LA AGENDA QUE VIENE
DIEGO SAEZ-GIL, ECOEMPRENDEDOR ARGENTINO, ES EL COFUNDADOR DE PACHAMA, UNA STARTUP TECNOLÓGICA CON LA MISIÓN DE RESTAURAR LA NATURALEZA PARA RESOLVER EL CAMBIO CLIMÁTICO. SU VISIÓN PARA HACER NEGOCIOS SOSTENIBLES.
Las compañías que se proyectan a futuro tienen en carpeta o están ejecutando actividades y programas que les permiten desarrollarse en armonía con el medioambiente y la comunidad en que actúan. Las que no lo hacen tienen comprometido su accionar para los próximos años. Un repaso por los principales temas: triple impacto, educación, carbono neutral, energías renovables, movilidad y bonos verdes.
on la agenda renovada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, 2022 es un año para avanzar con acciones direccionadas en pos de mitigar el impacto del cambio climático. Pero también implica definir la sostenibilidad de los negocios, es decir, la búsqueda de un avance social y económico que asegure a los seres humanos una vida sana y productiva, pero que no comprometa la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. A partir de la importancia de los recursos naturales y de la necesidad de su uso racional, la sostenibilidad busca un desarrollo social que contribuya a mejorar la calidad de vida, salud, educación y cultura de todas las personas.
En este marco, CEO, funcionarios, responsables de sostenibilidad, expertos de consultoras y especialistas debaten sobre los desafíos que tiene Argentina frente a este tema y cómo mejorar las condiciones de vida de las comunidades. Un punto de partida es observar las estrategias para lograr que el triple impacto sea parte del negocio. Es un concepto de éxito corporativo diferente: el eje ya no pasa solo por la búsqueda de rentabilidad, sino por un desarrollo donde el rédito se genere sin comprometer los recursos. Es un modelo basado en tres conceptos: valor económico, mirada social e impacto ambiental. El triple impacto debe ser un estándar de calidad que sostiene los negocios desde el corazón de cada compañía, es decir, el rol de cada uno de sus colaboradores y colaboradoras.
Carolina Ivachuta, gerenta de Comunicación Externa e Interna de Danone, asegura que el objetivo de la compañía para el 2025 es “ser la empresa B certificada más grande de la Argentina y del mundo”, en momentos en que el consumidor “cada vez se muestra más activo” en exigir el cumplimiento de los compromisos de triple impacto: “El gran desafío para las marcas es involucrarse con cada comunidad local, con las organizaciones líderes, con los gobiernos y con las demás compañías porque eso visibiliza las tensiones. De hecho, el 62% de las ventas globales de la compañía corresponden a negocios B certificados”.
Por su parte, Darío Carosella, director de RR.HH. de Volkswagen Group Argentina, sostiene que para que el triple impacto sea tangible es fundamental comunicar con “simpleza y dar evidencias de qué va a pasar si no cambiamos, si no colaboramos, para que cada uno desde su puesto de trabajo entienda cuál puede ser su contribución”. Considera que el triple impacto tiene que ser mucho más que “meras iniciativas de buena voluntad”. A su criterio, cada compañía debe establecer una estrategia global, regional y local coordinadas, alineadas y con propósito sustentable.
En este contexto, Alejandro Lastra, director de Asuntos Públicos de Telefónica Movistar Argentina, explica que la estrategia de triple impacto tiene que estar “embebida en el ADN” de cada empresa porque “la sociedad es tremendamente exigente en ese aspecto, pero sobre todo porque, de lo contrario, el negocio de la compañía deja de tener futuro”. Al respecto, menciona el propósito de la empresa de generar una digitalización inclusiva, clave para el desarrollo económico y social: “Para eso generamos infraestructura de conectividad, solos y con aliados, y capacitaciones para que la gente pueda aprender a usarla”.
En este escenario, la educación y capacitación se convierten en pilares de acciones para proyectar una organización a futuro. Identificar el rol que las grandes empresas tienen para hacer crecer la sostenibilidad, tanto en su cadena de valor como para acercar herramientas a las comunidades que las rodean, es parte de la agenda. La educación para el desarrollo sostenible proporciona los conocimientos, las competencias, las actitudes y los valores necesarios para tomar decisiones fundamentadas y llevar a cabo acciones responsables en favor de la integridad del medioambiente, la viabilidad de la economía y una sociedad más justa. En este contexto. empresas como Telecom, Techint y Coca-cola explican sus roles.
