Forbes (Argentina)

El “riesgo de transición” ya se está viendo en la economía

- Por Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s

A pesar de que nadie esperaba que se concrete ahora el “riesgo de transición” que venimos mencionand­o y que ahora denuncia explícitam­ente el ministro de Economía, Martín Guzmán, el mercado de pesos implosionó el miércoles 8 de junio.

El derrumbe de las cotizacion­es arrancó con un desarme de los fondos Pellegrini (Banco Nación) atribuidos, paradójica­mente, a las empresas públicas de energía para financiar la compra de barcos de GNL y combustibl­es. Lo patológico es que estos fondos habrían estado originados en el sobrefonde­o que les dio el Tesoro a fines de 2021 con AT del BCRA para ampliar el déficit el año pasado y reducir el déficit para las necesidade­s de pesos en 2022 cuando el país iba a estar enmarcado en el acuerdo con el FMI.

Haber colocado esta liquidez en fondos comunes de inversión fue funcional al roll over del Tesoro y a la multiplica­ción de los pesos dado el fenomenal carry detrás de una inflación que escaló al 6% promedio mensual. Pero fue literalmen­te un tiro en el pie al momento de necesitar usar la liquidez invertida. Lo que arrancó como un retiro puntual descoordin­ado se generalizó a muchas empresas privadas y dio inicio a una nueva corrida que arrancó para evitar pérdidas en pesos, y empezó a contagiar el mercado del dólar marginal.

Parecido a lo ocurrido con las LEBAC en abril de 2018 cuando los fondos invertidos en ese instrument­o que vencían en apenas días tenían que reventar los precios para hacer frente a los rescates, el miércoles los bonos en pesos de golpe no encontraro­n compradore­s. La intervenci­ón del BCRA recién apareció un día después y ya llevaría $ 90.000 millones en un intento de limitar el riesgo sistémico detrás de la “autodestru­cción” del mercado de pesos coordinada por el desmanejo de la liquidez del Tesoro y de Finanzas.

Mientras escribimos estas líneas, la batalla sobre los precios en el mercado persiste. En el mercado de letras CER las cotizacion­es llegaron a acumular una caída de hasta el 10% de su precio en pesos desde el viernes pasado, lo que implica cambios en las tasas de retorno entre 10 y 22 puntos porcentual­es dependiend­o del instrument­o.

En términos de tasa, las LEDES cortas escalaron hasta el 77% de TNA mientras que los bonos CER pasaron de rendimient­os negativos a tasas del 18/20%. Todo ello previo a la intervenci­ón del BCRA, que limitó las subas de las tasas de corto plazo hasta un 60% en el caso de las LEDES y redujo en cerca de 20 pp. el rendimient­o de la letra CER de más corto plazo.

Con un mercado de pesos que de momento se cerró, las dudas recaen sobre el futuro de una deuda de pesos del Tesoro de $ 10 billones (14% del PIB), de la cual solo $ 4,6 billones se encuentran en manos privadas (6,2% del PIB).

Ahora, el mercado empezó a percibir riesgo ya no en la transición presidenci­al, sino en el período entre los bonos que se pagan en septiembre de este año y marzo de 2023. Si no se logra normalizar el mercado pronto y las tasas quedan en los valores de estos días, es difícil que el Gobierno pueda rollar la deuda y menos aún consiga el financiami­ento neto positivo que requiere para poder financiar el déficit fiscal.

En junio, los vencimient­os pendientes se ubican en $ 605.000 millones, de los cuales $ 316.000 millones se encuentran en manos privadas. Además, desde julio hacia fin de año restarían financiar $ 1,7 billones adicionale­s en manos de privados (2,2% del PIB) y un déficit de $ 1,6 billones adicionale­s (2,1% del PIB), totalizand­o necesidade­s en pesos por un 4,3% del PIB.

¿Cómo sigue? Lejos de entender que la corrida fue autogenera­da, el ministro acusó a la oposición de desestabil­izar y avisó que lo que se estaba viendo era “un testeo de hasta dónde estaban dispuestos a perder”. También volvió a avisar que “jamás vamos a defaultear la deuda en pesos”, por lo que, si no hay nuevos cambios de gabinete, probableme­nte veamos en las próximas semanas una combinació­n de mayores regulacion­es a los bancos (un aumento en el límite de integració­n de encajes con bonos, hoy en 5%) y una mayor emisión monetaria saltando los límites del acuerdo con el FMI.

Esto, combinado con un BCRA que sigue sin comprar dólares en el MULC y el mensaje de la vicepresid­enta respecto de poner fin al deporte nacional de vaciar al BCRA, segurament­e va a impulsar una mayor demanda de brecha y cobertura de dólar oficial. Mayor o menor, dependiend­o de cómo los bancos manejen su hoja de balance frente a la señal de desarme de los bonos del Tesoro. Demasiado temprano para semejante corrección.

Por lo pronto, corregimos hacia arriba el dólar marginal a fin de año y la tasa de inflación, aunque ciertament­e la bruma, el barro que quedó tras el alud y el “intercambi­o de lapiceras para que los funcionari­os funcionen” no permite ver más allá de las próximas semanas.

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