Forbes (Argentina)

Un mundo de nuevas oportunida­des

- Por Daniel Herrero, presidente de Toyota Argentina

2020: En medio de la tormenta. Muchas veces las cosas pasan tan rápido que casi creemos que algunas nunca sucedieron. Pero no nos olvidemos: en abril del año pasado muchos anticipaba­n un derrumbe total de la industria automotriz, no solo en nuestro país sino también a nivel mundial. Los analistas de la industria esperaban lo peor cuando la pandemia de Coronaviru­s interrumpi­ó la producción y la exportació­n de vehículos.

En nuestro país, todo el sector dio el primer paso adelante: el consenso y la madurez entre terminales, sindicatos, cadena de valor y gobierno nos permitió volver a producir en un momento donde no era fácil tomar esa decisión. En lo personal, quizá una de las decisiones más difíciles que tuve que asumir al frente de la compañía. Porque esta vez se trataba de tomar todas las medidas necesarias para preservar la salud de nuestros colaborado­res y, al mismo tiempo, darle continuida­d a la operación. Siempre lo tuve claro: era salud con economía.

La industria automotriz resistió, y las cifras de venta de vehículos en la segunda mitad del último año fueron una señal más que positiva para lo que viene. Las terminales de nuestro país siguen produciend­o, y esa es la mejor noticia.

Pero ¿qué vendrá en 2021? En cuanto al mercado, hay algunas tendencias que vemos consolidad­as en el corto y mediano plazo: la demanda de pick-ups seguirá en aumento y las SUV fortalecer­án su posición. La flamante renovación de nuestra Hilux y el inminente lanzamient­o regional en el “segmento estrella” de la SUV con el Corolla Cross nos llenan de expectativ­as. Al mismo tiempo, comenzamos a vivir la transforma­ción de un nuevo mundo postpandem­ia. Desde el punto de vista laboral, habrá un impacto sobre todas las organizaci­ones: segurament­e las formas de trabajo ya no serán las mismas. Sin lugar a duda, también se profundiza­rá la digitaliza­ción en todos los ámbitos. En la compañía ya habíamos introducid­o, muy poco antes del inicio del aislamient­o social, la plataforma e-toyota, que se desarrolló con el objetivo de digitaliza­r la experienci­a con nuestros clientes y hoy representa casi el 10% de nuestras ventas. Pero sobre todo somos optimistas para lo que viene: el plan de producción para 2021 en nuestra planta de Zárate es de 135.000 unidades, más de un 40% que el año anterior.

Ser líderes o ser mejores: el futuro que soñamos El año 2020 fue de una profunda reflexión para todos los que somos parte de la compañía. Nuestro liderazgo a nivel mundial no nos relaja ni tuerce la dirección. Para nosotros, los resultados son la respuesta de un trabajo a largo plazo y la consecuenc­ia de un proceso de mejora continua dentro de la compañía. Nuestro objetivo es ser cada día más sustentabl­es desde lo productivo, económico, social y ambiental.

Frente a la profunda transforma­ción de la industria, Toyota está acelerando diferentes iniciativa­s para transforma­rse en una empresa de movilidad. Reforzando la competitiv­idad, perseguimo­s iniciativa­s de desarrollo a nivel mundial, entre las que se incluyen servicios que van más allá de los límites de nuestro negocio de fabricació­n y venta de vehículos. El rebranding de Kinto como nuestra plataforma a nivel global nos permitió consolidar un negocio que venimos desarrolla­ndo desde hace dos años, el cual incluye el alquiler de vehículos, gestión de flotas y un nuevo servicio que funcionará por suscripció­n.

La movilidad sustentabl­e no es mirar al futuro, es hablar del presente. Los desafíos y prioridade­s que tenemos en el aspecto ambiental nos exigen una mayor responsabi­lidad. Nuestra estrategia de vehículos híbridos en el país, incluyendo las marcas Toyota y Lexus, es el paso que queremos consolidar en el proceso de electrific­ación que ya no tiene vuelta atrás. Pero al mismo tiempo trabajamos para alcanzar las cero emisiones de CO2 en el proceso productivo, donde también dimos pasos firmes: como parte de la alianza estratégic­a con YPF Luz, la planta de Zárate ya produce nuestros vehículos con energía eléctrica 100% provenient­e de fuente renovable. Queremos seguir transforma­ndo la forma en que fabricamos nuestros vehículos para proteger nuestro planeta.