“Tenemos hace más de 50 años una visión donde la educación es esencial no solo con los empleados, sino en las comunidades y la cadena de valor. Nuestra escuela técnica es un ejemplo de movilidad social donde la meritocracia es vital”, sostiene Erica Bienek, directora de Relaciones con la Comunidad del Grupo Techint. Muchas de las acciones diseñadas por Techint apuntan a erradicar el concepto de aula tradicional y las competencias necesarias para la actualidad no están depositadas necesariamente en la relación de un maestro y un espacio áulico. “Todos nuestros programas educativos tienen un proceso de diseño, implementación y medición, donde muchas veces promovemos aprendizaje autónomo, en el que un maestro actúa más como un coach, que acompaña el aprendizaje y no es la única fuente de conocimiento”, apunta Bienek.
“Exigimos estándares muy altos en nuestros proveedores y a veces con esa exigencia dejamos afuera a otros, por eso es esencial la capacitación en nuestra cadena de valor para desarrollar nuevos proveedores”, explica Mariale Álvarez, directora de Asuntos Públicos, Comunicaciones y Sustentabilidad de Coca-cola. Por su parte, Pedro López Matheu, director de Comunicaciones Externas, Sustentabilidad y Medios de Telecom Argentina, comparte detalles de la visión de la compañía: “Recolectamos las necesidades de la comunidad y su vinculación con la tecnología. Los jóvenes pueden ser agentes de cambio en su casa, por eso la inclusión laboral a partir del desarrollo de aptitudes relacionadas con la tecnología puede ser un puntapié para personas en situación de vulnerabilidad. Vemos además cómo Internet se mete en las escuelas de la mano del celular y se convierte en una herramienta didáctica porque el celular no es una amenaza sino una oportunidad para la educación. Sabemos que escasea el talento en el mundo, por eso nuestra propuesta es y será una capacitación continua y amplia para ofrecer oportunidades para nuevas generaciones”.
CERO EMISIÓN
En un contexto de preocupación por la suba internacional de precios de los combustibles fósiles, el CEO de YPF LUZ, Martín Mandarano, asegura: “Ponemos mucho foco en los equipos para entregar toda la energía disponible al país. En materia de energía renovable estaremos entre un 12% y un 15% de participación en la matriz energética argentina”. Y agrega: “Desde 2013 estamos desarrollando diferentes negocios, focalizándonos en energías renovables e intentando mirar en el largo plazo nuestro aporte a la matriz energética del país, sumando energía cada vez más limpia”. Afirma además que la Argentina tiene como base una matriz energética “con mucho foco en el gas natural, lo que la distingue de otros países de la región y del mundo porque es un hidrocarburo de transición entre las energías convencionales y las renovables. Permite transitar ese camino de forma económica y con la menor cantidad de CO2 emitido cada vez que generamos energía eléctrica”. De hecho, la proporción del gas en la matriz energética nacional es del 55%.
¿Qué tan lejos está la Argentina de alcanzar la meta de emisión cero? La neutralidad de carbono implica alcanzar un resultado neto de cero emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), esto es, emitir a la atmósfera la misma cantidad de gases que se absorbe por otras vías. A partir de la adopción del Acuerdo de París, los países participantes comenzaron a estudiar escenarios posibles. El Acuerdo establece como meta reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con el fin de mantener el aumento de la temperatura promedio mundial muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales y continuar los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C.
Se estima que la Argentina emite un 0,6% de GEI de todo el mundo. Es una cifra baja pero no por eso menos preocupante. “La ciencia ha dado suficiente evidencia sobre la necesidad de lograr la neutralidad de carbono. Es un tema de agenda prioritario que interpela a las empresas, y estamos obligados a asumir nuestro rol en el que cada sector debe aportar al objetivo país en la reducción de emisión de carbono. Sabemos que las compañías van a empezar a tomar decisiones económicas y de negocio en base a la contabilidad de emisiones de carbono”, asegura Gabriel Pérez, gerente de Desempeño Ambiental de Grupo Logístico Andreani. “El agro es parte de la solución porque tiene una gran oportunidad de capturar carbono a través de sus protagonistas. Tenemos que trabajar en el desarrollo de mejores mediciones y generar buenas prácticas para colaborar con los productores”, sostiene Guillermo Delgado, gerente de Negocios Responsables y Sustentables de Syngenta.
