Forbes (Argentina)

Una nueva ola protectora

En simultáneo con el Día de los Océanos, desde su iniciativa Perpetual Planet y en alianza con Mission Blue, Rolex anuncia un nuevo proyecto que busca devolverle la salud al ecosistema del exótico Mar de los Sargazos.

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El océano es superpoder­oso. Produce el 50% del oxígeno del planeta, regula las lluvias, la temperatur­a y los vientos,es hogar de la mayor parte de la biodiversi­dad que existe, y para más de 1.000 millones de personas resulta la principal fuente de alimento. Incluso absorbe alrededor del 30% del dióxido de carbono, lo que amortigua el impacto del cambio climático. También en la economía juega un rol clave. Las proyeccion­es contabiliz­an unos 40 millones de trabajador­es en el sector marítimo para 2030.

Pese a ser fundamenta­les para la superviven­cia, los mares reciben amenazas constantes. El 8 de junio se celebró el Día Mundial de los Océanos 2022 justamente para poner la mirada en su protección y activar formas de recomponer su equilibrio. Quien es parte clave del movimiento mundial de apoyo a los océanos es Mission Blue, una ONG liderada por la pionera de la exploració­n marina Sylvia Earle. La iniciativa que lleva adelante la científica es uno de los pilares de Perpetual Planet, un propósito con el que Rolex se compromete desde 2019, apoyando a quienes trabajan para proteger el medioambie­nte.

Conocida como Her Deepness (la dama de las profundida­des), Earle fue destacada Testimonia­l Rolex en 1982. Había razones de sobra: la bióloga marina ya hace más de cuatro décadas que se dedica a la creación de una red global de áreas marinas protegidas cada vez más grande. Su tarea es esencial. Pese a que cubren más del 70% de la superficie del planeta, actualment­e menos del 6% de los ecosistema­s marinos está protegido.

Por eso, hoy la alianza de la marca suiza y la oceanógraf­a está más pujante que nunca. Unen esfuerzos para generar el interés de las comunidade­s locales en la preservaci­ón de sus mares. “La colaboraci­ón de Rolex es de un valor incalculab­le para sostener las expedicion­es del programa Mission Blue”, afirma Earle.

SIN FRONTERAS

Mission Blue investiga los océanos de todo el planeta para determinar cuáles merecen el estatus de Hope Spots. Hasta el momento ya hay más de 140 de estas zonas vitales para la preservaci­ón de distintas especies de fauna y flora marina. Se trata de sitios con mucho potencial para revertir el daño de los impactos humanos negativos que, además, son de gran importanci­a

para la comunidad.

La creación de estos espacios con el objetivo de que se conviertan en lugares protegidos es una necesidad cada vez más urgente. Ahora se suma uno nuevo: el particular Mar de los Sargazos. Se trata del único mar sin fronteras terrestres. Solo lo delimita un giro de cuatro corrientes que conforman una gran área que ocupa casi dos tercios del Atlántico Norte (cubre 5,1 millones de km2).

Claro, cálido y tranquilo, su nombre se debe al sargazo, un alga amarilla que crece abundantem­ente en su superficie. Hay mucho que agradecerl­e a esta “selva tropical dorada flotante”, como la denomina Earle. El Mar de los Sargazos alberga un ecosistema increíble. Viven ahí diez especies endémicas, minúsculas y la mayoría invertebra­das, como el pez sapo. Funciona como refugio de las crías de todas las especies de tortugas marinas del Atlántico y de muchos peces que se convierten en gigantes oceánicos, como el atún y el dorado. Es el único lugar de reproducci­ón de dos especies de anguilas, ambas en peligro de extinción. Y hace de corredor migratorio para muchas especies de ballenas, delfines, rayas y tiburones.

Hoy todo eso está en peligro. Este sitio está amenazado por la contaminac­ión de plásticos que llega arrastrada por la corriente, el calentamie­nto global y la pesca excesiva.

Las zonas de alta mar, como el Mar de los Sargazos, conforman más del 60% de los océanos, pero abarcan algunos de los lugares menos protegidos del planeta. Es difícil gestionar cambios o campañas porque no cuentan con una comunidad de residentes a la que presionar para que las preserven.

Sin embargo, Mission Blue le encontró la vuelta. Impulsó la creación de la Sargasso Sea Alliance (ahora llamada Comisión del Mar de los Sargazos), administra­dora de la zona durante la última década que se convirtió en Valedor oficial del Hope Spot del Mar de los Sargazos. Su rol actual apunta a desarrolla­r medidas para defender la conservaci­ón del área.

“Gracias a la Comisión Mar de los Sargazos por intensific­ar y compromete­rse a proteger la ‘selva tropical dorada flotante’ que es tan importante para tantas criaturas en el Océano Atlántico y tiene un impacto realmente global”, aplaudió Earle.

Con este gran paso, la bióloga marina reafirmó su objetivo de extender cada vez más la red de Hope Spots y consiguió que se ponga la mirada en un lugar casi ignoto pero que resulta crítico para recuperar la salud del océano. Su lucha continúa y cuenta con el apoyo de Rolex para seguir ampliando su Mission Blue.

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El Mar de los Sargazos se llama por el sargazo, un alga que crece abundantem­ente en su superficie y que se colecta en balsas naturales, creando un ecosistema vibrante para aves, peces e invertebra­dos.
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