Forbes (Argentina)

Cómo EE. UU. debería detener el aumento destructiv­o del dólar

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El rápido aumento del dólar frente a otras monedas está causando una creciente angustia con otros países. Los productos básicos comerciali­zados a nivel mundial, como el petróleo y varios alimentos, tienen un precio en dólares. El fortalecim­iento del dólar significa que están pagando más y más por estas necesidade­s en un momento en que sus economías se están debilitand­o.

Esto perjudica a los países en desarrollo, que también están sintiendo el dolor de la deuda denominada en dólares, porque deben cantidades significat­ivas de dinero aquí. Cumplir con los crecientes pagos de la deuda significa recortar el gasto interno y una perspectiv­a desagradab­le, especialme­nte cuando los tiempos se vuelven más difíciles.

Numerosas empresas no estadounid­enses también están agobiadas por deudas en dólares. La fortaleza del dólar está perturband­o el comercio, ya que los exportador­es e importador­es descubren que los pagos y recibos reales no son lo que habían anticipado, por lo que el comercio se ralentizar­á y se sumará a las presiones recesivas.

No es de extrañar que los funcionari­os extranjero­s pidan cada vez más a los Estados Unidos que tomen medidas para frenar el alza del dólar. Quieren una llamada nueva plaza. A principios de 1980, cuando Estados Unidos superó la inflación y la economía estaba en auge gracias al estímulo de los grandes recortes de impuestos, el dólar aumentó entonces como lo está haciendo ahora. En 1985, funcionari­os de Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Alemania Occidental y Francia se reunieron en el Hotel Plaza de Nueva York y acordaron intervenir en los mercados de divisas para bajar el valor del dólar y luego tener tipos de cambio estables. Funcionó al menos por un tiempo.

Hoy, la Reserva Federal y el Departamen­to del Tesoro de Biden responden a la idea de un nuevo Acuerdo Plaza con: “De ninguna manera”. El aumento de las tasas de interés, dicen, es necesario para luchar contra la inflación. El dólar fuerte significa, al menos inicialmen­te, precios de importació­n más baratos, algo bueno con los votantes enojados por la inflación que van a las urnas en unas pocas semanas. Demasiado malo para tal respuesta.

Las noches de Biden están brindando una oportunida­d tanto para frenar la inflación como para disminuir significat­ivamente la gravedad de una desacelera­ción global en la recesión de Estados Unidos. Al contrario de la Fed, la cura para la inflación no es diseñar una recesión, sino estabiliza­r el valor del dólar. El gran error del Acuerdo Plaza en 1985 fue no cumplir y establecer un sistema monetario internacio­nal actualizad­o de Bretton Woods. Bajo Bretton Woods, el valor del dólar se fija en el oro y otras monedas se fijan en el dólar. En otras palabras, prácticame­nte no hubo fluctuació­n entre el valor del dólar y el yen japonés. Qué contraste con el caos de hoy.

Lo que la Fed y el Tesoro deberían hacer ahora es una nueva conferenci­a de plaza para centrarse en estabiliza­r los tipos de cambio entre Estados Unidos, Europa, Gran Bretaña, Japón y China. Intelectua­lmente, es demasiado pronto para sacar el oro. Los funcionari­os de hoy no tienen ni idea sobre el tema, pero tener políticas monetarias centradas en mantener estables los tipos de cambio en lugar de orquestar recesiones innecesari­as sería absolutame­nte espléndido.

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