Forbes (Argentina)

El inminente desastre energético está en camino

- Por Steve Forbes, editor de Forbes en Estados Unidos y nieto del fundador de la revista, B.C. Forbes

Algunos titulares son tranquiliz­adores. Gracias al clima cálido estacional, la mayor producción y algo de conservaci­ón, Estados Unidos y Europa sobreviven el invierno sin escasez grave para los hogares ni daños excesivos a las fábricas que consumen mucha energía.

Las instalacio­nes de almacenami­ento de gas natural están llenas. Los precios del gas natural en los Estados Unidos bajaron un 40% desde los picos de verano. Pero nadie debe hacerse la ilusión de que no estamos en serios problemas de energía porque el mal tiempo agotaría rápidament­e esas reservas, especialme­nte en el noreste del país.

En los últimos años, la inversión en la expansión de la producción de petróleo y gas se redujo en un 70%. Además, el diésel pronto escaseará. Esto, hecho por ambientali­stas, subvencion­es del Gobierno, y regulacion­es para estrangula­r el desarrollo y el uso de combustibl­es fósiles. Han subvencion­ado masivament­e las energías renovables, principalm­ente los molinos eólicos y los paneles solares. Entidades financiera­s y fondos de pensiones se suman a los ataques. Cientos de bancos de todo el mundo se comprometi­eron a eliminar gradualmen­te la financiaci­ón de los combustibl­es fósiles.

El experto en energía Mark Mills señala correctame­nte que, por una variedad de razones, principalm­ente ambientale­s y de costo, las energías renovables pueden incluso reemplazar remotament­e el petróleo y el gas. En los últimos 20 años, se gastaron US$ 5 billones en fuentes alternativ­as de energía. Sin embargo, la participac­ión global de los hidrocarbu­ros para la energía se redujo del 86% al 84%, un mísero 2%. A nivel mundial, el petróleo proporcion­a la energía para el transporte del 95% de los productos y propulsore­s. Mills observó que la producción de los pozos existentes disminuye un 6% al año.

Una nueva inversión masiva en petróleo y gas es esencial para el crecimient­o económico, especialme­nte en el área de alta tecnología. Ahora, para obtener esta inversión, se requiere la promulgaci­ón de garantías legales para que las empresas de energía, los inversores, no tengan que temer que les quiten la alfombra, ya que los grandes aumentos de producción requieren compromiso­s a largo plazo.

La locura del enfoque actual se resume en que el presidente Biden canceló el oleoducto Keystone XL tan pronto como asumió el cargo, en el que ya se había comenzado a trabajar. Si se hubiera completado, habría producido casi tanto petróleo como el que ahora obtenemos de la OPEP.

Además, la presencia de ataques recientes a la industria de petróleo y gas que amenazan con impuestos sobre las ganancias excesivas también inhibirá la inversión a largo plazo. Ahora, afortunada­mente, si los republican­os obtienen el control del Congreso, es posible que aprueben un proyecto de ley que elimine los obstáculos arbitrario­s de Biden para arrendar, explorar y desarrolla­r petróleo y gas en tierras federales. Tal proyecto de ley también debería aumentar un poco las áreas para la perforació­n offshore. La educación de Europa aquí puede llevar un poco más de tiempo, aunque muchos ahora reconocen que el gas natural es un combustibl­e limpio y Alemania puede pensar que una mayor producción de gas natural es mejor que tener que recurrir –como lo está haciendo ahora– a la reapertura con carbón de lignito altamente contaminan­te.

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