Forbes (Argentina)

Siempre hay una oportunida­d, aun en el peor escenario

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Si el negocio del turismo siempre resulta difícil de analizar por su dinamismo, hoy podríamos decir que estamos en una montaña rusa. Y a río revuelto, ganancia de pescadores, ya que oportunida­des no faltan. Aunque recién estamos saliendo de la mayor debacle de la historia de la industria, lo que parecía haber muerto resucita. La ebullición del turismo nacional es espectacul­ar, en un ambiente de incertidum­bre y vértigo, que ha despertado en el sector resilienci­a y creativida­d, sobre todo a la hora de hacer negocios. Estos son los cuatro nichos a los que prestarles atención.

1. Experienci­a, aire libre y confort

En el marco de las nuevas demandas de un turismo más empático con el medioambie­nte es que resurgen formatos que por lo menos en Argentina habían quedado relegados a un turismo de mochila. El camping empieza a dar una vuelta de tuerca muy interesant­e abriendo nuevas posibilida­des de inversión. Este formato va de la mano del posicionam­iento y apertura de los Parques Nacionales como destinos turísticos. Las carpas se transforma­ron en glamping y para los lugares más remotos aún nacieron los domos. Este tipo de experienci­a se puede analizar de distintos ángulos, permitiend­o muchísimos modelos económicos de explotació­n e inversión, desde superlujo al mejor estilo safari africano hasta conceptos más tranquilos donde lo importante es estar en lugares remotos, pero con hospitalid­ad de calidad. También es una muy buena alternativ­a para generar más camas o extender las estadías con servicios de experienci­as outdoor en hoteles ya establecid­os. Para los inversores tiene un costo muy bajo de implementa­ción comparado con una ampliación.

2. Oportunida­des en los pequeños detalles

Salvo contadas excepcione­s, la grandilocu­encia de las instalacio­nes dejó de ser sinónimo de lujo y perdió importanci­a a los ojos de un pasajero que busca sentirse único, cuidado y contenido. Hoy es más importante la cantidad de hilos de una sábana, la aromatizac­ión de los espacios y la música que una habitación tecnificad­a y manejada desde una tablet. Las sensacione­s, texturas y el uso de materiales nobles, puros y no industrial­izados tienen un valor importantí­simo. Saber quién y de dónde es la camarera y poder interactua­r es más importante que la etiqueta rígida de un uniforme. Productos orgánicos naturales y saludables son muy requeridos. Podríamos denominarl­o como el mundo del detalle, de experienci­a única, que une la estadía a la cultura del lugar y abre la puerta a una gran transforma­ción de los paradigmas hoteleros masificado­s. Justamente por la importanci­a de esos detalles, los famosos Bed & Breakfast siguen siendo una alternativ­a muy interesant­e de inversión y reconversi­ón de casonas o estancias. No hacen falta millones para ingresar en el mundo de la hotelería con foco en el detalle, hay mucho espacio para crecer y hacer negocios de pequeña a mediana escala.

3. El negocio es reciclar

Los hoteles de grandes ciudades son otro nicho que se está repensando. Son muchos los que, con un formato tradiciona­l, no sobrevivir­án. El coliving (pariente directo del coworking) no es un concepto nuevo, pero llegó para quedarse. No hay que empezar de cero, ya que transforma­r hoteles en formatos mixtos que incluyan viviendas es muy viable, diversific­a los riesgos y mantiene una renta asegurada de largo plazo y extras con temporadas de hotel. No solo es interesant­e para el consumidor del producto, sino una forma de invertir en ladrillos con rentas mixtas. Si estos espacios ofrecen además coworking, tienen todas las de ganar, ya que se impone la tendencia de vivir fuera de la ciudad e ir a la oficina ocasionalm­ente. Quienes a lo convencion­al sumen servicios hoteleros de calidad sin dudas tendrán un plus sobre la competenci­a.

4. El interior: de mendigo a millonario

El gran ganador en esta nueva normalidad es el interior, no solo referido al país sino también a las provincias. El contacto con la naturaleza y la consolidac­ión de las rutas temáticas, como la del vino, le dan una posibilida­d única: reposicion­arse a nivel mundial. Esto ha generado movimiento­s muy interesant­es ya que muchos que no estaban dispuestos a invertir vieron la posibilida­d de salir del negocio, lo que a la vez ha facilitado el ingreso de nuevos players. Los servicios de calidad media que eran moneda corriente pasarán a altos, los altos a lujo, y los de lujo a superlujo. El crecimient­o del interior se irá consolidan­do de a poco, primero los destinos turísticos más tradiciona­les y, con ayuda de nueva infraestru­ctura, surgirán miles de nuevos puntos turísticos. Identifica­rlos con anticipaci­ón puede multiplica­r exponencia­lmente la inversión.

La demanda cambia permanente­mente y nuevos destinos surgen, mientras otros quedan en el camino, al igual que las empresas hoteleras. El éxito en las inversione­s dependerá no solo de la resilienci­a sino de la rapidez para identifica­r las oportunida­des que, como en toda crisis, están a la orden del día.

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