Jorge Brito
El expresidente del Banco Macro falleció a los 68 años en un accidente aéreo en Salta. La historia de un hombre que se hizo a sí mismo: de un préstamo de su madre para su primera empresa a ser uno de los banqueros más poderosos de la Argentina.
El expresidente del Banco Macro falleció a los 68 años en un accidente aéreo en Salta. La historia de un hombre que se hizo a sí mismo: de un préstamo de su madre para su primera empresa a ser el banquero más poderoso de la Argentina. Cómo se convirtió en uno de los hombres más ricos del país.
Muy pocos empresarios entendieron tan bien a la Argentina como Jorge Horacio Brito. Desde sus inicios logró hallar oportunidades en las constantes crisis financieras y económicas. Pero también pudo sostener su visión a largo plazo para expandirse, diversificarse y atravesar las brutales coyunturas. El impacto de su fallecimiento, a los 68 años, conmovió a todo el establishment, al punto que recibió más particiones fúnebres que Amalia Lacroze de Fortabat (ver aparte). El detalle refleja los vínculos que supo construir con los sectores más diversos y plurales de los negocios, la economía y la política.
Más allá del legado que deja a sus familiares, la historia de Brito es imposible de sintetizar en una nota periodística. Pero sí es valioso repasar algunos detalles de su increíble vida. O de cómo un joven de clase media supo disponer de un crédito de US$ 10.000 de su madre para convertirse, con el paso de las décadas, en uno de los banqueros más poderosos, con una fortuna que según Forbes llegó a los US$ 1.500 millones pero que, luego de posteriores devaluaciones en los últimos tres años y su impacto en las cotizaciones de las empresas nacionales, en 2020, se ubicó en el puesto 32 con US$ 360 millones.
Brito no solo era accionista del Banco Macro, su buque insignia, sino también uno de los cinco ganaderos más grandes, a través de Inversora Juramento. Sumaba parti
cipación en el mercado de real estate a través de Vizora, la empresa dirigida por su hija Milagros, con quien fue tapa de Forbes en 2011. Y se involucró en el negocio de energía, con una participación del 8,33% en Genneia, junto a su hijo mayor, Jorge Pablo. Hasta marzo de 2016 fue presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba).
Hamburgo fue el nombre de la primera financiera que fundó de la mano de su socio de la vida, Jorge Ezequiel Delfín Carballo (68). Fue a mediados de la década del 70, y a partir de un préstamo de US$ 10.000 que le otorgó su madre. Al poco tiempo, la sociedad pasó a llamarse Anglia y sería la semilla del futuro Grupo Macro.
Junto a sus socios compraron Macro cuando uno de sus dueños era Mario Brodersohn, secretario de Hacienda del presidente Raúl Alfonsín. Sin embargo, no fue hasta 1987 que la entidad recibió la autorización del Banco Central de la República Argentina para operar como banco comercial. Hoy, está valuada en alrededor de US$ 1.000 millones y es la quinta del ranking nacional por activos con $ 625.000 millones bajo administración y ganancias por $ 13.850 millones en los primeros seis meses de este año.
En la década del 90 los negocios de la familia Brito se multiplicaron. Primero hizo su incursión en el negocio agropecuario comprando campos en Salta, y luego, en 1996, amplió sus dominios financieros con la primera compra de un banco provincial, casualmente el de la misma provincia, Salta. Pero no sería el único. Sumaría el de Jujuy en los siguientes tres años. Y faltaba más. Brito ya no era un finacista brillante que había tenido un éxito fugaz, sino un empresario que iba construyendo su camino. Brito ya era un banquero. Eduardo Escasany, el máximo referente del Grupo Financiero Galicia, lo recuerda como un “obsesionado por la Argentina” (ver aparte). Como todos los empresarios importantes del país, atravesó la crisis del 2001 con el miedo a perderlo todo.
Sin embargo, una vez superado, logró consolidar la empresa y continuar con su expansión. También mantuvo siempre un fluido diálogo con todos los sectores políticos. Según el libro Los patrones de la Argentina, de Esteban Rafele y Pablo Fernández Blanco, cuando Brito conoció a Néstor Kirchner, y luego de algunos cruces mediáticos, le dijo: “Mire, Presidente, no lo conozco, yo no lo voté, pero necesito que le vaya bien. Porque si a usted le va bien, a mí me va a ir bien”. La relación que comenzó torpemente continuaría tras el fallecimiento de Néstor con la expresidenta Cristina Kirchner y también con mucha cercanía a Sergio Massa.
