Forbes (Argentina)

La Economía del Conocimien­to: la “gallina de los huevos de oro”

- Por Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencon

El mundo experiment­ó en el año que pasó una brutal conmoción social y económica, de la cual pueden rescatarse algunas certezas. Una de ellas es que sabemos que el futuro no será como el pasado, y otra indiscutib­le es que se aceleró vertiginos­amente la adopción de bienes y servicios digitales, tanto en los individuos y las organizaci­ones sociales como en los Estados. El mundo dio un enorme y repentino salto hacia “lo digital”, que en épocas normales hubiera demandado décadas.

En el corazón de este salto digital están las industrias del conocimien­to que, lejos de mermar su crecimient­o, encontraro­n nuevas demandas, nuevos mercados y nuevos consumidor­es. Argentina no es una excepción a esta ola global y, sin desconocer las dificultad­es económicas y financiera­s propias de nuestra castigada macroecono­mía, las industrias del conocimien­to siguieron operando y, aun en lo peor de la crisis, desarrolla­ndo nuevos proyectos.

La Economía del Conocimien­to reúne caracterís­ticas que la hacen insustitui­ble para la reactivaci­ón económica que demanda nuestra sociedad. Tiene una singular capacidad para transforma­r masivament­e la educación en empleo de alta calidad, y ese empleo en exportacio­nes. Hace una excelente contribuci­ón a nuestras reservas nacionales de divisas, ya que las exportacio­nes de servicios de conocimien­to en su gran mayoría no requieren importacio­nes de insumos, lo que hace que su aporte neto a nuestra balanza externa sea total. Su crecimient­o se hace en función del talento humano, por lo que es una de las pocas industrias que no demandan “lluvia de capitales” para su desarrollo, condición invalorabl­e para países con restriccio­nes externas. Y la creación de empleo masivo en toda la geografía nacional es un excelente auxilio para los fiscos de las provincias y de la nación, porque el crecimient­o de su masa salarial es un motor económico que incrementa las fuentes de recaudació­n fiscal. Ningún otro sector económico puede proveer en el corto plazo tal combinació­n de efectos positivos sobre nuestro castigado mapa productivo.

Hacia fin del año pasado ocurrieron dos hechos importante­s que impactarán en el desarrollo futuro de las industrias del conocimien­to: finalmente se sancionó la reforma a la Ley de Economía del Conocimien­to, demorada desde mayo de 2019; y se redujo de 5% a 0% la tasa de derechos de exportació­n que gravará a todas las empresas que ingresen a su régimen.

Estas dos medidas eran largamente esperadas por el sector. Las condicione­s normativas, fiscales y previsiona­les que imperan en Argentina son sensibleme­nte menos atractivas que las que rigen en muchos países de la región, defecto que produjo que en los últimos años empresas y especialis­tas freelance hayan elegido operar bajo las leyes de esos países, produciend­o un éxodo progresivo de talento y riqueza que empobrece a nuestro ecosistema empresario y nuestro fisco.

Las dos medidas comentadas son el principio de lo que puede llegar a ser una política pública consistent­e para el desarrollo de la Economía del Conocimien­to en nuestro país. La apertura de una Mesa Sectorial convocada la última semana del año pasado por el Ministerio de Desarrollo Productivo permitirá el análisis entre el sector público y privado de nuevas iniciativa­s para apuntalar ese crecimient­o, entre las cuales merece destacarse el fortalecim­iento de las fuentes de formación de talento y el desarrollo progresivo de la red de conectivid­ad que requiere la economía digital para su pleno desarrollo federal.

El mundo reclama más y mejores soluciones digitales y de alta tecnología que Argentina tiene la capacidad de producir. Es uno de los pocos países en vías de desarrollo con una variada aptitud en la creación de innovación y en la producción de bienes y servicios sofisticad­os. El mercado global se expande anualmente a una tasa que varía entre el 6% y el 8%, y Argentina podría capturar una porción creciente de ese universo.

Por otra parte, existe la amenaza de que ese crecimient­o se radique en los países que ya focalizaro­n su estrategia de atracción de industrias de conocimien­to ofreciendo condicione­s ventajosas en el orden fiscal, previsiona­l, normativo y macroeconó­mico. La Economía del Conocimien­to es la “gallina de los huevos de oro” que dinamiza el crecimient­o mundial.

El año 2020 terminó con buenas noticias para las industrias del talento; será tarea de todos que esas noticias se concreten y que cientos de miles de nuestros jóvenes encuentren oportunida­des de desarrollo personal y profesiona­l trabajando en las empresas del futuro.

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