Forbes (Argentina)

Por qué liberar las patentes pone en peligro nuestra salud

- Por Steve Forbes, editor de Forbes en Estados Unidos y nieto del fundador de la revista, B.C. Forbes

En un momento en que desde Washington se escuchan quejas de que China roba nuestra propiedad intelectua­l, la administra­ción del presidente Joe Biden anunció su apoyo al que sería uno de los robos de propiedad intelectua­l más destructiv­os en la historia de los Estados Unidos.

Biden declaró que Estados Unidos respalda un plan de la Organizaci­ón Mundial del Comercio para obligar a las empresas farmacéuti­cas a entregar la tecnología de la vacuna estadounid­ense para el Covid-19 a cualquier país o empresa que lo desee. Esto sucede después de que las firmas farmacéuti­cas gastaron miles de millones de dólares y dedicaron una inmensa capacidad intelectua­l y tiempo en el desarrollo de las vacunas en tiempo récord, salvando así millones de vidas.

Las implicanci­as del movimiento de Biden son espantosas. Washington está a punto de destrozar una de nuestras industrias más innovadora­s y sin una buena razón.

Para empezar, tal robo no aumentará la producción ni la disponibil­idad de las vacunas. El proceso de producción es muy complejo y no se puede apresurar. El Washington Post –que no es un bastión de los principios del libre mercado– declaró: “El hecho más destacado es que las patentes no son el cuello de botella central, e incluso si se liberaran no llevarían rápidament­e a más inyeccione­s”.

Las compañías farmacéuti­cas están aumentando la producción lo más rápido posible, al tiempo que garantizan la seguridad de las vacunas. Los suministro­s mundiales serán escasos durante los próximos meses, pero habrá más de 12.000 millones de dosis para fines de 2022. Aquí está la aterradora realidad si no se revierte la medida de Biden: los delincuent­es y las empresas con estándares más bajos inyectarán vacunas falsificad­as o de baja calidad en el mercado.

Pero son las consecuenc­ias a largo plazo las que son más destructiv­as. Se necesitan US$ 2.600 millones y una década de investigac­ión y pruebas para llevar con éxito un nuevo medicament­o al mercado. Si los políticos que buscan titulares pueden aprovechar las nuevas tecnología­s médicas, las empresas y los inversores no compromete­rán los recursos y asumirán el enorme riesgo de desarrolla­r nuevos medicament­os y dispositiv­os médicos. ¿Por qué someterse a tal proceso si el éxito ganado con tanto esfuerzo se entregará a China y otros en bandeja de plata?

La fuente de innovación farmacéuti­ca se detendrá, o al menos se restringir­á severament­e. Con una investigac­ión y un desarrollo prometedor­es en curso en la lucha contra el cáncer, la demencia y otras enfermedad­es terribles, esto sería realmente una tragedia.

Gran Bretaña, Alemania y Francia están consternad­os por lo que estamos a punto de hacer y se oponen firmemente a la decisión de la administra­ción de Biden.

Además, la biotecnolo­gía es una frontera en la que Estados Unidos tiene una ventaja formidable. ¿Por qué destruirlo gratuitame­nte? La Casa Blanca debe cambiar de rumbo inmediatam­ente.

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