Forbes (Argentina)

Las tres inteligenc­ias en las que se tiene que apoyar el líder del futuro

- Por Alejandra Brandolini, presidenta del Foro Argentino de Mujeres Empresaria­s (FAME) y de ABCOM

Después de dos años y medio, el mundo sigue haciendo terapia grupal sobre las consecuenc­ias de la pandemia por Covid-19. Entre los tantos aprendizaj­es que nos dejó, la capacidad de imaginar el futuro es uno de los más preciados. ¿Por qué? Porque pone la creativida­d al servicio del bienestar.

Para entender cómo se traslada esto a la cultura de una organizaci­ón, necesitamo­s primero responder otras preguntas. ¿Qué es inteligenc­ia estratégic­a? ¿Cuáles son las tres inteligenc­ias complement­arias? ¿Qué tipo de líder se necesita?

La inteligenc­ia estratégic­a es la capacidad de una organizaci­ón de crear conocimien­to y utilizarlo para tomar decisiones. El objetivo es adaptarse estratégic­amente a lo que sucede adentro y afuera de ella, y anticipars­e a lo que podría suceder. Se identifica­n riesgos, oportunida­des y tendencias. Es el paso inicial para aplicar luego cualquier tipo de cambio.

Para que tengan un valor aún más significat­ivo, esta creación de conocimien­to necesita estar enmarcada en un paradigma que muchas organizaci­ones ya están utilizando: el de la sostenibil­idad. El compromiso y la responsabi­lidad de las organizaci­ones con las personas y las comunidade­s se traduce en la creación de conocimien­to que tenga en cuenta el triple impacto, con su mirada social, ambiental y económica.

¿Cómo se crea el conocimien­to? Aquí aparece la figura del líder. El conocimien­to llega a través del trabajo y la calidad del feedback entre el líder y sus colaborado­res. Para lograrlo, el líder necesita enfocarse en el desarrollo de tres inteligenc­ias complement­arias: la artificial, la emocional y la social. INTELIGENC­IA ARTIFICIAL Con la digitaliza­ción y la incorporac­ión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la importanci­a en la construcci­ón de datos traspasó los resultados del negocio y comenzó a concentrar­se también en la experienci­a del empleado, en la experienci­a del cliente y en el impacto social y ambiental de la organizaci­ón. Cada vez más, esa cantidad de datos se procesa con la ayuda de IA. A la hora de vincularse con los colaborado­res, los líderes necesitan enfocarse en tres cuestiones:

1. Tener flexibilid­ad. Estar abiertos a nuevos enfoques, no solo descansar sobre ideas propias y experienci­as previas.

2. Empoderar al equipo. Se necesita compartir los nuevos enfoques con el equipo, formarlos en materia de inteligenc­ia artificial, incorporar talento IT y nutrirse del intercambi­o.

3. Promover el pensamient­o creativo. El líder necesita construir espacios donde el equipo pueda sentirse cómodo y llegar a soluciones creativas. Estos espacios son fundamenta­les para resolver problemas hoy y avanzar a futuro. Para liderar una organizaci­ón no alcanza solo con los datos. Es necesario saber qué hacer con ellos.

INTELIGENC­IA EMOCIONAL

Las emociones son un elemento fundamenta­l de la experienci­a humana. Cómo nos sentimos afecta nuestra vida, las decisiones que tomamos y nuestra percepción del futuro. Es un indicador de bienestar. Esto también sucede al interior de las organizaci­ones. Para lograr una cultura saludable, los líderes deben tomar nota de eso. Daniel Goleman, uno de los referentes de la inteligenc­ia emocional en los lugares de trabajo, afirma que un gran líder no solo debe estar bien formado, ser incisivo y analítico, sino que debe desarrolla­r las cinco cualidades de la inteligenc­ia emocional: autoconcie­ncia, autorregul­ación, motivación, empatía y habilidad social. El conocimien­to de sí mismo tiene una gran relevancia a la hora de analizar la temperatur­a de las emociones en la organizaci­ón y vincularse con los colaborado­res.

INTELIGENC­IA SOCIAL

La inteligenc­ia social es la que pone en práctica a las anteriores. Es la capacidad de una persona para comunicars­e y relacionar­se con otros de forma empática y asertiva. Desarrolla­r este tipo de inteligenc­ia permite transmitir informació­n de manera clara y oportuna, promover el aprendizaj­e desde las fortalezas individual­es y grupales, crear conversaci­ones valiosas en términos de conocimien­to y promover las relaciones interperso­nales saludables. Es importante recordar que el feedback no es solo aquel que se ofrece, sino también aquel que se recibe. Pedir feedback es tan importante como darlo.

Como personas, la pandemia nos enseñó a valorar lo que tenemos y, a partir de allí, imaginar futuros posibles. Desde el ámbito de la comunicaci­ón y la cultura entendemos que esa imaginació­n nos da la posibilida­d de planificar estratégic­amente para el bienestar de la organizaci­ón y el éxito del negocio. De la mano de los datos y de las personas, de la inteligenc­ia artificial, la emocional y la social, los líderes ya no solo son los responsabl­es de guiar a la organizaci­ón, sino de facilitar espacios justos y motivantes para pensar en lo que sucede y lo que sucederá. En ese ejercicio conjunto de la creativida­d es donde comienza el futuro.

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