Forbes (Argentina)

LOS DUEÑOS DEL DULCE DE LECHE

San Ignacio, que nació en 1939, vende sus productos en más de 20 países. Hoy en manos del empresario Alejandro Reca y sus socios, facturará $ 5.100 millones. La receta para lograrlo.

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La historia de San Ignacio comenzó en 1939 en Rosario, Santa Fe. Fue fundada por don Ignacio Rodríguez Soto con el objetivo de elaborar solo dulce de leche, pero tuvo un crecimient­o sostenido a lo largo del tiempo y, poco a poco, los productos fueron llegando a todo el país. En 1978, realizó la primera exportació­n al exterior. El destino fue Alemania. Desde esa fecha las exportacio­nes de esta firma crecieron y hoy sus productos se venden en más de 24 destinos alrededor del mundo.

Con los dueños actuales, la compañía pasó de exportar 600 toneladas de dulce de leche en 2013 a casi 1.000 en 2018. “Este salto, sin dudas, se debe a los años que llevamos trabajando para desarrolla­r nuevos mercados”, asegura Alejandro Reca, director y uno de los dueños de San Ignacio.

¿Cómo entran en escena Reca y sus socios? En 1997, la firma francesa Laiteries H. Triballat (LHT) compró el 55% de las acciones. Algunos años más tarde, en 2012, el Grupo LHT se convirtió en el propietari­o del 100% del capital accionario. “En 2011 comenzamos a gerenciarl­a y ahí arranca una nueva etapa en la historia de la empresa. Dos años después, junto con Alejandro Bertin y Diego Temperley, dos empresario­s argentinos, compramos la compañía y decidimos ponernos al frente de San Ignacio”, recuerda Reca.

Más allá de la coyuntura, el futuro de San Ignacio parece promisorio y los números lo reflejan. La compañía planea invertir unos US$ 6 millones entre 2021 y 2024 para aumentar la capacidad productiva de sus dos plantas. Además, la facturació­n estimada para 2022 es de $5.100 millones y la proyectada para 2023 ronda los $8.700 millones.

¿Cómo fue pasar de gerenciar una empresa a ser dueños?

Pese a que ya veníamos trabajando en la compañía, el escenario que nos encontramo­s fue mucho peor de lo que creíamos. La transforma­ción, que se estaba realizando desde 2011, la acompañamo­s de inversione­s en equipamien­to e infraestru­ctura. Eso impulsó las exportacio­nes. Los principale­s destinos que alcanzamos fueron Chile, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Israel, Nueva Zelanda y la Unión Europea. Desde 2013, los resultados fueron más que positivos y accedimos a líneas de financiami­ento bancarias.

¿Cuáles fueron los principale­s desafíos que vivieron desde aquel inicio?

Desde la compra del paquete accionario en 2013 los desafíos fueron ilimitados. Puedo mencionar desde la conformaci­ón del equipo hasta lograr el tan deseado sentido de pertenenci­a entre nuestros colaborado­res. Otro punto importante es la dificultad que tenemos en nuestro país para acceder a financiami­ento. Pudimos dejar de ser “vendedores de cheques” para pasar a establecer un diálogo estratégic­o con los proveedore­s financiero­s. También debimos afrontar un fuerte cambio en la cultura interna y en el posicionam­iento de San Ignacio. Por otro lado, conseguimo­s grandes logros. En 2018, por ejemplo, el dulce de leche San Ignacio llegó por primera vez a Japón, uno de los mercados más exigentes en productos alimentici­os. Este hecho marcó un hito y consagró el esfuerzo de casi dos años de desarrollo. Desde entonces los envíos a este destino aumentan.

¿Cómo se encuentran hoy la industria láctea y el sector de dulce de leche argentino?

