Un mundo de nuevas oportunidades
2020: En medio de la tormenta. Muchas veces las cosas pasan tan rápido que casi creemos que algunas nunca sucedieron. Pero no nos olvidemos: en abril del año pasado muchos anticipaban un derrumbe total de la industria automotriz, no solo en nuestro país sino también a nivel mundial. Los analistas de la industria esperaban lo peor cuando la pandemia de Coronavirus interrumpió la producción y la exportación de vehículos.
En nuestro país, todo el sector dio el primer paso adelante: el consenso y la madurez entre terminales, sindicatos, cadena de valor y gobierno nos permitió volver a producir en un momento donde no era fácil tomar esa decisión. En lo personal, quizá una de las decisiones más difíciles que tuve que asumir al frente de la compañía. Porque esta vez se trataba de tomar todas las medidas necesarias para preservar la salud de nuestros colaboradores y, al mismo tiempo, darle continuidad a la operación. Siempre lo tuve claro: era salud con economía.
La industria automotriz resistió, y las cifras de venta de vehículos en la segunda mitad del último año fueron una señal más que positiva para lo que viene. Las terminales de nuestro país siguen produciendo, y esa es la mejor noticia.
Pero ¿qué vendrá en 2021? En cuanto al mercado, hay algunas tendencias que vemos consolidadas en el corto y mediano plazo: la demanda de pick-ups seguirá en aumento y las SUV fortalecerán su posición. La flamante renovación de nuestra Hilux y el inminente lanzamiento regional en el “segmento estrella” de la SUV con el Corolla Cross nos llenan de expectativas. Al mismo tiempo, comenzamos a vivir la transformación de un nuevo mundo postpandemia. Desde el punto de vista laboral, habrá un impacto sobre todas las organizaciones: seguramente las formas de trabajo ya no serán las mismas. Sin lugar a duda, también se profundizará la digitalización en todos los ámbitos. En la compañía ya habíamos introducido, muy poco antes del inicio del aislamiento social, la plataforma e-toyota, que se desarrolló con el objetivo de digitalizar la experiencia con nuestros clientes y hoy representa casi el 10% de nuestras ventas. Pero sobre todo somos optimistas para lo que viene: el plan de producción para 2021 en nuestra planta de Zárate es de 135.000 unidades, más de un 40% que el año anterior.
Ser líderes o ser mejores: el futuro que soñamos El año 2020 fue de una profunda reflexión para todos los que somos parte de la compañía. Nuestro liderazgo a nivel mundial no nos relaja ni tuerce la dirección. Para nosotros, los resultados son la respuesta de un trabajo a largo plazo y la consecuencia de un proceso de mejora continua dentro de la compañía. Nuestro objetivo es ser cada día más sustentables desde lo productivo, económico, social y ambiental.
Frente a la profunda transformación de la industria, Toyota está acelerando diferentes iniciativas para transformarse en una empresa de movilidad. Reforzando la competitividad, perseguimos iniciativas de desarrollo a nivel mundial, entre las que se incluyen servicios que van más allá de los límites de nuestro negocio de fabricación y venta de vehículos. El rebranding de Kinto como nuestra plataforma a nivel global nos permitió consolidar un negocio que venimos desarrollando desde hace dos años, el cual incluye el alquiler de vehículos, gestión de flotas y un nuevo servicio que funcionará por suscripción.
La movilidad sustentable no es mirar al futuro, es hablar del presente. Los desafíos y prioridades que tenemos en el aspecto ambiental nos exigen una mayor responsabilidad. Nuestra estrategia de vehículos híbridos en el país, incluyendo las marcas Toyota y Lexus, es el paso que queremos consolidar en el proceso de electrificación que ya no tiene vuelta atrás. Pero al mismo tiempo trabajamos para alcanzar las cero emisiones de CO2 en el proceso productivo, donde también dimos pasos firmes: como parte de la alianza estratégica con YPF Luz, la planta de Zárate ya produce nuestros vehículos con energía eléctrica 100% proveniente de fuente renovable. Queremos seguir transformando la forma en que fabricamos nuestros vehículos para proteger nuestro planeta.
