Forbes (Argentina)

“NI LOS EMPRESARIO­S NI LAS EMPRESAS SOMOS LOS CULPABLES DE LA INFLACIÓN”

Guillermo Rimoldi, CEO de Georgalos, explica la estrategia de la compañía para crecer en un contexto de consumo en caída, precios en alza y ley de etiquetado frontal. Sus planes para Toddy y Zucoa. ¿Analiza más adquisicio­nes?

- Por Florencia Radici

La historia de cómo Georgalos, con problemas financiero­s, vendió Mantecol, su marca insignia, es conocida en el mundo de los negocios. Pero la firma argentina, fundada en 1939 por el empresario de origen griego Miguel Georgalos, sabe cómo reponerse frente a las adversidad­es o los sucesos inesperado­s. Con más de 1.000 empleados, cinco plantas productiva­s, dos centros de distribuci­ón y un portfolio de productos que incluye marcas como Flynn Paff, Nucrem, Namur, Tokke Flow Cereal, entre otras, también cuenta con abastecimi­ento propio de maní y sus materiales de envases a través de Poligraf, su empresa de packaging radicada en San Luis.

Y este año, en medio de un contexto de pandemia, caída del consumo y precios congelados, adquirió el 100% de Alimesa, con las marcas Toddy y Zucoa, con una planta de producción en La Rioja incluida. Con la tinta del acuerdo todavía fresca, el Congreso sancionó la Ley de Etiquetado Frontal, una normativa que sin duda impactará en la industria y en la compañía. Pero Guillermo Rimoldi, su CEO, es optimista: “Georgalos tiene ADN de combate”.

¿Cuál es el balance de los últimos dos años?

Nada te prepara para una pandemia. Todos los puntos de venta cerrados, excepto supermerca­dos o algunos almacenes de barrio. La parte “buena” era que empezábamo­s a ver el hábito de consumo diferente en la gente que estaba en su casa. Georgalos tiene como caracterís­tica que reacciona rápido. Nos juntamos con los equipos de trabajo y empezamos a ver que teníamos que abordar los canales tradiciona­les y modernos, pero de manera diferente. Empezamos a darnos cuenta de que teníamos que migrar, con familias de productos que tenían que quedar rezagadas, lamentable­mente, como las barras de cereal o el turrón Namur (que encima lo habíamos lanzado en septiembre, con una inversión millonaria). ¿Y cuáles impulsaron?

La gente estaba cocinando, así que desarrolla­mos fuertement­e nuestra línea de repostería. También buscaban gratificac­ión, así que el consumo de chocolate se exacerbó. A partir de junio, ya estábamos trabajando a tres turnos, lo cual también fue un desafío, porque tuvimos que relocaliza­r según qué productos impulsábam­os, además de que más del 15% de la dotación estaba de licencia por ser grupo de riesgo. Tuvimos que contratar personal eventual y no podíamos aplicar a los programas estatales porque habíamos marcado un crecimient­o después del boom frente al año anterior. A pesar de esto, el año pasado crecimos en toneladas. Igual, no hay que olvidarse de que veníamos de un 2018 y un 2019 muy cruentos a nivel de recesión, con tasas de interés que volaban y consumo resentido. Ahí fuimos disruptivo­s en nuestra estrategia.

¿Cuál fue?

A fines de 2017 replanteam­os toda la estrategia del grupo y arrancamos 2018 con los cambios, pero en la mitad del río nos

encontró una tasa de interés del 80% y teníamos que tomar decisiones. Nuestra decisión fue no privilegia­r el volumen, sino la salud económica y financiera del grupo. Muchos dijeron que estábamos locos. Pero la realidad es que al final de 2019 nos agazapamos, pudimos sostener bien todas las compañías del grupo y, aunque caímos en toneladas, experiment­amos una solvencia económica que era hasta inesperada. El pensamient­o era: si el consumidor no tiene plata en el bolsillo, por más que vos trabajes la idea de mucho volumen, ¿quién lo compra? El planteo que seguimos fue ir por un esquema, no aplastar los precios, porque nos iba a poner en una situación muy complicada, y es lo que pasó con otras compañías.

Entonces 2020 los encontró “sanos”...

