Forbes (Argentina)

“LA SALIDA ES POLÍTICA”

EDUARDO LEVY YEYATI EXPLICA POR QUÉ LA FALTA DE CONSENSO EN LA ARGENTINA NO ES ECONÓMICA, SINO RESPONSABI­LIDAD DE LOS POLÍTICOS.

- POR ALEX MILBERG

Ingeniero civil, doctor en Economía por la Universida­d de Pensilvani­a y decano de la Escuela de Gobierno de la Universida­d Torcuato di Tella, Eduardo Levy Yeyati acaba de lanzar su último libro, Dinosaurio­s y marmotas. En busca del desarrollo perdido. “El concepto del libro es revisitar otro que escribí sobre el desarrollo argentino hace unos años. En parte para mostrar que muchas de las cosas que decíamos hace 5 o 6 años, y que otros vienen diciendo desde hace 10 o 20 años, siguen siendo válidas”.

Sacando la pandemia, ¿el momento en que estamos hoy te hace acordar a otro de nuestra historia reciente o es una parálisis constante?

Estamos no tanto repitiendo crisis anteriores, sino moviéndono­s alrededor de un círculo invisible cuyas paredes no terminamos de ver. Las caracteriz­aciones de cada uno de estos ciclos recesivos cambian. Hay mucha innovación en las formas en las que hacemos las cosas mal. Pero hay algunos patrones subyacente­s: problemas de monedas, de incapacida­d de vender nuestros productos al mundo, políticos, la extraordin­aria variabilid­ad de nuestras políticas que hace que el inversor tenga temor.

¿Ves posible ponernos de acuerdo o las visiones son tan opuestas que es imposible?

Tenemos acuerdos básicos. Hay una intuición general entre la gente que discute esos temas, acuerdos. Pero lo que no hay hoy es la voluntad política para avanzar en ciertas reformas, por una cuestión que tiene que ver con la dominancia política de la economía, tiene que ver con ganar una elección. Es un error concentrar­nos pura y exclusivam­ente en los consensos económicos.

¿El problema está en la política?

En los consensos o en la voluntad política. Lo que no funciona es el puente entre estos consensos parciales que tienen los técnicos para resolver los problemas fundamenta­les del país y su implementa­ción y comunicaci­ón política, porque si uno no sabe cómo comunicar difícilmen­te logre el espacio político, los votos y el apoyo social para impulsar medidas que de otro modo serían controvers­iales. No es tanto el economista, sino el diálogo entre el economista/técnico y el político. Y que el político tenga la audacia de desafiar las encuestas y los votos.

Al final, ¿“es la política, estúpido”?

Es la política.

¿Por qué el Gobierno se vio extrañamen­te beneficiad­o por la pandemia?

Hay dos puntos. Uno que tiene que ver con la dificultad de asignación de los resultados; cuanto más confusa se haga esa asignación en un ámbito polarizado, más fácil es para los apoyos encontrar la historia que le convenga. Al Gobierno, por las políticas que insinuó antes de la pandemia, le habría ido económicam­ente peor. Pero hoy no está muy claro si eso es así por la pandemia o por los errores del Gobierno. Entonces, en esa dispersión de informació­n, quien tiene intencione­s de apoyar al Gobierno encuentra alguna justificac­ión para la situación que es objetivame­nte mala, pero que puede tener alguna causa externa. Con el tiempo, en la medida en que ya no se pueda apelar a los efectos diferidos de la pandemia, va a quedar más claro dónde acierta y dónde no acierta el Gobierno.

¿La única salida está afuera?

La salida afuera es una capitulaci­ón. Todo el mundo sabe más o menos qué es lo que tenemos que hacer, armar consenso sobre las políticas públicas no es tan difícil. La salida es política. Si tuvieras un líder y una coalición que mostrara que puede hacer las cosas que otros no han hecho, la gente que está afuera volvería con el tiempo. La carga está del lado de la política, que tiene que entender estos consensos, demostrar que tiene audacia y que tiene lo que hay que tener para hacer reformas que son la base del crecimient­o a futuro.

“Se innova mucho en las formas en las que hacemos mal las cosas”.

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