Por su parte, Carolina Langan, jefa de Sustentabilidad de Genneia, señala: “Hoy se cuestiona el modelo de desarrollo que la sociedad mundial viene desarrollando desde hace muchos años. Como empresa que provee energía tenemos un triple dilema: producir energía, que sea asequible y que mitigue las emisiones”. En este sentido, alerta que la Argentina tiene dificultades para alcanzar los acuerdos de París. “Tenemos que aumentar la ambición para cumplir con las metas”, agrega la ejecutiva de la compañía que en estos últimos 9 años invirtió más de US$ 1.200 millones para completar 18 proyectos de obra y ampliación de energía renovable.
MOVILIDAD SUSTENTABLE
Semáforos adaptativos según el flujo del tránsito, pruebas de vehículos autónomos, aplicaciones para saber cuándo llegan el subte o el colectivo, peajes inteligentes y transportes a demanda son algunas de las ideas en las que se trabaja en CABA pensando en el concepto de movilidad sustentable. La secretaria de Transporte y Obras Públicas del GCBA, Manuela López Menéndez, asegura que el proyecto de calle compartida que antes de fin de año va a involucrar a la Av. Libertador, desde la General Paz hasta Retiro, “es el puntapié de la ciudad que se viene, un nuevo concepto en el que peatones, ciclistas, automovilistas y transporte público puedan convivir, respetando las distintas vulnerabilidades de la seguridad vial e incorporando tecnología con semáforos adaptativos en función de la congestión de tránsito”. La funcionaria asegura que el Gobierno porteño tiene en mar
cha un plan ambicioso “que no solo priorice y haga más sustentable el transporte público, sino que les brinde información a los usuarios para que sepan cuándo y cómo moverse”.
La industria del transporte, de carga, pasajeros y familiar está inmersa en uno de los procesos de cambio más profundos que registre su historia. Algunos especialistas y protagonistas la comparan con la revolución del vehículo que hizo desaparecer a los carruajes en los comienzos del siglo XX. Tanto que muchas automotrices aclaran que se dedican “a la movilidad”. “El transporte no tiene otra opción que ser sustentable. En Scania estamos trabajando desde 2015 en una transición de la industria que va de la mano de nuevas tecnologías, pero también nuevos combustibles. Además, en nuestro caso, debemos analizar en detalle cómo son las matrices energéticas de cada país donde operamos porque no todas las regiones tienen las mismas necesidades, y tampoco imponemos una tecnología en particular”, sostiene Alejandro Pazos, Chief Marketing Officer de Scania Argentina.
La compañía, explica el ejecutivo, tiene diversas opciones para sus clientes con diferentes combustibles: gas, biogás, hidrógeno y eléctricos, pero hace hincapié en que la transición no es la misma entre países. “El 65% de la producción de energía en Argentina es no renovable, por eso hay que pensar que hoy un vehículo eléctrico no es sustentable porque no tiene mucho sentido agregar más consumo eléctrico a la matriz. Acá, el uso del gas es el primer paso hacia descarbonizar el transporte de cargas y pasajeros. Luego podemos pasar al biogás hasta llegar a la electrificación en unos años”, sentencia Pazos.
Jorge Zabaleta, socio de PWC, agrega: “En esta transición del sector, la industria automotriz se presenta hoy como soluciones de movilidad, no es solamente una gran fábrica de autos”. Y agrega: “Tenemos que promover un cambio cultural porque la gran mayoría de los autos se usan tres horas por día, se guardan 21 horas en cocheras y transportan a una sola persona. Tenemos que aceptar el cambio y modificar muchos hábitos y costumbres”.
BONOS VERDES: RETORNO, RIESGO E IMPACTO POSITIVO
Los denominados bonos verdes son un tipo de deuda o valores negociables que emiten las organizaciones, tanto públicas como privadas, para financiar proyectos socialmente responsables con el medioambiente. Las finanzas sostenibles han cobrado un papel fundamental en los últimos tiempos, en el impulso de iniciativas para mitigar los efectos devastadores que la crisis climática está ocasionando. La primera emisión de bonos verdes tuvo lugar en 2007 y, en 2020, las emisiones verdes alcanzaron más de US$ 270.000 millones, de acuerdo con los datos de la Climate Bonds Initiative (CBI). “Es importante que, como entidad financiera, no solo tengamos una mirada de retorno sino también de riesgo, y que en nuestras acciones generemos un impacto positivo”, asegura Constanza Gorleri, gerenta de Sustentabilidad de Banco Galicia.
“Los bonos verdes son una tendencia que llegó para quedarse, es una gran posibilidad para acceder a nuevas formas de financiamiento, pero al mismo tiempo los inversores pueden diversificar su portfolio: pueden ser bonos verdes sociales y sustentables, una obligación negociable, un fideicomiso, un fondo de inversión, entre otras formas. La esencia está en el uso de esos fondos, para qué se va a destinar ese dinero. El denominador en común es que tenga un 100% de impacto en la sociedad”, señala Julieta Artal Conte, responsable de Gobierno Corporativo y Sustentabilidad de BYMA.