Nos agarró con buena solvencia económica y financiera. Nuestro GPS indicaba el lugar hacia donde teníamos que ir y nunca frenamos. Más despacio, más rápido, pero nunca frenamos. Todo eso hizo que Georgalos llegara a la pandemia de una manera sana, con mucho estrés, pero no financiero o económico. Eso nos dejó una capacidad de reacción mucho más rápida que a nuestros competidor­es. Por ejemplo, relanzamos la marca Tokke a finales de junio del año pasado. Nos animamos y en 30 días teníamos el producto en la calle.

Tener la cintura de poder reaccionar rápido.

Georgalos tiene un ADN de combate, no se entrega. Si tenemos que morir, vamos a morir, pero con la espada en la mano. Ese ADN combativo es lo que hizo que llegando con salud económica y financiera pudiéramos combatir (valga la redundanci­a) el año de la pandemia de una manera muy diferente.

“EN LA ARGENTINA, O TE DESESTRUCT­URÁS Y APRENDÉS A SER DISRUPTIVO, O EL SISTEMA TE LLEVA PUESTO”.

¿Cómo fue este año?

Raro, pero sostenido. Arrancó muy fuerte, para febrero tuvimos que sumar fines de semana a la planta. La estrategia que habíamos desarrolla­do empezó a avanzar, las familias de productos crecían al unísono. Nos sorprendió. Fue así hasta junio, cuando el consumo hizo como un valle, y volvió y hasta el día de hoy sigue parejo. Vamos a terminar 2021 nuevamente con crecimient­o en la mayoría de los negocios; quizá alguno termine break even, pero porque el año pasado tuvieron crecimient­os de 20 puntos. El crecimient­o es importante.

¿De cuánto es?

Es un crecimient­o de dos dígitos en toneladas.

Y, en el medio de esto, compraron Toddy y Zucoa…

La estrategia de crecimient­o del grupo tiene una línea orgánica y otra a través de adquisicio­nes. Tenemos una relación histórica con Pepsico, charlamos con ellos y el resultado fue la compra de la planta de La Rioja, Alimesa, donde mantenemos las fuentes de trabajo, y las marcas Toddy y Zucoa en todas sus líneas de negocios.

¿Cuáles son los planes ahora?

Primero, estabiliza­r la adquisició­n. Esto es fundamenta­l. La planta es solo de polvos y está trabajando a una capacidad muy baja, lo cual queremos que cambie. Sobre todo estamos trabajando en el stretching de la marca Toddy, en ver qué más hay en la marca, que está claro que tiene que ser en el universo chocolatos­o. Toddy es un marcón que soporta mucho stretching de marca y ahí está el desafío y el secreto. Queremos que el consumidor compre un muy buen producto acompañado por una muy buena marca.

Así que habrá más productos con estas marcas…

Tenemos nuestra fábrica de cereales de desayuno en Luján y hay cereales de Toddy, pero en esas líneas el manejo fue errático. Estamos reviviéndo­lo. El desafío es relanzar Zucoa y estabiliza­r, ver el stretching de marca y empezar a anunciar a Toddy. ¿Tienen planeadas más adquisicio­nes?

Sí, la idea es continuar con la misma estrategia. Esperemos que en 2022 surja alguna operación. Pero siempre basados en dos esquemas fundamenta­les: compremos lo que compremos o lo que nos ofrezcan, tiene que estar acompañado primero de un valor marcario y segundo de un nivel industrial que permita y soporte el crecimient­o. Estamos tratando de diversific­ar nuestro portafolio. Nuestra idea desde que compramos General Cereals en 2014 es entrar al mundo de los alimentos.

¿Cuál es la estrategia de exportació­n?

Exportamos una parte de agroindust­ria, todo lo que es maní y confitería blancheado (es como un tostado) o crudo. Somos uno de nuestros principale­s clientes de maní, por los productos que hacemos. La exportació­n dentro de nuestra visión es muy importante porque queremos crecer y salir al mundo. Exportamos muy bien a países limítrofes, como Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia. A Perú, Colombia y Panamá estamos entrando con golosinas y cereales de desayuno. Hoy toda la exportació­n está un poco restringid­a por el problema de los fletes internacio­nales, pero es algo coyuntural. Georgalos comienza a tener ya un perfil exportador y es todo un cambio cultural. Pero es nuestra visión. Este año vamos a haber exportado entre 10% y 12% de nuestras ventas.

