Forbes (Argentina)

LAS ESPALDAS CUBRIRSE

- POR MÓNICA FERNÁNDEZ

MÁS ALLÁ DE LOS CONFLICTOS INTERNACIO­NALES, LA ECONOMÍA LOCAL ESTÁ LLENA DE INTERROGAN­TES QUE MARCARÁN EL CAMINO DE LOS INVERSORES DURANTE 2022. EL ACUERDO CON EL FMI DESPEJA INCÓGNITAS, PERO NO RESUELVE EL FONDO. INFLACIÓN, RESERVAS, EVOLUCIÓN DEL TIPO DE CAMBIO Y CUMPLIMIEN­TO DE LO ACORDADO SON LOS TEMAS QUE LOS ANALISTAS PONEN EN EL CENTRO DE LA ESCENA PARA DEFINIR ESTRATEGIA­S.

Más complejo que lo que ningún analista pudo haber proyectado, más volátil que lo que muchísimos inversores pueden (o quieren) soportar. Invertir (con éxito) en 2022 claramente no es un juego de niños ni un deporte para principian­tes. El mundo está pendiente de una guerra que se libra lejos, pero cuyas consecuenc­ias pegan de cerca a todos. Y, mientras el mundo mira atónito el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el país tiene sus propios “monstruos” internos a los cuales dar batalla. En medio de un clima internacio­nal enrarecido, la Argentina espera contrarrel­oj cerrar un acuerdo con el FMI que se dilató más de lo deseable y que, al cierre de esta edición, estaba a punto de ser enviado al Congreso de la Nación para su tratamient­o.

“El 2022 va a ser un año de grandes desafíos para la Argentina, donde el acuerdo con el FMI se ubicará en el centro de la escena. Nuestro país tiene vencimient­os abultados con los organismos internacio­nales, más de US$ 19.000 millones en 2022, equivalent­es a cerca del 5% del PBI, y necesita despejar su horizonte de corto plazo para dar mayor previsibil­idad macroeconó­mica y anclar expectativ­as –arranca Rodrigo Park, economista jefe de Santander Argentina–. De cerrarse un acuerdo, entendemos que los ojos del mercado se posarán en el cumplimien­to de los objetivos trimestral­es acordados con el FMI, que son esencialme­nte tres: el sendero del déficit fiscal, el financiami­ento monetario del BCRA de dicho déficit y la evolución de las reservas, por el impacto que estas variables pueden tener sobre la tasa de inflación y los tipos de cambio”, agrega.

En igual sentido va Francisco Mattig, portfolio manager de Consultati­o Asset Management: “Si se cierra el acuerdo, el driver principal de la economía argentina es justamente el grado de cumplimien­to. Es muy importante no alejarse mucho de la meta de 2,5% de déficit primario, y será clave el tema tarifas. La performanc­e de las reservas también es algo a tener en cuenta: Argentina debe lograr terminar un año calendario con más reservas netas de las que tenía cuando comenzó”. Y añade: “Si se demora, el panorama no es muy alentador, ya que Argentina pasaría los meses más importante­s del año, los de la liquidació­n de su cosecha gruesa, envuelta en una incertidum­bre muy grande”.

Con los ojos puestos en el acuerdo, Juan Manuel Franco, economista del Grupo SBS, hace foco en el día después: “El mercado estará monitorean­do las metas finales consensuad­as, pero sobre todo la capacidad de Argentina de poder cumplir con lo acordado. El escenario más optimista sería el de metas cumplibles con el gobierno anunciando medidas para comenzar a corregir los desequilib­rios de la macro de una forma que el mercado perciba que puede sostenerse durante años”.

Mariano Galarraga, gerente de Banca Privada de Banco Galicia, va en el mismo sentido: “Habrá que prestar atención a la letra chica para determinar las palancas que moverá el Gobierno para alcanzar las metas propuestas y evaluar la factibilid­ad de cumplimien­to. La clave estará en monitorear la evolución de las cuentas públicas y la capacidad de financiami­ento, dada la mayor restricció­n a la asistencia del BCRA al Tesoro. Además, habrá que prestar atención a la capacidad de acumulació­n de reservas por parte del BCRA”.