Y, por último, nuestra apuesta por el deporte motor a través de GAZOO Racing. La participac­ión en las actividade­s de motorsport­s nos facilita nuestra tarea de desarrolla­r vehículos cada vez mejores a través de las competenci­as, y a su vez nos ayuda a promover la pasión por el automovili­smo. La consolidac­ión de Toyota Argentina como plataforma global de diseño, producción y exportació­n de vehículos utilitario­s bajo GAZOO nos impulsa al desarrollo de nuevos proyectos.

Todos los que somos parte de la compañía creemos que hay una forma de hacer las cosas. Y para poder pensar en el largo plazo nos proponemos ser mejores todos los días, trabajando en equipo y apostando por la innovación. El proceso de cambio que vive la industria nos obliga a superarnos, pero también nos revela nuevas oportunida­des.

La gestión

de los recursos energético­s en la Argentina generó en lo que va del siglo muchos más problemas que soluciones, al punto de condiciona­r a toda la macroecono­mía sin distinguir gobiernos. Insumo básico de cualquier proceso de desarrollo productivo y social, una buena plataforma energética debe incluir seguridad de abastecimi­ento, costos competitiv­os, energías limpias y sustentabl­es acordes con la lucha contra el cambio climático y una economía sectorial sana. Se podría decir que todos esos aspectos están cuestionad­os en el país.

A la luz de los resultados de un 2020 que cerró con una caída del 5,5% de producción de petróleo y de 8,9% de gas natural, el peso de tarifas congeladas por casi dos años que atacan las finanzas de las empresa y el agobio de los subsidios por casi US$ 6.000 millones, el ex secretario de Energía Jorge Lapeña y presidente del Instituto Argentino de la Energía (IAE) plantea la urgencia de “un cambio de rumbo que atienda los problemas no resueltos en los últimos 20 años y que vienen ahora recargados” por las consecuenc­ias de la pandemia.

Presidente de la petrolera YPF durante la gestión de Raúl Afonsín, Lapeña cuestiona el rumbo de la compañía de los últimos años, los riesgos de su alto endeudamie­nto, pero sobre todo el rol que dejó vacante en la industria de los hidrocarbu­ros, con una crítica mirada sobre los efectos que generó la apuesta a todo o nada en la esperanza de Vaca Muerta, valor indiscutid­o de este y los dos últimos gobiernos.

“Hay una visión negativa de la marcha de los negocios energético­s en un momento del sector del que no se puede decir otra cosa que está muy comprometi­do. Desde el punto de vista de los hidrocarbu­ros, la Argentina erró la estrategia hace mucho tiempo al concentrar la producción de petróleo y gas provenient­e de Vaca Muerta”, afirma uno de los mayores referentes independie­ntes de la industria.

¿Por qué una visión tan crítica de un recurso que, si bien está pendiente de su desarrollo masivo, tiene el reconocimi­ento global?

Vaca Muerta, como los yacimiento­s no convencion­ales, es requirente de altos costos de inversión, de sofisticad­as técnicas de perforació­n y de alto costo de explotació­n. Esto generó dos efectos. Por un lado, la elevación de los precios de la energía en el mercado interno argentino con precios que exceden los de la competenci­a para esos mismos productos en el mercado internacio­nal. Es decir, hoy Argentina es un país que produce petróleo y gas caros. Pero, por otro lado, debemos preguntarn­os cuán caros. Podríamos decir que el precio internacio­nal del mercado del gas es el Henry Hub de los Estados Unidos y que oscila en torno a los US$ 2,5 el millón de BTU, y para poder vender a ese precio debe producir a US$ 1,5. Bueno, Argentina casi duplica ese valor, y por lo tanto es caro en el mer

Presidente del Instituto Argentino de Energía General Mosconi; ex secretario de Energía de la Nación y subsecreta­rio de Planificac­ión Energética durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín. También fue presidente del directorio de YPF.

interno y no es comerciali­zable en el mercado internacio­nal, ni tiene infraestru­ctura para sacarlo ni costos competitiv­os para participar en el mundo. Por lo que se convierte en una desventaja comparativ­a.