En el libro también se detalla que fue uno de los pocos que lograron rentabilidad en 2003 mientras el sector daba pérdidas: ganó $ 199,8 millones, algo así como US$ 62,8 millones. Cerró 2012 con un resultado en pesos 7,5 veces mayor, llegando a $ 1.493,6 millones o US$ 305 millones. En una década el banco embolsó ganancias por más de $ 6.667 millones, lo que equivale a US$ 1.734 millones. Su valor de mercado creció a fuerza de esa expansión, y en 2012 alcanzó los US$ 1.471 millones. Sin embargo, no fue su mejor racha. Macro llegaría a valuarse en más de US$ 8.000 millones a inicios de 2018, cuando el raid alcista de los activos argentinos llegaba a la cúspide, antes de cambiar la tendencia hacia el declive sostenido que experimenta el mercado bursátil en los últimos años.
Brito nunca se consideró amigo de Kirchner, pero supo entablar una buena relación con él. Hablaban por teléfono al menos dos veces al mes
BRITO FUE MIEMBRO DEL RANKING FORBES US CON UNA FORTUNA ESTIMADA EN US$ 1.500 MILLONES.
y compartían reuniones en la Casa Rosada y en Olivos. Con el paso de los años, Brito se convirtió en un intelocutor necesario para el gobierno, que conservaba una relación tensa con el sector financiero. Dicho de otro modo: Brito intentaba desmontar los prejuicios hacia el sector privado que aún hoy prevalecen en un sector del kirchnerismo.
En 2006 el Macro dio otro paso: el banco, que ya cotizaba en la bolsa porteña desde 1994, abrió su capital en la Bolsa de Valores de Nueva York el 24 de marzo, lo que significó la primera oferta pública inicial de una empresa argentina desde 1997. Según se relata en el capítulo dedicado al banquero, una nueva emisión de 75 millones de acciones y una venta de los socios mayoritarios, Brito, Carballo y Fernando Sansuste, en ese entonces director de la entidad, hicieron que los accionistas recaudaran en conjunto US$ 276 millones.
Luego de la operación retuvieron en conjunto el 40% de las acciones del banco, entonces valuado en US$ 1.212 millones. Una gran porción de las acciones quedó en manos de la administración de fondos de jubilaciones y pensiones, las AFJP. En 2009, cuando el gobierno estatizó el sistema, se
convirtió en el principal socio minoritario del banco con el 30,97% de las acciones; Brito quedó segundo con poco más del 20%, y tercero Carballo, con otro 18,75%. En los últimos registros del BCRA, el equilibrio entre los socios controlantes era absoluto. Brito conservaba un 17,37% del capital y el 19,37% de los votos, mientras que Carballo sumaba 17,47% y 19,19%.
Un almuerzo con el Gobernador de Salta fue la antesala de la tragedia. Brito se dirigía, junto a su piloto de confianza, a uno de sus campos. El helicóptero se enredó con unos cables de tirolesa y el desenlace fue fatal e instantáneo.
En Salta, Brito reunía 87.414 hectáreas propias. Estaba en pleno proceso de duplicación de su feedlot de 40.000 cabezas, suficientes para engordar 80.000 bovinos por año. Sin embargo, el frigorífico Bermejo, también de su propiedad, no era el último eslabón de la cadena, ya que una red de carnicerías propias le permitía llegar al consumidor final, aun en Buenos Aires. Esta era probablemente su mayor apuesta productiva en el país que amaba y en el cual desarrolló su carrera y acrecentó su patrimonio.
Casado con Marcela Carballo, hermana de su socio, tuvo seis hijos: Milagros, Marcos, Constanza, Santiago, Mateo y Jorge Pablo. Este último tomará parte de las funciones que su padre llevaba a diario. Durante la pandemia, Brito se ocupó de manter charlas por Zoom con empleados de distintas sucursales, de cambiar el país, sin perder el contacto con su gente. Acaso ese sea uno de sus mayores legados.
JORGE BRITO ERA UNO DE LOS CINCO GANADEROS MÁS POTENTES DEL PAÍS, CON INVERSORA JURAMENTO.