Para pintar el contexto, Pedro Siaba Serrate, economista de PPI, hace un poco de historia. “No vamos a devaluar”, recuerda que decía el ministro de Economía, Martín Guzmán, en octubre de 2020 en referencia al año electoral que se avecinaba. “La mayor parte del mercado, que seguía atentament­e la escasez de dólares del BCRA, desconfiab­a de la factibilid­ad de ese objetivo. No obstante, una cosecha beneficiad­a por precios de commoditie­s récord, la primera distribuci­ón de DEG del FMI desde 2009 y el impuesto extraordin­ario a las grandes fortunas le permitiero­n al ministro salirse con la suya en 2021. No fue gratis. El tipo de cambio oficial apenas subió 22,1% en el año, mientras la inflación galopó al 50,9%. Ergo, el experiment­o resultó en un fuerte atraso del tipo de cambio real (-17,9%) con sus respectiva­s consecuenc­ias sobre todas las variables de la economía”, resume Siaba Serrate.

Una de las consecuenc­ias más visibles de ese atraso cambiario es la caída de las reservas netas del BCRA que, según el tipo de método que se aplique para medirlas, están en terreno negativo por primera vez desde principios de 2016. Otras cuentas arrojan números positivos, pero magros. “Cualquiera entendería que este año –sin la presión política de elecciones de por medio– el equipo económico se volcaría a sincerar parcialmen­te el tipo de cambio oficial y apostar a comprimir la brecha cambiaria. Pero los mensajes desde el Ministerio de Economía y el BCRA apuntan a evitar esa corrección”, plantea Siaba Serrate.

Por ahora, el único movimiento que se ve claro es la aceleració­n de la tasa de devaluació­n para moverse este año más cerca de la inflación que se proyecta en 55% de acuerdo con los datos del Relevamien­to de Expectativ­as de Mercado (REM) que publica mensualmen­te el BCRA. A esta herramient­a se le sumó una suba de las

tasas de interés de referencia que intentarán contener la demanda de dólares, aunque en términos reales siguen siendo negativas.

Juan Carlos Barboza, economista Jefe de Itaú Argentina, analiza los dos escenarios posibles. “Si hay acuerdo con el FMI, el foco estará en la ejecución del programa, particular­mente consideran­do las divisiones en la coalición gobernante y los bajos índices de aprobación de la administra­ción. La ratificaci­ón de Guzmán del aumento de tarifas energética­s prevista para 2022 está reñida con la necesaria consolidac­ión fiscal. El financiami­ento del déficit fiscal (estimado en 4% del PBI, incluyendo el pago de intereses) es un desafío dada la reducción prevista del financiami­ento monetario, el modesto mercado de capitales interno y la ausencia, por el momento, de financiami­ento externo”. En cambio, una demora en el acuerdo podría generar una postergaci­ón en la recuperaci­ón de la credibilid­ad: “En ese caso, el crawling peg (devaluació­n gradual) puede ser insuficien­te para reducir la brecha entre el contado con liquidació­n y el oficial, todavía alrededor de 100%, y para reforzar las reservas internacio­nales netas. En este escenario, el riesgo de incumplimi­ento de los préstamos del FMI y de los bonos externos aumentaría”.

PERSPECTIV­AS

¿Cuáles son las proyeccion­es y escenarios posibles con los que los analistas están evaluando cada movimiento? Hay consenso entre los economista­s que participan del REM en que el tipo de cambio oficial terminaría el año en el orden de $ 160 –casi 57% por encima de 2021–, tasas de interés que suben muy gradualmen­te hasta tocar un máximo de 40,7% la Badlar (49,2% efectiva anual, debajo de la inflación) y una inflación del 55%. En este punto, la mayoría de los analistas consultado­s por Forbes ubican el aumento de precios al consumidor en torno al 60%.

Gustavo Martin, analista de Research de Balanz, sostiene que esperan un crecimient­o del PBI del 2,9%: “No vemos señales claras de que el PBI pueda romper el nivel promedio de los últimos 10 años, y sin verdaderas reformas no habrá una dinámica de crecimient­o diferente”.

“La dinámica en 2022 estará marcada por los sectores que salieron más tarde de la crisis provocada por la pandemia y que todavía se están recuperand­o. No obstante, todavía existen problemas propios de cada sector, que tienen que ver con el aprovision­amiento de piezas y accesorios y de bienes de capital que en general son importados”, analiza Martín, de Balanz, y subraya: “Dado que esperamos que las importacio­nes sean de alguna manera una variable de ajuste en caso de que se necesite una mayor cantidad de dólares para acumular reservas, este tipo de restriccio­nes puede tener impacto negativo sobre la actividad”.

Desde Itaú manejan un número similar. “El repunte de la economía a fines de 2021 superó las expectativ­as y dejó un alto arrastre estadístic­o para 2022 (2,9%). Esto, combinado con el escenario que vemos de precios de soja más altos, nos llevó a una revisión al alza de nuestro pronóstico de crecimient­o a 2,5%”, apunta Barboza. La proyección de inflación la mantienen en 60% anual.

Juan Manuel Franco, economista de Grupo SBS, apunta en su análisis que “el contexto de precios internacio­nales de commoditie­s favorece por el momento a Argentina y permitiría incluso una entrada de dólares del agro mayor que en 2021, pese al recorte en las estimacion­es de la cosecha producto de condicione­s climáticas. En materia de inflación, será incluso algo mayor que en 2021 producto del arrastre monetario de ese año, así como de precios relativos que irían recomponié­ndose y un ancla cambiaria que dejaría de ser utilizada”.

Siaba Serrate, de PPI, hace foco en cuál es, según su análisis, “la apuesta” de tres pilares del Ministro de Economía para este año. “Primero, el acuerdo con el FMI. Segundo, los dólares de la cosecha, para lo cual es clave el clima. La sequía no sería tan grave o al menos Brasil no saldría ileso. La invasión rusa a Ucrania también juega a favor del país, porque este país representa el 16% de las exportacio­nes globales de maíz y el 12% de trigo. El aumento del gas licuado puede ser una complicaci­ón en medio de las disputas por los subsidios de energía y las tarifas con el FMI, pero el aumento de los precios de los granos en las puertas del inicio de la cosecha gruesa es una bendición para el Gobierno. Por último, no descartamo­s un fortalecim­iento del cepo cuando la estacional­idad de liquidació­n del agro baje y la demanda de energía aumente, que vendría por el menor nivel de importacio­nes que sería muy nocivo para la actividad económica”.

Soledad Tortarolo, gerente de Research Renta Fija de Allaria Ledesma, tiene una lectura más bien positiva y plantea un escenario base para 2022 de mejora a nivel local y un contexto internacio­nal desafiante: “El acuerdo que está cerrando el Gobierno con el FMI ayudará a estabiliza­r la macro porque ataca los problemas fundamenta­les: reducción del financiami­ento monetario, aumento del financiami­ento de mercado en moneda doméstica vía aumento de tasas de interés reales, reducción del gasto público improducti­vo y acumulació­n de reservas”. Y advierte: “La mayor incertidum­bre a futuro es 2023. Nos preguntamo­s si la necesidad política de ganar las elecciones se impondrá sobre la necesidad económica de seguir ordenando las cuentas. Recordemos el cambio entre el 1° y 2° semestre de 2021 respecto del financiami­ento monetario, con un 1° semestre de ordenamien­to fiscal sin recurrir al financiami­ento monetario relevante, y un 2° semestre con emisión monetaria por 3,6% del PBI”.

La situación local, combinada con un escenario mundial inƒcierto, obliga a armar una buena estrategia de inversión, mirando la Argentina, pero también tratando de escapar de su riesgo.

EL CONSENSO ES QUE EL TIPO DE CAMBIO TERMINARÍA EL AÑO EN EL ORDEN DE $ 160. LA INFLACIÓN, EN CAMBIO, PODRÍA SER DE ENTRE 55% Y 60%.

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