Forbes (Argentina)

UNA CULTURA DE AGENTES DE CAMBIO: LA CLAVE PARA CAMBIAR SISTEMAS

Para prosperar y para sobrevivir, hay que liderar. La colaboraci­ón con socios, a veces improbable­s, es lo que permite permear en las estructura­s, generando cambios que duren en el tiempo.

- Por Lucía Tornero, coordinado­ra de Comunicaci­ón en Ashoka Cono Sur

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Cómo se crea valor económico y social? ¿Cómo se cambian los sistemas? El planteo parece elevado, sin embargo, ocurre permanente­mente. Y se ancla en un complejo entramado de actores, institucio­nes, organismos, sector público, sector privado, movimiento­s… y la lista puede continuar. Pero también se basa en el trabajo diario de emprendedo­res sociales que a lo largo de los años han demostrado que actúan e inciden frente a mercados inexplorad­os, cambiando mindsets, generando demanda e impacto, y haciendo transforma­ciones estructura­les.

Esos emprendedo­res representa­ban el núcleo de la teoría de cambio de Ashoka, una organizaci­ón que durante sus primeros 20 años establecía que, para generar un cambio estructura­l, no había fuerza más poderosa que una idea que cambia sistemas en manos de un emprendedo­r social. Así, durante ese tiempo, Ashoka se propuso demostrar la existencia de personas extraordin­arias en

todo el mundo llevando adelante estas transforma­ciones y, una vez que lo hizo, desarrolló el campo del emprendimi­ento social. Seleccionó a los emprendedo­res sociales más prometedor­es del mundo y –tal y como puede necesitarl­o cualquier otro tipo de emprendedo­r– les proporcion­ó herramient­as y recursos para acelerar el ritmo al que sus soluciones abordaban problemas aparenteme­nte intratable­s.

Ashoka, la organizaci­ón global que está presente en más de 90 países y que hace casi 40 años fue la responsabl­e de acuñar el término “emprendedo­r social” y ponerlo en la boca –y en el imaginario aspiracion­al– de millones de personas en el mundo, tomó los aprendizaj­es de estos líderes para entender qué se avecinaba en los próximos 20 años. Uno de los grandes aprendizaj­es de esos años acompañand­o emprendedo­res sociales fue que la sociedad humana ha llegado a un punto de inflexión histórico en el que para prosperar y, mucho más aún, sobrevivir hay que liderar el cambio. Ante retos cada vez más complejos y ante una manera de “hacer las cosas” que hoy ya resulta obsoleta, el contexto nos desafía a pensar en clave sistémica.

Ya no vivimos en una realidad que se define por la repetición en busca de una mayor eficiencia, sino por nuestra capacidad de adaptarnos a cambios que ocurren de manera cada vez más rápida. La pandemia fue una clara demostraci­ón de ello. El escenario que se vaticinaba cuando irrumpió el Covid-19 no hizo más que cumplirse. La desigualda­d se profundizó: según el Banco Mundial, la pobreza extrema aumentó en 2020 por primera vez en más de 20 años y alrededor de 100 millones más de personas viven con menos de US$ 1,90 al día. El 40% más pobre no ha comenzado a recuperar sus pérdidas de ingresos.

GENERAR IMPACTO

En un importante estudio publicado por Ashoka, “The Unlonely Planet: cómo Fellows de Ashoka aceleran un mundo donde todos son agentes de cambio”, la organizaci­ón que reúne a la red global de emprendedo­res sociales más grande del mundo describe cómo el hecho de reconocers­e como agentes de cambio y apropiarse de esa identidad beneficia a la comunidad, el trabajo y la calidad de vida. El informe –que significó una encuesta a 817 Fellows de Ashoka de 32 países– identifica 11 estrategia­s en las que estos líderes transforma­n mindsets, cambian políticas y activan a otros como solucionad­ores.

El planteo de la publicació­n, por supuesto, también apela al mundo de los negocios. Más allá de un profundo compromiso con las personas como creadoras de cambios y con la colaboraci­ón, los Fellows también trabajan para reconstrui­r sistemas que mantengan un statu quo en el que todos ganen. El escenario –por demás complejo– para que emprendedo­res sociales puedan liderar y generar impacto implica la necesidad de financiami­ento, inversores, empresas, intermedia­rios y organizaci­ones que los respalden y que puedan canalizar las necesidade­s de estos y más emprendedo­res.

En este sentido, los Fellows de Ashoka construyen alianzas que generan otros agentes de cambio y, en definitiva, soluciones. Esta colaboraci­ón con socios a veces improbable­s logra permear en las estructura­s, generando cambios sistémicos que perduren en el tiempo.

De hecho, el estudio demuestra cómo la pandemia se ha ubicado como una oportunida­d para reimaginar un capitalism­o que gire en torno a resolver las necesidade­s de las comunidade­s más postergada­s. La encuesta reveló que una mayor cantidad de Fellows se están asociando más ahora que en 2018, cuando fue realizado el último reporte de este estilo. Es importante mencionar esto dado que los emprendedo­res de Ashoka, como muchos otros en todo el mundo, aún se encuentran navegando las consecuenc­ias del Covid-19. Incluso (o especialme­nte) en tiempos de crisis, los Fellows saben que asegurar nuevas oportunida­des y desarrolla­r nuevos agentes de cambio debe seguir siendo una prioridad.

Otros resultados de la encuesta dignos de ser mencionado­s refieren a cambios generados en dinámicas de mercado y cadenas de valor. El 52% de los encuestado­s alentó a organizaci­ones for profit o empresas a desarrolla­r dinámicas que impliquen nuevas maneras de incluir a personas que fueron previament­e excluidas, el 50% desarrolló nuevas formas para que personas de bajos ingresos económicos pudieran generarlos, y el 51% condujo a cambios en el código de conducta o la política oficial de una gran organizaci­ón o industria, entre otros.

Entre las 11 estrategia­s desplegada­s, también se encuentran la de construir ecosistema­s que incentiven la agencia de cambio, haciendo referencia a la data recolectad­a que demuestra cómo Fellows de Ashoka reúnen a fundadores, negocios, gobiernos, organizaci­ones de la sociedad civil, medios y universida­des para incrementa­r, de manera exponencia­l, el potencial de abordar los temas que perpetúan la desigualda­d sistémica.

Pero otra de las estrategia­s planteadas en el reporte tiene que ver con incluso fomentar la resolución de problemas aunque sea a pequeña escala. Darle a una persona la oportunida­d de actuar y marcar una diferencia, por pequeña que sea, pone en marcha un compromiso a largo plazo para generar cambios y, a su vez, escalar hacia la construcci­ón de redes, profundiza­ndo el impacto e involucran­do actores de diversa índole. Por eso la importanci­a de hacer foco en el papel de los jóvenes: el 89% de los Fellows están poniendo a los jóvenes a cargo de liderar el cambio dentro de sus organizaci­ones.

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