Hace unos meses, la ONG Techo logró intervenir en el mercado de valores y suscribió un bono verde para potenciar y acelerar sus objetivos: la construcción de viviendas en barrios vulnerables de todo el país. “Una asociación civil también puede entrar en este esquema de financiación con bonos verdes. En nuestro caso lo hicimos a fines de 2021 por $ 18 millones para construir nuestra propia fábrica de materia prima que nos permitirá cumplir nuestro objetivo para la construcción de más viviendas”, explica Florencia Drucker, directora ejecutiva de Techo.
Como emprendedor serial de tecnología, Diego Saez-gil cofundó Bluesmart y Wehostels, dos empresas de tecnología de viajes adquiridas por grandes jugadores de la industria. Luego de una profunda introspección al vender su última compañía, creó Pachama, una startup tecnológica que tiene la misión de restaurar la naturaleza para resolver el cambio climático mediante el aprovechamiento de datos satelitales, IA e Internet para impulsar el financiamiento para la reforestación y la conservación de espacios verdes, y recibió inversiones de Jeff Bezos y Bill Gates.
¿Cómo se hace para hacer negocios y sustentabilidad y que encima llamen la atención de inversores gigantes?
Empecé como emprendedor en tecnología hace unos 12 años. Siendo tucumano, donde crecí rodeado de la yunga, siempre tuve un gran amor por la naturaleza. Después de mi proyecto anterior, decidí tomarme una pausa, pensar cuál era el problema más importante en el cual me quería involucrar, y el cambio climático surgió como el número uno. Así descubrí el mundo de los créditos de carbono, porque las empresas están siendo empujadas por los gobiernos, los clientes y los proveedores a reducir su huella de carbono y compensar lo que no pueden por medio de la compra de créditos de carbono, que son dados a proyectos que capturan carbono.
¿Cómo funciona Pachama?
Nos dimos cuenta de que una de las formas en las que se puede capturar carbono es por medio de proteger y restaurar bosques, y este tipo de proyectos que hasta ahora no tenían un incentivo económico ahora lo tienen por los créditos de carbono. ¿Qué pasa? Para un dueño de tierra sigue siendo difícil conseguir los créditos de carbono. Por otro lado, las empresas que compran esos créditos tienen aún preguntas respecto de la confiabilidad de esos proyectos. Pachama es una plataforma tecnológica que usa imágenes satelitales e IA para monitorear y verificar que los bosques están siendo protegidos y reforestados. Con otro argentino, Tomás Aftalion, decidimos empezar esta empresa. ¿Cuántos metros cuadrados protegieron en este tiempo? ¿Dónde?
Hasta ahora trabajamos con proyectos que están conservando más de 2 millones de hectáreas. Tenemos proyectos en 15 países. En Sudamérica empezamos con Brasil, donde está el Amazonas y el Bosque Atlántico, con la intención de expandirnos a Argentina y Perú. ¿Cuáles son los desafíos?
En este momento el mayor desafío es cómo operacionalizar o expandirnos lo más rápido posible en distintos países. Obviamente hay un desafío técnico desde el punto de vista de desarrollar estos algoritmos de IA. Y seguir convenciendo a las empresas de que tienen que hacer estas inversiones y que es hoy.
¿En 2022 cuánto van a crecer?
Tenemos un objetivo para dentro de 10 años que es haber protegido 100 millones de hectáreas.
¿Cómo ves el futuro?
Como emprendedor soy optimista. Si tiramos la toalla estamos haciendo las cosas peor. Hay que ser realistas, entender los hechos, los datos, la ciencia, pero al mismo tiempo apostar a las posibilidades positivas de salir adelante.
¿Qué le dirías a alguien que no conoce el concepto de triple impacto?
Lo que creo como empresario es que hoy los jóvenes no quieren trabajar para empresas que estén destruyendo el planeta. Los inversores están moviéndose de empresas que contaminan a las que le hacen bien al planeta, entonces las compañías que sean de impacto ambiental, social y gubernamental positivo van a recibir más capital de inversión. Hay impuestos y regulaciones que van a empezar a afectar las ganancias. La mejor decisión de negocio, la mejor decisión financiera que el liderazgo de una empresa puede tomar, es ser un pionero en impacto positivo ambiental y social.