Y, por último, nuestra apuesta por el deporte motor a través de GAZOO Racing. La participación en las actividades de motorsports nos facilita nuestra tarea de desarrollar vehículos cada vez mejores a través de las competencias, y a su vez nos ayuda a promover la pasión por el automovilismo. La consolidación de Toyota Argentina como plataforma global de diseño, producción y exportación de vehículos utilitarios bajo GAZOO nos impulsa al desarrollo de nuevos proyectos.
Todos los que somos parte de la compañía creemos que hay una forma de hacer las cosas. Y para poder pensar en el largo plazo nos proponemos ser mejores todos los días, trabajando en equipo y apostando por la innovación. El proceso de cambio que vive la industria nos obliga a superarnos, pero también nos revela nuevas oportunidades.
La gestión
de los recursos energéticos en la Argentina generó en lo que va del siglo muchos más problemas que soluciones, al punto de condicionar a toda la macroeconomía sin distinguir gobiernos. Insumo básico de cualquier proceso de desarrollo productivo y social, una buena plataforma energética debe incluir seguridad de abastecimiento, costos competitivos, energías limpias y sustentables acordes con la lucha contra el cambio climático y una economía sectorial sana. Se podría decir que todos esos aspectos están cuestionados en el país.
A la luz de los resultados de un 2020 que cerró con una caída del 5,5% de producción de petróleo y de 8,9% de gas natural, el peso de tarifas congeladas por casi dos años que atacan las finanzas de las empresa y el agobio de los subsidios por casi US$ 6.000 millones, el ex secretario de Energía Jorge Lapeña y presidente del Instituto Argentino de la Energía (IAE) plantea la urgencia de “un cambio de rumbo que atienda los problemas no resueltos en los últimos 20 años y que vienen ahora recargados” por las consecuencias de la pandemia.
Presidente de la petrolera YPF durante la gestión de Raúl Afonsín, Lapeña cuestiona el rumbo de la compañía de los últimos años, los riesgos de su alto endeudamiento, pero sobre todo el rol que dejó vacante en la industria de los hidrocarburos, con una crítica mirada sobre los efectos que generó la apuesta a todo o nada en la esperanza de Vaca Muerta, valor indiscutido de este y los dos últimos gobiernos.
“Hay una visión negativa de la marcha de los negocios energéticos en un momento del sector del que no se puede decir otra cosa que está muy comprometido. Desde el punto de vista de los hidrocarburos, la Argentina erró la estrategia hace mucho tiempo al concentrar la producción de petróleo y gas proveniente de Vaca Muerta”, afirma uno de los mayores referentes independientes de la industria.
¿Por qué una visión tan crítica de un recurso que, si bien está pendiente de su desarrollo masivo, tiene el reconocimiento global?
Vaca Muerta, como los yacimientos no convencionales, es requirente de altos costos de inversión, de sofisticadas técnicas de perforación y de alto costo de explotación. Esto generó dos efectos. Por un lado, la elevación de los precios de la energía en el mercado interno argentino con precios que exceden los de la competencia para esos mismos productos en el mercado internacional. Es decir, hoy Argentina es un país que produce petróleo y gas caros. Pero, por otro lado, debemos preguntarnos cuán caros. Podríamos decir que el precio internacional del mercado del gas es el Henry Hub de los Estados Unidos y que oscila en torno a los US$ 2,5 el millón de BTU, y para poder vender a ese precio debe producir a US$ 1,5. Bueno, Argentina casi duplica ese valor, y por lo tanto es caro en el mer
Presidente del Instituto Argentino de Energía General Mosconi; ex secretario de Energía de la Nación y subsecretario de Planificación Energética durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín. También fue presidente del directorio de YPF.
interno y no es comercializable en el mercado internacional, ni tiene infraestructura para sacarlo ni costos competitivos para participar en el mundo. Por lo que se convierte en una desventaja comparativa.