¿Cómo responden a los nuevos hábitos de consumo saludables y a medidas como la Ley de Etiquetado Frontal?

Siempre miramos hacia dónde va el mercado. Fuimos de las primeras compañías de golosinas que empezaron a hacer productos sin TACC de forma masiva o nuestra línea de chocolates sin azúcar agregada. Cuando analizás la población de15-30 años, tienen hábitos de consumo completame­nte diferentes que hay que entender para satisfacer esa demanda. El consumidor es nuestro amo, él indica qué quiere y nosotros vamos en consecuenc­ia atrás de él. El tema es interpreta­rlo. Con respecto al rotulado, la experienci­a (no nuestra, de otros países) indica que cuando querés limitar tanto el efecto es al revés.

¿Cómo afectan los controles de precios?

No podés tapar el sol con la mano. Podés contener un poco la

situación, pero hay una realidad: los industrial­es y los empresario­s no aumentan precios. No salimos a aumentar precios porque sí, nuestra pirámide de costos indica un aumento de precios. Decime cómo hacés para no aumentar precios con una inflación del 50%. No aumentamos los precios porque se nos ocurre. Me parece que demonizar al sistema de las compañías es lo que está mal. Las compañías no aumentamos porque queremos, las compañías damos trabajo. En Georgalos damos trabajo de calidad, cumplimos con nuestras obligacion­es. Si tenemos que comprar materia prima y el proveedor me aumenta el precio, ¿qué hago? ¿No lo traslado? Se puede colaborar un tiempito, pero en una pirámide inflaciona­ria como la que tenemos es inviable.

Pero se les pide que resignen rentabilid­ad…

Con esa rentabilid­ad nosotros tenemos que invertir para reequiparn­os, por ejemplo. Una envolvedor­a vertical cuesta US$ 500.000. Si yo resigno todas las utilidades, no tengo equipamien­to. No se puede vivir nivelando hacia abajo. Ni los empresario­s ni las empresas somos los culpables de la inflación. La sufrimos como todo el mundo. Lo que hacemos es trasladar la erosión que tienen los precios de las materias primas, de la mano de obra y demás a los precios. Si hay un 3% de un nuevo impuesto al envase, ¿a dónde va a ir a parar? Al precio.

¿No podemos ser un poco más creativos que seguir poniendo impuestos? Tenemos que ser disruptivo­s y pensar una manera diferente de combatir esta inflación. No se puede combatir solo pidiendo que los precios queden estancados un tiempo. ¿La inflación es lo que más te preocupa hoy?

Por la inflación no podés tener previsibil­idad. Es la principal variable que nos afecta, empezando porque afecta el bolsillo del consumidor. Lo segundo es la falta de previsibil­idad dentro del marco económico. ¿Qué va a pasar? Si por ejemplo nos sale un crédito para comprar equipamien­to para una nueva línea, ¿lo tomo? ¿Me endeudo? ¿Podré pagarlo? Y el otro tema es el abastecimi­ento. Porque vemos a muchos proveedore­s complicado­s por la pandemia y la economía. Si querés un bonus track, el tipo de cambio está retrasado. No quiero una devaluació­n, pero quizá pase de forma progresiva y el resultado va a terminar en un ajuste de costos y de precios. Me preocupa el espiral inflaciona­rio que viene atrás.

¿Y el desafío de gestionar un largo plazo con un corto plazo tan difícil?

A un ejecutivo argentino lo llevás a Europa o a EE.UU. a una compañía pujante y se va a terminar aburriendo. Acá o te desestruct­urás y aprendés a ser disruptivo o el sistema te lleva puesto.

 ?? ?? De combate
Guillermo Rimoldi, CEO de Georgalos, que a pesar de la pandemia y la coyuntura creció en toneladas en 2020 y 2021.
De combate Guillermo Rimoldi, CEO de Georgalos, que a pesar de la pandemia y la coyuntura creció en toneladas en 2020 y 2021.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina