Gas más ecológico
Los ecologistas dicen que el fracking daña el planeta. Los HERMANOS RICE piensan lo contrario.
EEQT es un miembro respetado de la industria energética desde hace 133 años, época en la que recién empezaban las perforaciones de gas en Pensilvania, y cuya sede se encuentra en Pittsburgh. Nunca pensarías que Toby Rice (39) es el CEO luego de visitar su oficina, ubicada en una exescuela de taekwondo en el barrio suburbano de Carnegie en Pensilvania, a 15 minutos del centro. El espacio está decorado con una escultura de tamaño real de Iron Man usando una máscara de gorila, piezas de arte con graffitis y una bandera de Gadsden con la frase “No me pisotees”.
¿Cómo llegó este millennial a dirigir la productora de gas natural más grande de EE.UU.? Formando un equipo con su familia, teniendo la suerte de explorar la formación de shale Marcellus en el momento adecuado y pensando en grande.
Los socios de Rice en el negocio son sus hermanos Daniel (41) y Derek (36). El capital lo obtuvieron de préstamos
por US$ 70 millones de un fondo fiduciario de su padre. La inversión rindió buenos frutos: cuentan con una fortuna individual de US$ 700 millones.
El Marcellus es un yacimiento de shale que se extiende en tierras subterráneas de Nueva York y Virginia Occidental. El fracking transformó esta capa de roca en algo valioso de la noche a la mañana, justo cuando estos hermanos estaban incursionando en el negocio del gas.
Toby, Daniel y Derek crecieron en Boston. Jugaban al béisbol y aprendieron sobre negocios de su familia emprendedora de origen armenio. Su madre tenía una empresa de catering y su padre, Daniel Rice III, trabajó en Blackrock dirigiendo un portfolio de recursos naturales. Hizo mucho dinero con las comisiones de un fondo de inversiones de alto riesgo y decidió que sus hijos debían hacer algo grande con ese capital. “Plantó la semillita en nuestras cabezas”, dice Daniel.
No obstante, primero tenían que formarse. Daniel aprendió sobre la industria en la empresa de sistemas de seguridad Tyco, la compañía de perforaciones en alta mar Transocean y el banco de inversiones Tudor, Pickering, Holt & Co. Derek estudió geología del petróleo y se especializó en un nuevo sector enfocado en la perforación de formaciones de shale. Toby se inclinó por el deporte, el béisbol, pero no logró entrar en el equipo universitario y terminó en una plataforma petrolífera, donde ganaba US$ 9 por hora. Renunció para realizar un Máster en Fracturación Hidráulica y se unió a sus hermanos para fundar Rice Energy en 2007.
En esa época recién comenzaba la revolución del fracking. Había un yacimiento grande de shale, el Barnett, cerca de Forth Worth, Texas. Los hermanos apostaron a la formación de shale Marcellus de Pensilvania y empezaron a arrendar terrenos para hacer perforaciones. Toby vivía en su camioneta y se dedicaba a buscar a propietarios y convencerlos de firmar contratos de arrendamiento de terrenos que habían sido pasados por alto por los grandes.
“Me senté en más mesas de campesinos y propietarios que cualquier otro político”, dice Toby. Y Daniel añade: “Fuimos sumando terrenos y de pronto teníamos suficiente espacio para construir cuatro pozos”. Su padre dejó de prestarle atención a su contabilidad en 2009, después de discutir con Toby sobre un cheque de US$ 2.300 que le había entregado a la organización juvenil 4-H del condado de Washington en Pensilvania. Había ganado una subasta caritativa de un conejo contra su rival de alquiler de tierras Range Resources. Eso hizo que el público se enterara de que existíamos. “Logramos cautivar a la cuenca,” dice Derek.
Los frackers usan perforadoras teledirigidas para taladrar 3 km bajo tierra hasta llegar a la capa delgada de shale que contiene los hidrocarburos. Luego las giran y continúan perforando de manera transversal. Después de fijar las tuberías con cemento, se colocan cargas explosivas para agujerear las tuberías e inyectar millones de litros de agua a alta presión con arena, para fracturar la roca. Los hermanos Rice decidieron introducir una tonelada de arena cada 30 cm de distancia lateral, el triple de lo que hacía el resto. Los pozos de la formación de shale Barnett ya se consideraban grandes porque llegaban a extraer hasta 4.000 MCF (millones de pies cúbicos) de gas por día. Un MCF o 1.000 pies cúbicos tiene un contenido energético equivalente a 3,8 litros de nafta. Rice Energy estaba produciendo 30.000 MCF por día de los pozos de Marcellus.
“Esperábamos obtener al menos los mismos resultados que Barnett. Pero nos llevamos una grata sorpresa porque fuimos de los primeros en explorar el yacimiento de gas natural más grande de EE.UU.”, dice Derek, que vivió un tiempo en una casa rodante cerca de las plataformas y se bañaba en las paradas de camiones. Los hermanos comían con los empleados nuevos y les ponían nombres de héroes de cómics a los proyectos de perforación.
En 2014 el trío recaudó US$ 1.000 millones en su IPO con Daniel como CEO. También sumaron US$ 400 millones para una empresa de tuberías de gas. La producción de gas de Marcellus se había disparado a 35.000 millones de pies cúbicos (BCF) por día, casi un tercio del total de EE.UU.
“Estábamos preparados mentalmente para dirigir la empresa para siempre”, dice Daniel, pero en 2017 la firma de inversiones EQT les hizo una oferta: US$ 6.700 millones en acciones y efectivo, más la deuda de US$ 1.500 millones. La familia Rice recibió US$ 200 millones en efectivo y casi el 3% de las acciones de EQT. EQT Midstream Partners adquirió la compañía de tuberías de gas por otros US$ 2.400 millones. Sin embargo, poco después los Rice empezaron a recibir llamados de accionistas descontentos. El CEO, Robert Mcnally, había gastado US$ 300 millones más de lo planeado. Perforaban pozos de mala calidad que los Rice les habían prevenido que no usaran. “Les dimos un plan de perforaciones de tres años –dice Derek–. A los tres meses no tenían idea de lo que hacían”. El precio de las acciones de EQT se desplomó un 45%.
Así fue como comenzó una lucha de poder. Los inversores institucionales apoyaban a los miembros de los Rice en el consejo de dirección y obtuvieron el 80% de los votos. En julio de 2019, Mcnally se fue y Toby quedó como CEO. Daniel está en el consejo de dirección de EQT; Derek es asesor. El nuevo jefe redujo un 25% el personal, a 650 empleados, e
invirtió en software y sensores. El tablero de control habilitado para todo su equipo de vendedores le permite ver las condiciones de 3.000 pozos en 600 lugares a lo largo de 6.500 km2 de terrenos.
Recientemente EQT adquirió las operaciones de Chevron en Marcellus por US$ 735 millones y de Alta Resources por US$ 2.900 millones. Estas expansiones le permitieron producir 5,5 BCF de gas por día, más que el número dos del mercado, Exxonmobil. No obstante, las grandes apuestas llevan a cometer grandes errores. Los productores de commodities suelen utilizar futuros y opciones para prevender volúmenes de producción y fijar precios. A Toby se le fue la mano y lo tomaron desprevenido los precios del gas. Sus ganancias del 2021 se redujeron US$ 3.000 millones. Pero, luego de ajustar sus coberturas, EQT ahora está bien encaminado para generar US$ 2.000 millones de cash flow en 2022 procedentes de un total de ingresos de US$ 5.000 millones, según expertos. Desde que Toby asumió el mando, las acciones subieron 40%.
Muchos ecologistas y políticos quieren frenar el fracking. La familia Rice se defiende con cifras: las emisiones anuales de dióxido de carbono en EE.UU. se redujeron en casi 1.000 millones de toneladas desde 2005 porque las centrales eléctricas están reemplazando el carbón por el gas natural. Esto ocurre gracias a la revolución de gas natural de lutita. Durante el mismo período, China aumentó sus emisiones anuales en 4.700 millones de toneladas porque la explotación del carbón se disparó. EQT está evaluando la posibilidad de licuar el gas de Marcellus y exportarlo desde Philadelphia. Si ese combustible se transporta a Asia y desplaza al carbón, esto ayudaría a mitigar el cambio climático.
¿Y qué pasa con las fugas de gas metano, un gas de efecto invernadero más potente que el dióxido de carbono? Toby saca una tabla mostrando los detalles de un programa de US$ 20 millones para reemplazar las 9.000 válvulas neumáticas de los pozos por válvulas eléctricas que casi no tienen pérdidas de gas metano. El empresario contrató a la organización Project Canary, que se encarga de monitorear las emisiones industriales, para que instale detectores láser de última tecnología.
Las acciones de EQT representan menos de un cuarto de la fortuna de los Rice. A través de Rice Investment Group, los hermanos financiaron dos compañías con propósito especial de adquisición (SPAC). “No nos interesan los temas populares como la energía eólica o solar. Nos interesan cosas que hagan una diferencia”, dice Derek. Una de estas SPAC fue para Archaea Energy, desarrolladores de proyectos de captura de metano que emerge de la descomposición de desechos en basurales. La extracción genera exenciones fiscales que incrementan los ingresos hasta US$ 15 por MCF, en lugar de los US$ 5 que se obtienen por el gas común. Los hermanos poseen una cuarta parte de las acciones de la firma valuada en US$ 600 millones.
No obstante, Toby siente que tiene que superarse. Eso requerirá ampliar el espacio de la escuela de taekwondo. Está llevando de paseo a un visitante en su camioneta Dodge por una exfábrica de molienda en la ciudad de Carnegie, bautizada con el nombre del industrial siderúrgico más famoso de Pensilvania. Debido al cierre de muchas fábricas, la población actual es la tercera parte de lo que era en su momento de esplendor, pero Toby prevé un renacimiento. Quiere reconstruir una serie de depósitos y fábricas para crear espacios donde sus empleados quieran ir a trabajar, incluso si no tienen que hacerlo. Su objetivo es producir una cultura “shalennial” (fusión de las palabras shale y millennial). “Vamos a volver a almorzar con cada uno de los empleados nuevos”.