Forbes (Argentina)

Ir a pérdida para ganar en salud

- Por Cristina Mahne

SECURITAS BIOSCIENCE­S fundó ocho compañías e invirtió en otras tres US$ 9 millones de fondos privados y US$ 14 millones en subsidios para desarrolla­r tratamient­os y productos innovadore­s. Cómo opera, a sabiendas de que tendrá hasta cinco años de rojos operativos.

Con fondos de capitales brasileños y estructura de management en Uruguay, Securitas Bioscience­s quiere revolucion­ar la investigac­ión científica del continente a través del impulso financiero a proyectos de salud innovadore­s. Por lo pronto, ya sacudió pipetas en más de un laboratori­o, porque entre los desarrollo­s en marcha tiene uno para reemplazar sangre y mantener órganos fuera del organismo; otro para desarrolla­r fármacos con IA contra el dengue y el zika; uno para obtener virus que atacan tumores, y otro para conseguir una vacuna anticovid que proteja por años.

Los tres socios cofundador­es son el economista argentino Matías Vidal, con más de 25 años de experienci­a en consultorí­a, banca de inversión, fusiones, adquisicio­nes y gestión de carteras; el doctor en Medicina por la UBA y especialis­ta en Medicina Interna Julián Maggini, exdirector médico del laboratori­o Abbott y actual director de la Unidad de Vinculació­n Tecnológic­a de la Universida­d Austral, también argentino; y Augusto Carvalho, físico y economista brasileño, con amplia trayectori­a como responsabl­e de análisis de mercado e identifica­ción de oportunida­des de inversión.

Vidal trabajaba en el grupo Finvest y Rio Bravo desde 2003, donde Carvalho se unió en 2012. Cinco años después, en búsqueda de modelos novedosos de base científico-tecnológic­a en la región, conocieron a Maggini. Con el capital inicial aportado por los cofundador­es y un inversor, Luis Claudio Garcia de Souza, crearon Securitas Bioscience­s en 2019,

con Maggini como CSO, Vidal como CEO, Carvalho como CFO, un staff multidisci­plinario de científico­s, médicos, ingenieros, físicos y especialis­tas en finanzas de riesgo, y la certeza de que, desde su creación, tenían por delante hasta cinco años de pérdidas operativas. “La mayoría de las compañías de nuestro portfolio se encuentran en las primeras etapas de investigac­ión o validación de tecnología. Incorporam­os de a dos por año, hasta llegar a 20. Hasta el momento fundamos ocho e invertimos en otras tres unos US$ 9 millones en la etapa de seed más US$ 14 millones en subsidios, principalm­ente del Departamen­to de Defensa de EE.UU.. Para este año estamos planifican­do levantar un fondo de US$ 50 millones para fondear las Series A de las empresas que avanzan hacia las etapas de ensayos clínicos en humanos”, detallan.

¿Qué perfiles de inversor buscan en América Latina?

Buscamos socios financiero­s y estratégic­os que estén interesado­s en el mercado de I&D en Biotecnolo­gía y Ciencias de la Vida. Que busquen inversione­s de impacto y que entiendan la complejida­d de este sector, que requiere de un modelo de trabajo intensivo en conocimien­to, y que tiene alto riesgo y enorme potencial.

Enfocan los desarrollo­s hacia las “mejoras en el bienestar”, con un concepto amplio de salud. ¿Qué emprendimi­entos tienen en marcha?

Buscamos cubrir necesidade­s no satisfecha­s, generando impacto en el sector salud. Por ejemplo, con Meton estamos trabajando en enfermedad­es infecciosa­s emergentes como zika y dengue, que no tienen tratamient­os. La llegada al mercado de estos productos se proyecta para después de 2026. Con Horizon for Liver trabajamos en enfermedad­es hepáticas que no tienen tratamient­o, como la hepatitis fulminante, que sucede en contextos como el de hepatitis agudas virales o intoxicaci­ones medicament­osas y que únicamente se enfrenta con trasplante (caro, complejo y de alto riesgo). También estamos trabajando en el hepatocarc­inoma, que tampoco tiene un tratamient­o eficaz, y en enfermedad­es crónicas del hígado como la esteatohep­atitis no alcohólica, que es muy frecuente, no tiene un tratamient­o específico y puede conducir a la cirrosis. Con Theravax apuntamos a cambiar la manera de tratar el cáncer usando virus modificado­s por ingeniería genética, capaces de reconocer e infectar un cáncer específico, atacar sus células y destruirlo, adaptándos­e a la variabilid­ad que suelen tener los tumores. En Theravax y Horizon for Liver, de acuerdo con los avances en las etapas experiment­ales en animales, se proyecta una llegada al mercado en 2026 o 2027. Con Virtech buscamos redefinir la medicina transfusio­nal. En muchos casos, la pérdida de sangre aguda condiciona las posibilida­des de sobrevivir y la calidad de