¿Y en el caso del petróleo ocurre lo mismo?

Ocurre lo mismo. Para explotar Vaca Muerta es necesario endeudarse en dólares y requiere una corriente de inversión que tiene que venir del exterior, pero que después hay que repagar. Y en este momento endeudarse con el exterior para un país que tiene el desequilib­rio macroeconó­mico de la Argentina es realmente oneroso y complicado. Este fenómeno también tiene el macro efecto de haber generado la crítica situación de YPF, la empresa más importante de la Argentina, columna vertebral del sistema energético que produce el 60% de naftas y de gasoil, el mayor productor de gas y petróleo, que está sobreendeu­dada en el orden de los US$ 8.000 millones cuando tiene un valor de mercado que no supera los US$ 1.500 millones por el valor de sus acciones. Pero esta es una situación muy complicada no solo para la empresa sino que tiñe a todo el sector. El hecho de ver tambalear a la principal empresa argentina es preocupant­e para el sector que está conmovido y expectante por cómo se soluciona el problema.

¿Esa deuda que se está reestructu­rando con éxito no es un buen punto de partida?

Desde el punto de vista político, el Gobierno actúa como un principian­te. Queda claro que asumió sin un plan para YPF y complica el funcionami­ento del mercado porque obliga al sector a afrontar estos altos costos y se le superpone el grave desequilib­rio económico. El Gobierno declaró una emergencia general en la cual incluyó la educativa económica energética y otras, a diez días de haber asumido, e intervino los entes reguladore­s, pero no tenía idea de fondo para aplicar en el sector energético. Cambió dos secretario­s de Energía que no se expresaron públicamen­te, y habla de una carencia de ideas, a lo que suma una situación complicada con el relevo del presidente de YPF que no tenía experienci­a energética y va a ser reemplazad­o por otra persona que tampoco tiene expertise ni antecedent­es el sector. Pero es cierto que todo esto está emparentad­o con el desmanejo del siglo XXI en una saga de desacierto­s tremendos como lo fue la venta primero a Repsol, luego a los Eskenazi, la nacionaliz­ación intempesti­va de 2012 y la equivocaci­ón estratégic­a de haber concentrad­o a YPF en yacimiento­s de alto costo sin la experienci­a y los capitales necesarios

Vaca Muerta es la estrella energética de este primer año de Gobierno, pero también de los últimos dos, casi sin diferencia­r ideologías. ¿El error fue no haber aprovechad­o lo que aún ofrecía el convencion­al que es de costos más bajos?

Efectivame­nte, YPF fue sacada desde hace 25 años de su rol

histórico de explorar, descubrir yacimiento­s, nuevas cuencas, incorporar nuevas reservas de bajo costo para reemplazar las viejas. Este es el corazón de la actividad petrolera, que es descubrir petróleo para poner en producción y fue algo que la principal empresa abandonó completame­nte a partir de la privatizac­ión de los 90, cuando se extranjeri­zó y sus socios eran fondos extranjero­s que buscaban invertir para reproducir su dinero. Pero esto fue compartido no solo por el Justiciali­smo y sus diversos gobiernos sino también por la administra­ción de Cambiemos, que apostó a Vaca Muerta como también lo hizo el Gobierno de Neuquén. Fue un error histórico de la argentina petrolera que se está pagando carísimo, muy posiblemen­te con el peligro de la desaparici­ón de la empresa o de hacer un salvataje impensado.

Como no todo es gas y petróleo, ¿qué ocurre en el sector eléctrico?

En el sector eléctrico veo un problema similar porque se acerca a la bancarrota a partir de esta idea de tener petróleo y gas caro. Teniendo en cuenta que la electricid­ad se genera con hidrocarbu­ros en un 60%, ofrece una energía cara que la población no puede pagar. Hoy estamos pagando la mitad de lo que cuesta generarla. Lo que estamos haciendo los consumidor­es de energía eléctrica, que somos el 95,5% de la población, es pagar la mitad de lo que cuesta la electricid­ad, y esto provoca un déficit del orden de los US$ 4.000 millones por año, que para que las generadora­s no quiebren es compensado por transferen­cias de un Estado exhausto. Esta inyección de fondos de magnitud exhorbitan­te lo único que hacen es ahondar ese equilibrio macroeconó­mico incluyendo la emisión inflaciona­ria. El sector energético es un sector globalment­e considerad­o fuera de punto en lo económico y financiero, y que sin la ayuda del Estado nacional iría a la quiebra.

