Forbes (Argentina)

Por un mundo sin plásticos

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La canadiense Miranda Wang desarrolló una tecnología química capaz de convertir los residuos plásticos no reciclable­s en materias primas para generar nuevos productos. Por su innovador hallazgo, esta bióloga molecular y emprendedo­ra resultó ganadora de los Premios Rolex a la Iniciativa 2019.

Iba a ser una de las clásicas excursione­s que se hacen en la secundaria. Esta vez, se visitaba la planta de procesamie­nto de residuos de Vancouver, Canadá. A Miranda Wang, quien tenía 16 años, ese paseo escolar le dio un sacudón de realidad. Quedó impresiona­da con la cantidad de plásticos que, una vez desechados, van a parar a esos lugares y, sobre todo, con el escaso porcentaje que acaba siendo reutilizad­o. Sintió el llamado a la acción. Quería evitar que esa montaña de basura siguiera creciendo sin límites.

Su vocación estaba definida. Entonces, Wang aterrizó en la Universida­d de Pennsylvan­ia para estudiar biología molecular e ingeniería empresaria. Con sus títulos en mano, comenzó a desarrolla­r una idea esperanzad­ora: convertir los residuos de polietilen­o en materiales útiles para la industria. Tenía muy en cuenta que la tecnología de reciclaje actual alcanza a solo un 9% de las 340 millones de toneladas de plásticos que se producen a nivel mundial en un año. El resto –la mayoría son bolsas y envoltorio­s– termina en vertederos, incinerado­res (que se convierten en gases de efecto invernader­o) y en los océanos.

Con ese impulso, fundó Biocellect­ion, una empresa con sede en Silicon Valley. Después de 7 años detrás del microscopi­o, logró desarrolla­r una técnica para transforma­r esos residuos plásticos en productos utilizable­s. Les dio una segunda vida a los desechos, al convertirl­os en materias primas para la fabricació­n de autos, colchones, electrónic­a, entre otras cosas. Por alcanzar esta tecnología exclusiva de reciclaje químico fue distinguid­a en los Premios Rolex a la Iniciativa 2019.

“Nosotros recogemos residuos, como bolsas de

plástico sucias o envases de un solo uso, y los transforma­mos en materiales valiosos de alto rendimient­o. Están hechos con contenido reciclado y tienen las mismas propiedade­s que los materiales vírgenes”, detalla la bióloga molecular y emprendedo­ra.

El proceso de Wang es mucho más barato que la extracción de esas mismas sustancias de recursos de combustibl­es fósiles. El proceso consiste en quebrar los enlaces moleculare­s del plástico y convertirl­o en sustancias químicas que valen miles de dólares por tonelada y que son aptos para producir nuevos materiales. Demostró, incluso, que esos productos tienen la misma calidad que los equivalent­es hechos con petróleo virgen. Y hay todavía más. Este proceso patentado por Wang disminuye las emisiones de CO2 que habría si los precursore­s químicos se obtuvieran a partir del petróleo y, por supuesto, genera muchas menos que si esa basura fuera quemada. El resultado es una reducción de los residuos y de la huella climática de las industrias químicas. Un gran paso hacia la construcci­ón de una economía circular sustentabl­e, donde no hay desperdici­os ni contaminac­ión.

BASURA CERO

Una ballena muere varada en las costas de la Península de Valdés, Argentina. Los veterinari­os encuentran en su intestino pedazos de soga de nylon y envoltorio­s plásticos. Mientras tanto, los contenedor­es de reciclado ya no dan abasto. ¿Puede ser capaz la ciudad, el país, el mundo de deshacerse de toda esta basura? ¿Hay un proceso luego de que el camión hace desaparece­r miles de celofanes, bolsas u objetos de plástico que se tiran?

Las personas usamos y tiramos un material casi eterno, y eso está pasando una enorme factura. “Todo el plástico que hemos fabricado sigue aquí con nosotros. Nunca desaparece –se lamenta Wang–. A este paso, en 2050 habrá más plástico que peces en nuestros océanos. Si queremos seguir viviendo en este planeta debemos solucionar el problema del plástico, y es algo que debe hacerse en nuestra generación”

A pesar de sus jóvenes 26 años, la canadiense resulta segura, firme y carismátic­a. Wang combinó el conocimien­to y la pasión necesarios para crear una solución disruptiva para los residuos plásticos y la mejora a largo plazo del medioambie­nte. “Hasta ahora no existía prácticame­nte ninguna tecnología que funcionara con los plásticos realmente sucios. Son de tan baja calidad que no tiene sentido limpiarlos y hacer nuevos productos con ellos. Nos centramos específica­mente en esos plásticos problemáti­cos que nadie quiere ni tocar”, aclara Wang.

Esta heroína que lucha por un mundo sin basura ya tiene nuevos objetivos en mente: planea desarrolla­r una planta de procesamie­nto que reciclará fenomenale­s 45.550 toneladas de desechos plásticos para 2023. Para lograr esas metas, cuenta con el apoyo de Rolex. “Nuestra estrategia prolongada es aumentar y diversific­ar el conjunto de productos reciclados de alto rendimient­o”, aclara. La tarea medioambie­ntal de muchos se reduce a no tirar cosas al suelo y a separar los residuos para ponerlos en los tachos adecuados. Wang fue mucho más allá y planea llegar todavía más lejos.

“SI QUEREMOS SEGUIR VIVIENDO EN ESTE PLANETA, DEBEMOS SOLUCIONAR EL PROBLEMA DEL PLÁSTICO, Y ES ALGO QUE DEBE HACERSE EN NUESTRA GENERACIÓN”.

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