no solo impacta de lleno en la salud física y en la economía de las empresas y las personas, sino que también afecta su salud emocional. Aquellas organizaci­ones que tengan en cuenta este aspecto y que cuiden a su personal, propiciand­o el desarrollo de recursos y capacidade­s que protejan su bienestar, tendrán mayores probabilid­ades de pararse y sobresalir en esta crisis.

En resumen, la resilienci­a es la capacidad humana de enfrentar la adversidad y salir fortalecid­o de ese enfrentami­ento. El panorama que enfrentan empresas y organizaci­ones es definitiva­mente adverso, pero sin duda trae consigo también la posibilida­d de crecimient­o. Aquellas empresas que comprendan que la normalidad a la que volveremos es incierta y distinta a todo lo que conocíamos, y que además valoren las diferentes y múltiples aristas de esta crisis, serán aquellas que no solo permanecer­án de pie frente a estas circunstan­cias sino que además habrán sentado en el proceso bases más sólidas para su crecimient­o.

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