¿Y en el caso del petróleo ocurre lo mismo?
Ocurre lo mismo. Para explotar Vaca Muerta es necesario endeudarse en dólares y requiere una corriente de inversión que tiene que venir del exterior, pero que después hay que repagar. Y en este momento endeudarse con el exterior para un país que tiene el desequilibrio macroeconómico de la Argentina es realmente oneroso y complicado. Este fenómeno también tiene el macro efecto de haber generado la crítica situación de YPF, la empresa más importante de la Argentina, columna vertebral del sistema energético que produce el 60% de naftas y de gasoil, el mayor productor de gas y petróleo, que está sobreendeudada en el orden de los US$ 8.000 millones cuando tiene un valor de mercado que no supera los US$ 1.500 millones por el valor de sus acciones. Pero esta es una situación muy complicada no solo para la empresa sino que tiñe a todo el sector. El hecho de ver tambalear a la principal empresa argentina es preocupante para el sector que está conmovido y expectante por cómo se soluciona el problema.
¿Esa deuda que se está reestructurando con éxito no es un buen punto de partida?
Desde el punto de vista político, el Gobierno actúa como un principiante. Queda claro que asumió sin un plan para YPF y complica el funcionamiento del mercado porque obliga al sector a afrontar estos altos costos y se le superpone el grave desequilibrio económico. El Gobierno declaró una emergencia general en la cual incluyó la educativa económica energética y otras, a diez días de haber asumido, e intervino los entes reguladores, pero no tenía idea de fondo para aplicar en el sector energético. Cambió dos secretarios de Energía que no se expresaron públicamente, y habla de una carencia de ideas, a lo que suma una situación complicada con el relevo del presidente de YPF que no tenía experiencia energética y va a ser reemplazado por otra persona que tampoco tiene expertise ni antecedentes el sector. Pero es cierto que todo esto está emparentado con el desmanejo del siglo XXI en una saga de desaciertos tremendos como lo fue la venta primero a Repsol, luego a los Eskenazi, la nacionalización intempestiva de 2012 y la equivocación estratégica de haber concentrado a YPF en yacimientos de alto costo sin la experiencia y los capitales necesarios
Vaca Muerta es la estrella energética de este primer año de Gobierno, pero también de los últimos dos, casi sin diferenciar ideologías. ¿El error fue no haber aprovechado lo que aún ofrecía el convencional que es de costos más bajos?
Efectivamente, YPF fue sacada desde hace 25 años de su rol
histórico de explorar, descubrir yacimientos, nuevas cuencas, incorporar nuevas reservas de bajo costo para reemplazar las viejas. Este es el corazón de la actividad petrolera, que es descubrir petróleo para poner en producción y fue algo que la principal empresa abandonó completamente a partir de la privatización de los 90, cuando se extranjerizó y sus socios eran fondos extranjeros que buscaban invertir para reproducir su dinero. Pero esto fue compartido no solo por el Justicialismo y sus diversos gobiernos sino también por la administración de Cambiemos, que apostó a Vaca Muerta como también lo hizo el Gobierno de Neuquén. Fue un error histórico de la argentina petrolera que se está pagando carísimo, muy posiblemente con el peligro de la desaparición de la empresa o de hacer un salvataje impensado.
Como no todo es gas y petróleo, ¿qué ocurre en el sector eléctrico?
En el sector eléctrico veo un problema similar porque se acerca a la bancarrota a partir de esta idea de tener petróleo y gas caro. Teniendo en cuenta que la electricidad se genera con hidrocarburos en un 60%, ofrece una energía cara que la población no puede pagar. Hoy estamos pagando la mitad de lo que cuesta generarla. Lo que estamos haciendo los consumidores de energía eléctrica, que somos el 95,5% de la población, es pagar la mitad de lo que cuesta la electricidad, y esto provoca un déficit del orden de los US$ 4.000 millones por año, que para que las generadoras no quiebren es compensado por transferencias de un Estado exhausto. Esta inyección de fondos de magnitud exhorbitante lo único que hacen es ahondar ese equilibrio macroeconómico incluyendo la emisión inflacionaria. El sector energético es un sector globalmente considerado fuera de punto en lo económico y financiero, y que sin la ayuda del Estado nacional iría a la quiebra.