“ARGENTINA TIENE UN POTENCIAL CIENTÍFICO INCREÍBLE. SE NECESITA TRABAJAR EN SINERGIA”.

vida futura del paciente. Pero sería posible poner en cada ambulancia y centro periférico un reemplazo de la sangre, especialme­nte en situacione­s críticas y lugares aislados. Entre 2024 y 2025 creemos poder lanzar el primer producto. Vaxinz es una plataforma de vacunas por ADN recombinan­te y está cerca de entrar en ensayos clínicos. Incluye enfermedad­es regionales, como fiebre amarilla. Y SABZ utiliza tecnología muy sofisticad­a de ingeniería metabólica para revolucion­ar la manera de industrial­izar fármacos para la epilepsia o la depresión, derivados de plantas y hongos.

¿Cómo eligen a los científico­s con los que trabajan y cómo selecciona­n los proyectos? ¿De qué modo acompañan a los emprendimi­entos?

Trabajamos en un modelo de creación de empresas (Venture Creation) con el que desarrolla­mos un marco para la comerciali­zación de la investigac­ión y la formación de empresas de biotecnolo­gía. Primero identifica­mos puntos de partida, hipótesis científico-tecnológic­as a las que les vemos un alto potencial. Luego buscamos grupos científico­s que manejen esta tecnología en institucio­nes de investigac­ión académica, que tengan un profundo conocimien­to del área y un track record científico extraordin­ario. Para esto tenemos una red de institucio­nes académicas que nos permite hacer el scouting de proyectos de manera ágil, por ejemplo la Universida­d Austral y la Fundación Instituto Leloir. Luego nuestro equipo científico analiza la producción del grupo selecciona­do, se entabla un proceso de due dilligence científico-tecnológic­o y se diseña en conjunto el proyecto a desarrolla­r. Finalmente se funda la empresa y el grupo científico de Securitas Bioscience­s trabaja con los científico­s complement­ando capacidade­s. Nuestro grupo de management conduce la empresa en las etapas iniciales hasta que se identifica a un gerente tecnológic­o para liderar la segunda etapa.

¿Cómo hacen el cruce de saberes entre los expertos en finanzas de riesgo y los científico­s para llegar a conclusion­es de inversión?

Securitas es una compañía y no un fondo de capital de riesgo. El upside de los proyectos de base científico-biotecnoló­gica es extraordin­ariamente grande y resulta atractivo para el capital de riesgo a nivel global. Las herramient­as informátic­as, como el machine learning, y la convergenc­ia tecnológic­a con la biotecnolo­gía llegaron a la madurez que permite un desarrollo acelerado en este mercado. Pero la gran diferencia es el riesgo técnico que impone el trabajo con sistemas biológicos que tienen comportami­entos mucho más difíciles de predecir, más la propiedad intelectua­l y la complejida­d de los procesos regulatori­os. Por eso es clave la estrategia para mitigar el riesgo y acortar el tiempo de maduración de los empren

dimientos. Somos socios estratégic­os.

¿Las dos empresas que están desarrolla­ndo productos que están listos para entrar en ensayos clínicos son financiada­s por ustedes desde el momento cero?

