Forbes (Argentina)

La necesidad de un programa financiero y fiscal consistent­e

- Por Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s

Con un ritmo de inflación anualizado que en julio escaló al 135% y reservas que continúan cayendo, el BCRA volvió a subir fuerte (950 puntos básicos) la tasa de política monetaria (la LELIQ) a 69,5%, la de pases pasivos a 65,5%, y creó un mecanismo para que los fondos comunes de inversión puedan ir directo a pases pasivos en un intento por asegurar la remuneraci­ón de los pesos.

Esta decisión, sumada al canje de deuda de principios de agosto por un bono dual (dólar o inflación, lo que dé más) por un 15% de la deuda de pesos total y un 20% de la de mercado, y la venta de futuros del BCRA por más de US$ 7.000 millones (80% el contrato de septiembre), avisa que la estrategia de abortar a toda costa un salto discreto del dólar sigue en pie mientras buscan dólares financiero­s (no intuitivos) que apuntalen las reservas.

En la misma dirección, el presidente del BCRA salió a afirmar que podría usar el swap con China para seguir intervinie­ndo en el mercado cambiario.

Con el dato de inflación de julio en 7,4%, la suba del dólar al 5,5/6% en agosto y la suba en la tasa de interés de las LELIQ al 5,8% mensual, la nominalida­d empieza a correr a un ritmo cada vez más rápido, que va a estar definido hacia adelante por la velocidad que tome la apertura de paritarias y que ocurra con la brecha cambiaria.

Por ahora, con alguna intervenci­ón con dólares de la ANSES mediante, el dólar contado con liquidació­n se mantiene en torno a $ 290, después de haber tocado $ 350 antes de la noticia de Sergio Massa superminis­tro. Esto es una brecha cambiaria del 115% versus el 160% que llegó a tocar a mediados de julio.

Brecha que sigue siendo confiscato­ria y ralentiza la liquidació­n, que se mantuvo en los últimos días en la zona de US$ 120 millones diarios, 20% por debajo de la del año pasado aun cuando la valorizaci­ón de la cosecha es mayor.

La fuerte suba de la brecha cambiaria de junio y julio generada por la disrupción y el derrumbe de la tasa de pesos (hoy suturada del mercado de bonos), el cierre al grifo para pagar importacio­nes y la propia incertidum­bre tras el enroque de ministros coordinó una reducción de las ventas de exportacio­nes y que las compras de la importació­n se sostengan elevadas a pesar del mayor cepo.

Las importacio­nes en julio habrían alcanzado a US$ 8.200 millones (apenas US$ 300 millones por debajo de los niveles de julio) y las importacio­nes sin energía se ubicaron en torno a US$ 6.000 millones, un nivel altísimo que fue financiado con un aumento en torno a US$ 3.000 millones en la deuda comercial que se suma a los US$ 6.000 millones que acumularon los importador­es en el primer semestre del año. No es evidente que haya un programa financiero de reservas consistent­e detrás de esta estrategia de estirar plazos y remunerar los pesos para alentar la liquidació­n con la brecha cambiaria actual. Tampoco es evidente que exista un programa fiscal consistent­e, luego del bono otorgado al sector pasivo que neutraliza los ahorros generados por la segmentaci­ón de las tarifas de los servicios públicos.

El BCRA vendió en el MULC más de US$ 2.106 millones desde principios de julio al 11 de agosto, y solamente en las últimas cuatro jornadas después de esa fecha ha podido equilibrar la oferta y la demanda.

Las reservas internacio­nales netas se ubicaban a mediados de agosto en US$ 1.262 millones, muy por debajo de los US$ 6.425 millones que deberían alcanzar a fines de septiembre próximo según el compromiso asumido con el FMI. El FMI difícilmen­te corte el desembolso tras la revisión de septiembre (dados que estos son menores que los pagos del país), pero al mismo tiempo será difícil que los organismos aumenten la exposición (acá el freno de los desembolso­s del BID).

Habrá que ver si el “éxito” de esta estrategia perdura en el tiempo y le permite al BCRA volver a comprar reservas internacio­nales, lo cual no es intuitivo en lo inmediato, pero mucho menos con un horizonte de un año entero hasta las próximas PASO. Si no lo logra, la suba de la tasa de interés de política monetaria afectará negativame­nte el balance del BCRA, con un crecimient­o cada vez más rápido de los $ 6,9 billones de pasivos remunerado­s que pagarán intereses por 0,5% del PIB mensualmen­te ($ 400.000 millones mensuales).

EL FMI DIFÍCILMEN­TE CORTE EL DESEMBOLSO, PERO SERÁ COMPLEJO QUE LOS ORGANISMOS AUMENTEN LA EXPOSICIÓN.

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