El trader de teflón
La leyenda de Wall Street CARL ICAHN está en una racha perdedora de siete años que costó miles de millones, pero el mercado todavía ama sus acciones.
EEn octubre de 2013, cuando Carl Icahn comenzó a vender su tenencia en Netflix, muchos creyeron que el aclamado inversor multimillonario lo había hecho otra vez. La empresa había pasado con éxito de un servicio de alquiler de DVD por correo al streaming, e Icahn había obtenido un retorno del 457% en solo 14 meses. “Como un veterano empedernido de siete mercados bajistas”, anunció Icahn, era hora de que se llevara “algunas de las fichas de la mesa”. El hijo de Icahn, Brett, le rogó a su padre que no vendiera. Para 2015, Icahn estaba fuera, obteniendo una prolija ganancia de US$ 2.000 millones en Netflix. Pero, desde su partida, las acciones se revalorizaron 10 veces más. Si Icahn se las hubiera quedado, su beneficio habría sido de US$ 19.000 millones.
El error de Icahn con Netflix no es solo una casualidad. El año pasado, mientras que el mercado de valores de
El viaje movido de los bucaneros
El fondo de Carl Icahn perdió dinero en cinco de los últimos siete años. Espera poder dar vuelta el resultado con apuestas grandes en Occidental, Bausch Health, Cheniere Energy, Newell Brands y Xerox.
EE.UU. tuvo un rendimiento del 18% durante una pandemia volátil del mercado alcista, el fondo de cobertura de Icahn se desplomó un 14%. En 2019, cayó un 15%. De hecho, el gran trader perdió más de US$ 5.000 millones en operaciones durante los últimos siete años. Su fondo de cobertura sufrió tanto que su rendimiento anual promedio desde su creación en 2004 cayó al 3%, frente al 10% del S&P 500. Las luchas de Icahn ilustran un cambio importante. En la era de Amazon, Tesla, Gamestop y Bitcoin, el crecimiento, el impulso y la psicología del inversor son los factores más importantes del éxito. Pero, a los 85 años, Icahn se apega a los fundamentos. Es uno de los últimos bucaneros corporativos de la primera hora que quedan en Wall Street, y todavía le gustan las empresas ricas en activos y efectivo que necesitan una reorganización. “Soy un tipo al que le gusta el valor, y el modelo de activismo sigue siendo el mejor si podés encontrar una empresa con un valor oculto y el directorio no lo aprovecha”, insiste Icahn desde su oficina en Florida. “Sigue siendo lo mejor en términos de riesgorecompensa, pero se necesita mucha paciencia”.
Wall Street todavía tiene fe. Las acciones del activo más importante de Icahn, Icahn Enterprises, que cotiza en Nasdaq, invierte en el fondo de cobertura de Icahn y mantiene empresas como la refinería de petróleo CVR Energy y el minorista de autopartes Pep Boys, cotizan a alrededor de US$ 60, un 20% más en los últimos 12 meses. Los activos subyacentes, medidos por el valor del activo neto, tienen un valor de solo US$ 14,70 por acción. El valor de los activos netos de Icahn Enterprises cayó de US$ 9.100 millones a fines de 2013 a US$ 3.500 millones. Mientras tanto, Icahn recibió dividendos en acciones, duplicando el recuento de acciones. La participación del 92% de Icahn en Icahn Enterprises significa la mayor parte de su patrimonio neto estimado de US$ 15.800 millones. Si Forbes hubiera utilizado el valor del activo neto de IEP, Icahn valdría US$ 6.000 millones hoy. El resto es la prima de Icahn.
Y, a largo plazo, tiene sentido: las acciones de Icahn Enterprises rindieron seis veces más que el S&P 500 en los últimos 20 años. Los problemas comerciales recientes de Icahn derivan de una sobreponderación energética y una posición corta en el mercado. Solo sus posiciones cortas han producido pérdidas por US$ 7.000 millones en cinco años. “Me concentré demasiado en algunas de las acciones de energía; eran muy baratas y la gestión no era buena, y seguí acumulándolas”, dice con el inconfundible acento de alguien nacido en Brooklyn y criado en una Queens de clase trabajadora barrial. “El mercado energético se hundió. Apretás los dientes y salís de eso”. Icahn también insiste en que el valor neto de Icahn Enterprises subestima el valor intrínseco de los activos de su empresa. Por ejemplo, Icahn Automotive Group. Icahn señala la conversación actual sobre adquisiciones en torno a Mavis Tire Express Service, que es un negocio similar y tiene un número parecido de tiendas. Mavis tiene un precio de US$ 6.000 millones, casi cuatro veces el valor de Icahn Automotive.
Incluso las grandes apuestas energéticas como Occidental Petroleum están comenzando a parecer más prometedoras a medida que el precio del crudo estadounidense aumentó de menos de cero durante la pandemia a US$ 60 el barril. En febrero, Icahn tomó una participación importante (y dos lugares en el directorio) en First-energy de Ohio, una empresa de servicios públicos cuyo desempeño cayó después de que una de sus subsidiarias se viera envuelta en un caso federal de crimen organizado. Otra nueva compra es la firma canadiense de dispositivos médicos y farmacéutica Bausch Health, propietaria del gigante de lentes de contacto y cuidado de los ojos Bausch & Lomb. En Bausch se emprendió un cambio radical desde 2013, cuando pasó a llamarse Valeant Pharmaceuticals.
“En posiciones como Bausch Health y Firstenergy, estamos en el directorio y podemos ayudar a marcar la diferencia”, dice. Está asustado por el gasto gubernamental de EE.UU., pero cree que todavía hay oportunidades. “Estamos en aguas desconocidas y pagaremos un precio por los enormes déficits y dinero suelto en el futuro –dice–, pero soy bastante optimista”.
“GRACIAS A DIOS QUE ME CONCEDIÓ LA TERQUEDAD CUANDO TENGO RAZÓN”.
—John Adams