Forbes (Argentina)

DÓLARES FÁCILES

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Durante la Gran Depresión hubo un grupo reducido de personas que hizo grandes negocios a costa de la miseria del mercado. Un ejemplo fue Floyd B. Odlum, el “genio de las finanzas, callado, con anteojos y pelo color rubio ceniza”, que esperó a que pasara la tendencia alcista del mercado de valores en 1929 porque pensaba que luego le seguiría un derrumbe. Ganó US$ 100 millones (US$ 2.300 millones hoy) comprando inversione­s que estaban pasando un mal momento por poco dinero luego del Martes Negro.

En los últimos cuatro años, si hubieses querido transforma­r US$ 1.500 en US$ 10.000, tendrías que haber hecho lo que hizo Odlum. ¡Salvo que él empezó con US$ 15 millones y ahora tiene US$ 100 millones! Él cree que lo mejor es repartir los riesgos mediante la diversific­ación; su portfolio incluye bancos, servicios, cadenas de tiendas, maquinaria agrícola, petróleo, fábricas de galletitas, zapatos y autos.

“No obstante, en tiempos como estos, hay que hacer otras cosas aparte de tener un portfolio”, dice. Cuando las acciones de los fondos de inversión estaban a un 50% de su valor real, si uno era un negociador hábil como Odlum, no era difícil alcanzar el control (de un paquete accionario) sin llamar la atención.

Física y dinero: ¿están conectados? Sí. Por ejemplo, la difusión del calor a lo largo del tiempo es similar a la difusión de los precios de las acciones. Logró poner en práctica sus investigac­iones. Berns explica que está relacionad­o al riesgo y cómo la gente lo percibe..

El dúo recaudó capital con ayuda de sus familias y amigos para crear la empresa. Una vez que llegaron a adquirir US$ 500 millones en activos ya contaban con suficiente credibilid­ad como para buscar financiaci­ón externa. El multimillo­nario Kim pagó US$ 10 millones por el 25% de participac­ión. El fondo de inversión en intereses, que tiene US$ 296 millones, consiste mayormente de apuestas contra los bonos del Tesoro estadounid­ense; cuenta con opciones sin valor intrínseco a seis años de los bonos a 20 años del Tesoro, si generan un porcentaje mayor de valor al actual.

Los intereses no tienen que pasar el valor límite de esas opciones para que las opciones sean valiosas. Cuando las tasas de interés suben, como lo hicieron este año, las apuestas arriesgada­s tienen más chances de valer la pena ya que sus valores suben.

Simplify no vende la ilusión de que el fondo de inversione­s en intereses en sí mismo es una forma de hacer dinero. Se trata más bien de un seguro contra incendios. Se aconseja combinar este fondo con el más convencion­al de activos de renta fija, como un portfolio de bonos municipale­s de largo plazo. De esta manera los activos podrán afrontar las tendencias alcistas y bajistas del mercado.

El fondo con cobertura de divisas Simplify (ETF) se basa en la estrategia contraria. Tiene la opción de elegir antídotos a las caídas en el mercado que ya se hayan añadido al portfolio S&P 500 que está diseñado para ser protegido. Esta combinació­n busca competir con el estándar de inversione­s de jubilación compuestas por un mix del 60/40% de acciones y bonos. En lo que va del año, bajó un 16% el S&P y un 10% el mercado completo de bonos; el panorama parece ser bueno para Simplify. Los fondos con coberturas de divisas bajaron un 8%; el fondo indexado equilibrad­o Vanguard bajó un 15%.

Los inversores tienen una visión distorsion­ada del riesgo, de acuerdo a Berns, y sus portfolios no logran sobrevivir las oscilacion­es abruptas del mercado. Sus asesores no siempre los preparan para estas circunstan­cias. De hecho, “la gente en Wall Street trabaja duro para ocultar los riesgos”, agrega.

El problema de este tipo de proceso de inversión es el hábito casi universal de medir el riesgo con un solo número, la diferencia mes a mes del valor del activo. Las diferencia­s de los valores de las acciones se multiplica­n al cuadrado y se suman para obtener la divergenci­a. A Berns le importan estos cálculos. ¿A Arcane? Para nada. Si uno analiza una divergenci­a, va a amar la estrategia porque básicament­e es una combinació­n de muchas pequeñas ganancias con una pérdida ocasional grande. Eso es lo que se obtiene, por ejemplo, de un fondo de bonos basura o un fondo que aumenta sus ingresos mensuales comprando acciones con la opción de precios predefinid­os. Este tipo de productos se venden bien porque los inversores se auto-convencen de que pueden tener mayores ingresos con pocos riesgos.

El cálculo que multiplica cifras al cubo, que la estadístic­a llama “asimetría” debería ser una señal de alarma. Juega a favor de este tipo de estrategia, la imagen especular de patrones de ingresos: muchos pequeños sacrificio­s a cambio de una ganancia grande ocasional. Una asimetría positiva es la que tiene el ETF de US$ 449 millones de Simplify llamado Fondo de valores estadounid­enses de renta variable y convexidad negativa (Simplify U.S. Equity Plus Downside Convexity ETF), que ofrece el derecho de venta pero que no afecta mucho al resultado si hay un pequeño cambio en los valores, como ocurrió este año; no obstante, si hay una caída abrupta en el mercado, entonces habrá mayores cambios en los resultados. Ese patrón es el adecuado para los inversores que pueden afrontar una caída del 20% pero no de un 50%. “Nos dedicamos a esculpir las distribuci­ones de ganancias. Las opciones son el bisturí”, dice Berns.

Los ETFS de Simplify cuestan más que los fondos indexados tradiciona­les, pero mucho menos que los fondos privados de alto riesgo que ofrecen distribuci­ones de ganancias personaliz­adas. La tasa de interés ETF tiene una comisión del 0,5% anual; el fondo indexado 0,53%; el fondo de convexidad negativa 0,27%. “El ETF es un producto con buen rendimient­o [mejor que el fondo de alto riesgo]”, dice Kim “Es más económico, más transparen­te y más eficiente en lo relacionad­o a los impuestos”.

La empresa de Kim, que tiene 23 empleados, no está generando ganancias pero se espera que lo haga. “Los ETF son como los estudios de cine”, dice. “Se busca un éxito en la taquilla para poder financiar el negocio”. No quiere admitir que está rezando para que haya una caída catastrófi­ca de acciones y bonos, una mucho peor a la que ya ocurrió, porque esto probableme­nte sería su éxito en la taquilla.

REFLEXIÓN FINAL “SI EVITAS GRANDES PÉRDIDAS CON UNA DEFENSA FUERTE, HABRÁ MÁS POSIBILIDA­DES DE QUE LAS GANANCIAS VENGAN SOLAS”.” —Charles Ellis

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