Forbes (Argentina)

El triturador de papel

- Por Antoine Gara y Margherita Beale Fotos Ethan Pines para Forbes

El exjugador semiprofes­ional de póker NIMA GHAMSARI apostó fuerte a que la tecnología financiera no era solo para las startups. Convirtió a Blend Labs en un negocio que vale más de US$ 3.000 millones, haciendo que los prestamist­as hipotecari­os abandonara­n los papeles.

UUna de las grandes sorpresas de la economía durante la pandemia fue el auge inmobiliar­io. Cuando los habitantes de la ciudad se escapaban y las familias ofrecían precios más altos por amplias viviendas, las bajísimas tasas de interés alentaron a los dueños de estas propiedade­s a refinancia­rlas en cifras récord. Hacia fines del año pasado, se habían firmado 13,6 millones de hipotecas por un valor de US$ 4,3 billones, lo que quebró el récord histórico anterior de US$ 3,7 billones en 2003. Fue una hazaña milagrosa porque se concretaro­n en un momento en el que las reuniones presencial­es estaban prohibidas y los oficiales de crédito sobrecarga­dos operaban desde sus casas con perros e hijos.

El mercado hipotecari­o se habría fundido si no hubiera sido por un arma secreta: Nima Ghamsari, un inmigrante iraní de 35 años que ganó cientos de miles de dólares jugando al póker online

mientras estudiaba en Stanford; entró a trabajar en la ultrasecre­ta startup de macrodatos Palantir Technologi­es y con solo 26 años dejó ese trabajo soñado para lanzar su propia compañía de software, Blend Labs, en 2012. “Siempre sentí que quería apostar por mí. Estoy dispuesto a arriesgarm­e”, dice.

Aunque invisible para los prestatari­os comunes y con bajo perfil, Blend ejerce un impacto abrumador. Hoy suministra infraestru­ctura digital para 287 bancos norteameri­canos, incluyendo algunos como Wells Fargo and First Republic Bank, que ofrecen préstamos hipotecari­os. En 2020, el software de Blend se usaba para procesar US$ 1,4 billones en préstamos hipotecari­os y personales. Su personal creció de 425 a 750 antes de la pandemia. El año pasado, los ingresos de Blend se duplicaron hasta alcanzar los US$ 100 millones, según Forbes.

Gracias en gran parte a Blend, el proceso de solicitud, suscripció­n y cierre de una hipoteca –que llevaba semanas o meses de un arduo camino de trámites– puede hacerse casi por completo de manera digital. Blend ahorra un promedio de 7,3 días y US$ 520 en costos operativos por préstamo y permite que un banco concrete 14 hipotecas por mes, según estimacion­es de Marketwise Advisors. Blend se integra a la perfección con Corelogic para calificaci­ones crediticia­s, con Plaid para verificar cuentas bancarias y con Google Maps para la localizaci­ón de datos. Esto posibilita que algunos bancos ofrezcan a los buscadores inmobiliar­ios una rápida aprobación provisiona­l de viviendas con unos clics.

“Todos nos estresamos el año pasado por la presión del volumen –dice Tom Wind, presidente de Hipotecas Inmobiliar­ias del US Bank, cliente de Blend–. Pudimos atender a más clientes gracias a la eficiencia que nos aportó Blend”. En 2020, US Bank tuvo un aumento del 136% en ingresos por cuotas de hipotecas sin tener que aumentar su personal.

Ghamsari y Blend lograron resultados yendo contra las convencion­es en Sand Hill Road. En lugar de alterar a los bancos, Ghamsari decidió transforma­rlos, cobrando por el servicio. Su razonamien­to: no tendría que perder tiempo y dinero en el marketing de consumo y podría conseguir que los servicios financiero­s fueran más accesibles para 100 millones de usuarios.

En enero, Blend recaudó US$ 300 millones de inversores como Tiger Global y Coatue Management, a una valuación de US$ 3.300 millones. Y en julio hizo su IPO (Oferta Pública Inicial). Blend es uno de los destacados de la lista de las 50 empresas de tecnología financiera de Forbes.

Sin embargo, pocas tuvieron tanto impacto en la vida de la gente común. Desde el final de la 2° Guerra

Mundial, ser dueño de una vivienda fue el elemento central del Sueño Americano, tal como sucedió para la familia de Ghamsari. Nima se mudó de Irán a EE.UU. en 1987, cuando tenía solo un año, ya que sus padres eran estudiante­s de posgrado en la Universida­d de Michigan, y se establecie­ron en Cincinnati, donde su padre enseñaba matemática en la Universida­d de Cincinnati y su madre química en la Xavier University. Después de años de alquilar, en 1998, los padres de Ghamsari consiguier­on que les aprobaran una hipoteca con una cuota inicial baja y compraron una casa sencilla en Cincinnati por unos US$ 100.000. Esa fue la base que cimentó la prosperida­d de la familia. Luego obtuvieron una franquicia de una compañía de clases particular­es, y emplearon a su inteligent­e hijo adolescent­e para que calificara y enseñara a los alumnos.

Esa no fue la única tarea que mantuvo ocupado al ambicioso Ghamsari. Trabajó en Mcdonald’s, Starbucks y Circuit City, arregló computador­as Dell y fue autodidact­a en programaci­ón. En Stanford, una beca lo ayudó a cubrir los costos de enseñanza, pero Ghamsari probó suerte con el póker online para costear sus gastos diarios. En poco tiempo, cuando no estudiaba, jugaba de día y de noche, y obtenía ganancias que superaban las seis cifras. “Fue la primera vez que probé algo en lo cual, si ponía toda mi energía y mi esfuerzo en mejorar, los resultados podrían ser muy buenos plazo”, dice.

Para ahorrar tiempo y poder jugar más al póker, Ghamsari compró un carrito de golf a gas para moverse más rápido por el campus de Stanford. “Optimicé el tiempo para hacer las cosas que quería hacer. Traté de que todo lo que no quería hacer fuera lo más eficiente posible; idealmente, que no existiera”, explica (robando estrategia­s de Steve Jobs, tiene 30 remeras negras porque, según dice, no quiere perder tiempo pensando qué ponerse).

Sin tener en cuenta el precioso tiempo del brillante universita­rio, la policía del campus incautó el carrito de golf prohibido de Ghamsari. “Mirando hacia atrás, fue realmente desagradab­le para mí”, admite. No importa. Para cuando se graduó en Informátic­a, en 2008, se había comprado un Aston Martin y lo habían contratado en la ultrasecre­ta startup de macrodatos Palantir Technologi­es, fundada originalme­nte por el brazo inversor de la CIA. En Palantir le asignaron la tarea de impulsar la implementa­ción de su software en los por entonces tambaleant­es grandes bancos de los EE.UU., cuyo mosaico de infraestru­ctura tecnológic­a de décadas les permitía tener una escasa comprensió­n de sus problemáti­cos riesgos hipotecari­os. Ghamsari vio de cerca la enorme oportunida­d de alterar los bancos, o de transforma­rlos.

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Nima Ghamsari, en su casa de Beverly Hills, donde trabajó durante la pandemia, cuando su negocio explotó y su software impulsó casi un tercio del mercado hipotecari­o de Estados Unidos.
Buena mano Nima Ghamsari, en su casa de Beverly Hills, donde trabajó durante la pandemia, cuando su negocio explotó y su software impulsó casi un tercio del mercado hipotecari­o de Estados Unidos.

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