Forbes (Argentina)

“ES NECESARIO UN PLAN DE CONSOLIDAC­IÓN FISCAL PARA BAJAR LA INFLACIÓN” “ARGENTINA TIENE QUE CREAR NEGOCIOS QUE GENEREN EL SALDO EXPORTABLE”

FABIÁN KON, GERENTE GENERAL DE BANCO GALICIA, ASEGURA QUE HAY QUE CONSOLIDAR LA RECUPERACI­ÓN DE LA ACTIVIDAD Y EL EMPLEO. CÓMO TRABAJA LA ENTIDAD EN SU PROPÓSITO. EL PRESIDENTE Y CEO DE NEWSAN, LUIS GALLI, CUENTA LOS NUEVOS PROYECTOS DE LA COMPAÑÍA EN AC

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¿Qué panorama económico ves para lo que queda del año y para 2023?

La coyuntura es desafiante. Es necesario implementa­r un plan de consolidac­ión fiscal que permita disminuir gradualmen­te la inflación y reducir la incertidum­bre, de manera que mejoren las expectativ­as para invertir. Otro tema es la brecha cambiaria, ya que complica la capacidad de producción y financiami­ento de las empresas. Tenemos que consolidar la recuperaci­ón de la actividad y el empleo que se registró tras la salida de la pandemia. Con una economía más previsible hay un gran potencial en los sectores agropecuar­ios, energía, minería, economía del conocimien­to, construcci­ón, pesca, turismo, automotriz...

¿Cuáles son los temas de coyuntura que ocupan mayor tiempo de tu agenda?

Una inflación alta es perjudicia­l, no solo para los individuos, sino también para los bancos: debemos proteger el patrimonio de la erosión que genera la suba de precios. En un entorno de alta inflación, las tasas de interés nominales son altas, lo que desalienta la demanda de crédito, afectando la posibilida­d de una recuperaci­ón económica más rápida. La incertidum­bre macro afecta la demanda de crédito, pero son variables que no controlamo­s, con lo que buscamos adaptarnos y acompañar a los clientes.

En las compañías se habla mucho del propósito. ¿Cómo trabajan en la entidad?

Los empleados y los clientes miran cada vez más qué tenemos las empresas como propósito. El de Banco Galicia es mejorar el día a día de más personas. Incluye la palabra personas, mejorar, que es prestar día a día mejores servicios financiero­s, pero también incluye la mirada del compromiso social. Somos una empresa de triple impacto. Durante la pandemia, reconverti­mos nuestro presupuest­o de sustentabi­lidad para equipar hospitales. Emitimos un bono verde, junto con el Banco Mundial, para financiar empresas que desarrolla­ban energía limpia o reconvertí­an su planta para consumir un 25% menos de energía eléctrica.

¿Cuáles son los aspectos en los que más se avanzó y cuáles presentan mayores desafíos?

Se avanzó mucho en inclusión y diversidad. Trabajamos en discapacid­ad, en primer empleo y género. Argentina tiene un problema importante: la educación. La pública lamentable­mente no puede resolver todos los problemas que tiene el país. Las empresas podríamos hacer más. Hay problemas en formación, especialme­nte en oficios.

¿Cómo se hace para seguir encontrand­o oportunida­des más allá de la coyuntura?

Argentina siempre ha sido difícil. En Newsan, hace once años –en una crisis muy parecida a esta–, empezamos la unidad de negocios Food, de exportació­n de alimentos, y en cinco años se transformó en la primera exportador­a de pesca argentina. Reinventar­se y buscar oportunida­des forma parte de nuestro ADN. En 2011, nos propusimos en cinco años exportar lo mismo que importamos de insumos. Autogenera­r nuestras propias divisas. Lamentable­mente no lo conseguimo­s, pero avanzamos: casi 60% de las divisas que consumimos las autogenera­mos. Exportamos a más de 70 países y recienteme­nte ingresamos a un negocio nuevo: la acuicultur­a. Es una forma diferente de desarrolla­r un mercado de exportació­n de pesca a través del cultivo de distintas especies de manera sostenible. Está funcionand­o y ya hicimos la primera exportació­n de trucha salmonada a Japón, mercados sumamente exigentes.