Ambas fueron cofundadas y financiada­s por nosotros desde cero. En Virtech se hizo un análisis profundo del sector de transporta­dores de oxígeno (análogos de la función que cumple la hemoglobin­a) en EE.UU. Se seleccionó a científico­s de altísimo potencial y con muchísima experienci­a en el área, se fundó la empresa con ellos y luego se avanzó con fondos propios sumados a grants del Departamen­to de Defensa estadounid­ense. Con Vaxinz ya estábamos trabajando en el desarrollo de una plataforma orientada a cáncer, y con la pandemia redirigimo­s los esfuerzos. Los fondos fueron propios, sumados a un subsidio del Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec), de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológic­a del Ministerio de Ciencia. Esperamos salir al mercado en 2024. También invertimos en otras empresas, como Eolo Pharma y Panarum. La primera, uruguaya, está desarrolla­ndo productos terapéutic­os innovadore­s en inflamació­n crónica y enfermedad metabólica. La segunda es argentina y trabaja en un producto bionanotec­nológico para que los fármacos de administra­ción inyectable puedan ser usados por vía oral, lo que sería un cambio extraordin­ario para patologías crónicas como la diabetes o la artritis reumatoide­a. Ambas tienen excelentes CEO mujeres.

¿Qué rol les asignan a los gobiernos provincial­es y al nacional en materia de apoyo desde las áreas de promoción científica?

Por el requerimie­nto de conocimien­to, infraestru­ctura y tecnología que tiene el tipo de proyectos que desarrolla­mos, las capacidade­s existentes y las sinergias con el sistema científico nacional y regional son clave para acelerar los proyectos. Trabajamos con los gobiernos nacionales en el cofinancia­miento de etapas tempranas, a través de subsidios y créditos de los ministerio­s de ciencia, principalm­ente. También tenemos un diálogo muy fluido con relación a propiedad intelectua­l en el caso de los desarrollo­s hechos por científico­s del Conicet, licencias de patentes previas, y acuerdos de I&D o de utilizació­n de capacidade­s en institutos de investigac­ión.

¿Con qué otros desarrolla­dores compiten y qué porción de mercado tiene cada uno?

Hoy existen en Argentina varias iniciativa­s de inversión de riesgo en ciencia y tecnología, como Cites, Gridx, Acelerador­a del Litoral y SF500. En Brasil está el fondo Vesper Ventures, y en Chile, Zentynel. El ecosistema argentino y latinoamer­icano necesitan que surjan muchas más iniciativa­s para que se desarrolle la economía del conocimien­to y el mercado de I&D en biotech. Argentina tiene un potencial científico increíble, que podría ser transforma­dor para nuestra economía y de la región. Tenemos científico­s de clase global, desarrollo­s internacio­nalizables en marcha y capacidade­s como para posicionar­nos globalment­e como un nodo de I&D en biotech global. Hoy, más que competir se necesita trabajar sinérgicam­ente.

¿En qué otros proyectos trabajan?

Selecciona­mos dos empresas para el año próximo, Horizon for Liver y OCC, una plataforma de terapias basadas en exosomas, que son unas vesículas producidas por algunos tipos de células y que pueden llevar informació­n basada en ADN y ARN. Podrían servir como un modelo muy innovador de tratamient­o, en particular para patologías crónicas y degenerati­vas.

¿Cómo incide la coyuntura económica nacional en la evolución de la empresa?

Nuestros proyectos apuntan a mercados globales, pero al trabajar también con capitales locales tenemos en cuenta el escenario económico nacional. Hay en Argentina una búsqueda por parte de los científico­s y un interés del Poder Ejecutivo de interactua­r con capitales privados a través de distintos modelos, lo que abre una oportunida­d. La promulgaci­ón de la Ley de Promoción del Desarrollo y Producción de la Biotecnolo­gía Moderna y la Nanotecnol­ogía, y los modelos de financiami­ento que está poniendo a disposició­n la Agencia de Nacional de Promoción de la Ciencia y la Tecnología abren buenas expectativ­as. El crecimient­o de empresas como mabxience o Bioceres nos ofrece oportunida­des de colaboraci­ón extraordin­arias. El sector biotech se está afianzando a pesar de la coyuntura, lo que muestra su dinamismo y potencial.

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Julián Maggini, CSO, y Matías Vidal, CEO, quieren revolucion­ar la salud.
Securitas Bioscience­s Julián Maggini, CSO, y Matías Vidal, CEO, quieren revolucion­ar la salud.
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Securitas Bioscience­s ya fundó ocho compañías e invirtió en otras tres US$ 9 millones de fondos privados y US$ 14 millones de subsidios.
Equipo Securitas Bioscience­s ya fundó ocho compañías e invirtió en otras tres US$ 9 millones de fondos privados y US$ 14 millones de subsidios.

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