La economía ingresó ahora en el desafío de avanzar en el descongelamiento de tarifas. ¿Cómo se va a salir de esa situación a priori tan compleja?
No se va a salir porque el Estado no tiene capacidad de financiar nada que no sea con emisión monetaria. Lo que está haciendo es generar mas inflación, devaluar el peso y así demandar más gasto. En la medida en que se siga por esta vía, el tema no se resuelve. Lo peor es que no hay idea innovadora ni la va a haber si se mantiene el error estratégico que cometieron dos administraciones y que podrán cometer los próximos tres o cuatro gobiernos de seguir con la idea de que Argentina se salva por Vaca Muerta, que hay que poner plata en ese yacimiento con más subsidios, que no se pueden aumentar tarifas y que entonces hay que congelar y compensar con mas subsidios. El Gobierno esto no lo ve o cree que va a zafar, y en esa medida va a profundizar el error. Pero ninguna economía puede avanzar sin un sector energético que no funcione porque es el insumo básico del proceso de desarrollo económico y social. Estamos postergando el procado
“YPF ESTÁ SOBREENDEUDADA Y EN UNA SITUACIÓN MUY COMPLICADA, NO SÓLO PARA LA EMPRESA SINO QUE TIÑE A TODO EL SECTOR ENERGÉTICO”
blema y la solución política.
¿Entonces la solución del problema energético es más política que económica y de disponibilidad y gestión de los recursos?
El Presidente debería explicar que tiene un problema serio, explicar el tema sin disimularlo, sin seguir viejas recetas y buscar apoyos en la clase política, sobre todo las de representación parlamentaria, para encarar un plan a medio y largo plazo. Pero esto es como tener una enfermedad y engañar el enfermo, en lugar de transparentar el problema, tener un enfermo informado y encarar entre todos la solución. El Poder Ejecutivo tendría que convocar a una solución política como se hicieron las grandes cosas de este país y validar ese apoyo en las fuerzas empresarias, la academia, para llegar a una meta acordada y terminar con muchos terraplanistas en la Argentina que creen en las soluciones mágicas.
En una coyuntura de crisis y sin esa mirada de largo plazo, ¿cómo se inserta la visión de la transición energética y el futuro de las nuevas energías?
La transición energética es una realidad. A los que creían que iban a zafar porque estaba Donald Trump en la cima del poder, bueno... La democracia más antigua y sólida del mun
do resolvió el problema. Entonces, ahora hay que referenciarse en lo que hace Joe Biden, y la lucha contra el cambio climático tiene que ocupar un rol central, lo que implica una transición desde una energía carbonosa y la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) hacia una energía que no produzca gases de efecto invernadero. En la Argentina solo tenemos el 40% de energías que no producen gases de efecto invernadero, pero los automóviles son 100% carbonosos, entonces la transición debe llegar al 2050 a una emisión neutra. Para eso hay que tener un plan energético que la Argentina no tiene. El Gobierno anterior se dedicó cuatro años a hacer escenarios que son simulaciones de lo que puede pasar en el futuro, cuando lo que hay que hacer son pronósticos y actuar con políticas y obras. En la medida en que digamos que Vaca Muerta es la única salvación de la Argentina, evidentemente seguimos pensando que no es necesaria esta transición. Argentina tiene que modificar esto, y el Presidente tiene que aprender de Biden que al segundo día de estar gobernando cambió la dirección de su antecesor en este tema. Argentina no puede seguir sin plan energético; el Mosconi viene insistiendo con esto y los gobiernos fracasan desde Alfonsín por no tener plan energético, algunos porque no querían y otros porque no sabían.