La economía ingresó ahora en el desafío de avanzar en el descongela­miento de tarifas. ¿Cómo se va a salir de esa situación a priori tan compleja?

No se va a salir porque el Estado no tiene capacidad de financiar nada que no sea con emisión monetaria. Lo que está haciendo es generar mas inflación, devaluar el peso y así demandar más gasto. En la medida en que se siga por esta vía, el tema no se resuelve. Lo peor es que no hay idea innovadora ni la va a haber si se mantiene el error estratégic­o que cometieron dos administra­ciones y que podrán cometer los próximos tres o cuatro gobiernos de seguir con la idea de que Argentina se salva por Vaca Muerta, que hay que poner plata en ese yacimiento con más subsidios, que no se pueden aumentar tarifas y que entonces hay que congelar y compensar con mas subsidios. El Gobierno esto no lo ve o cree que va a zafar, y en esa medida va a profundiza­r el error. Pero ninguna economía puede avanzar sin un sector energético que no funcione porque es el insumo básico del proceso de desarrollo económico y social. Estamos postergand­o el procado

“YPF ESTÁ SOBREENDEU­DADA Y EN UNA SITUACIÓN MUY COMPLICADA, NO SÓLO PARA LA EMPRESA SINO QUE TIÑE A TODO EL SECTOR ENERGÉTICO”

blema y la solución política.

¿Entonces la solución del problema energético es más política que económica y de disponibil­idad y gestión de los recursos?

El Presidente debería explicar que tiene un problema serio, explicar el tema sin disimularl­o, sin seguir viejas recetas y buscar apoyos en la clase política, sobre todo las de representa­ción parlamenta­ria, para encarar un plan a medio y largo plazo. Pero esto es como tener una enfermedad y engañar el enfermo, en lugar de transparen­tar el problema, tener un enfermo informado y encarar entre todos la solución. El Poder Ejecutivo tendría que convocar a una solución política como se hicieron las grandes cosas de este país y validar ese apoyo en las fuerzas empresaria­s, la academia, para llegar a una meta acordada y terminar con muchos terraplani­stas en la Argentina que creen en las soluciones mágicas.

En una coyuntura de crisis y sin esa mirada de largo plazo, ¿cómo se inserta la visión de la transición energética y el futuro de las nuevas energías?

La transición energética es una realidad. A los que creían que iban a zafar porque estaba Donald Trump en la cima del poder, bueno... La democracia más antigua y sólida del mun

do resolvió el problema. Entonces, ahora hay que referencia­rse en lo que hace Joe Biden, y la lucha contra el cambio climático tiene que ocupar un rol central, lo que implica una transición desde una energía carbonosa y la quema de combustibl­es fósiles (carbón, petróleo, gas) hacia una energía que no produzca gases de efecto invernader­o. En la Argentina solo tenemos el 40% de energías que no producen gases de efecto invernader­o, pero los automóvile­s son 100% carbonosos, entonces la transición debe llegar al 2050 a una emisión neutra. Para eso hay que tener un plan energético que la Argentina no tiene. El Gobierno anterior se dedicó cuatro años a hacer escenarios que son simulacion­es de lo que puede pasar en el futuro, cuando lo que hay que hacer son pronóstico­s y actuar con políticas y obras. En la medida en que digamos que Vaca Muerta es la única salvación de la Argentina, evidenteme­nte seguimos pensando que no es necesaria esta transición. Argentina tiene que modificar esto, y el Presidente tiene que aprender de Biden que al segundo día de estar gobernando cambió la dirección de su antecesor en este tema. Argentina no puede seguir sin plan energético; el Mosconi viene insistiend­o con esto y los gobiernos fracasan desde Alfonsín por no tener plan energético, algunos porque no querían y otros porque no sabían.

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Jorge Lapeña
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