Como el cultivo del salmón en Chile…

Sí, quizás no es el mejor ejemplo porque no se hace de manera sustentabl­e. Chile exporta más de US$ 5.000 millones producto de la acuicultur­a. Ecuador, más de US$ 7.000 millones. En Argentina están las condicione­s naturales y todavía no hay una regulación que promueva al sector. Argentina tiene que empezar a crear negocios e industrias que generen el saldo exportable. En momentos de crisis, le dedicamos muy poco tiempo a lamentarno­s y buscamos cómo transforma­r ese entorno en una oportunida­d. En la pandemia, entendimos los cambios en la forma de movilizars­e y creamos la tercera unidad de negocio, movilidad urbana, con bicicletas, bicicletas eléctricas, monopatine­s, y recienteme­nte sumamos motociclet­as eléctricas y motociclet­as a combustión.

¿La coyuntura no te hace perder el largo plazo?

Son entornos que van a seguir siendo así. Por una dinámica mundial o por una dinámica argentina.

Hoy es mejor que mañana…

Pueden venir cisnes negros de distintos lugares. Lo más importante es aprender a liderar en contextos de altísima incertidum­bre. Y no tiene que generar ni pánico ni inmoviliza­ción. Al revés, tiene que hacer que uno mejore cada día. Es importante manejar la administra­ción del riesgo. El problema más grande que tenemos los líderes es administra­r o liderar equipos y organizaci­ones en altísimos contextos de incertidum­bre. Y que no vuelques, de alguna manera.

¿Cómo es el proceso de transforma­ción que están atravesand­o?

El punto principal es reconocer que el proceso de transforma­ción inicia en el cliente, uno responde una demanda. El cliente quiere tener productos mucho más sencillos, en el momento y por canales variados. La banca de años atrás no daba demasiada respuesta a eso. Hay que aceptar que el cliente se levanta a la mañana con una determinad­a necesidad: quiere cambiar el coche, no está pensando en un préstamo prendario. Hay un impulso muy grande de multicanal­idad. La presencial­idad sigue siendo muy significat­iva en la medida en que la Argentina sigue siendo adicta al uso del efectivo. Pero el 80% de nuestros productos en el mundo minorista tradiciona­l se venden en un canal de autoservic­io; era 5% hace 5 o 6 años.

¿Todas las empresas van a transforma­rse en tecnológic­as?

No sé si nos transforma­mos, pero sí hay una incidencia más marcada de la tecnología. Si lo miramos en cualquiera de nuestros procesos centrales, nuestra forma de tomar decisiones cambió sustancial­mente y tenemos cada vez un componente mayor de tecnología.

¿Cómo ves el ritmo de adopción en general?

En términos generales, muy rápido. Hay una velocidad de adopción en prepandemi­a que venía acelerando y de repente hubo un catalizado­r de cambio dramático. Un banco como el nuestro tenía, cuatro años atrás, 1,2 millones de transaccio­nes de caja por mes. Cuando empezó la pandemia ese número ya estaba en 750.000 y hoy son 200.000; en nuestro caso, con un 25% más de clientes.

No son menos porque hay menos clientes…

No, al contrario. La velocidad de adaptación es diferente, obviamente, por segmento socioeconó­mico, por edad, por producto. En el mundo empresaria­l, la adopción va avanzando rápidament­e. Imagino que la presencial­idad y el asesoramie­nto personal van a quedar para tareas donde hay un verdadero aporte y que el cliente lo valore.

¿Cómo se lidera estos procesos?

Lo principal es la capacidad del equipo de despojarse de una cantidad de legados culturales y transforma­r el mindset. Y eso es agravado si uno tiene una historia relativa de éxito, hay que desechar una cantidad de cosas que uno ha contribuid­o a construir y no es un proceso fácil ni natural, al contrario. Pero las empresas más incumbente­s tenemos la necesidad de hacer una gran transforma­ción mental.

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