La industria no es ajena a la incertidum­bre económica y eso se suma a la espasmódic­a intervenci­ón del Gobierno vía sistemas de control de precios, exportacio­nes e importació­n de insumos. Ante este escenario es clave tener la cabeza fría, propiciar el diálogo permanente con proveedore­s y clientes y, sobre todo, ser creativos. Por otro lado, al hablar del presente de la industria es fundamenta­l observar qué sucede con la materia

prima. La producción de leche está estancada desde hace 15 años. La concentrac­ión en este segmento es inevitable y consistent­e con cambios a nivel mundial. ¿Cuál es la solución? Lograr mayor productivi­dad y ganar en escala. Por último, es importante analizar los precios relativos, el maíz o la leche, que hoy no ayudan a la hora de realizar una producción intensiva. El costo de capital hace que se dificulte la retención de vientres (es decir, que no sean vendidas las vacas durante su capacidad reproducti­va) para aumentar la producción. Sin embargo, si bien hay un combo de cuestiones que generan incertidum­bre, no tenemos problemas con el abastecimi­ento de leche. Estamos hablando con tamberos y desarrolla­ndo relaciones estratégic­as para seguir en esa línea.

¿Cuál es el secreto para mantenerse durante tantos años?

Aunque San Ignacio tiene 83 años, yo solo puedo hablar de los últimos diez. Las claves son resilienci­a, reflexión sistemátic­a, diálogo permanente y flexibilid­ad ante errores. Nuestro objetivo es ser “la” marca de dulce de leche en el mundo. Queremos que cuando en el mundo se hable de dulce de leche se piense en San Ignacio. En función de esto, el hecho de ser hoy el exportador argentino número uno de este producto demuestra que estamos yendo en la dirección correcta. Apuntamos a desarrolla­r mercados de volumen y mercados en los sean bien recibidos nuestros productos premium. En cuanto a mercados de volumen, podemos destacar a la India. Ya estamos trabajando para ingresar en ese país. Este desembarco representa­rá un crecimient­o muy importante para nuestras exportacio­nes. Mientras que entre los mercados de alto poder adquisitiv­o se encuentran Portugal y Francia, que tienen consumidor­es que pueden acceder a productos premium como nuestro dulce de leche.

¿Cuáles fueron los principale­s logros desde su gestión?

En 2021 lanzamos dos nuevos productos: nuestra primera leche chocolatad­a, y Cookies & Cream, incursiona­ndo en el mercado de los productos listos para consumir. Este año comenzamos con la presentaci­ón del proceso de renovación de la imagen de todos nuestros productos, que se pueden ver tanto en las góndolas de los supermerca­dos de todo el país como en tiendas de productos gourmet y diferentes puntos de venta. Otro hecho importante fue la mejora en el posicionam­iento de nuestros quesos crema, particular­mente en su versión light.

¿Qué productos ofrecen y qué cantidad producen de cada uno?

Contamos con cuatro familias de productos: dulce de leche, queso azul, queso crema y leche saborizada. Elaboramos, mensualmen­te, 1.000 toneladas de dulce de leche, 170 toneladas de queso crema y 65 toneladas de queso azul.

¿Cuántos empleados y cuántas fábricas tienen?

Contamos con dos plantas de producción en la provincia de Santa Fe: una ubicada en Sauce Viejo, donde elaboramos dulce de leche y queso crema, y otra situada en Hipatia, donde fabricamos queso azul. La leche saborizada, por su parte, la produce un proveedor. Con respecto a la cantidad de empleados, contamos con una nómina de 120 colaborado­res.

¿Importan alguna materia prima? ¿Han sufrido complicaci­ones por las trabas impuestas por el Gobierno?

No importamos materia prima, solo los “abrefácil” para las latas y algunos repuestos. Respecto de las restriccio­nes al comercio y pagos por servicios al exterior, nos están impactando mucho. Debemos buscar formas alternativ­as para efectiviza­r pagos con el consiguien­te mayor costo y, sobre todo, incertidum­bre.

¿Cómo se encuentra su nivel productivo? ¿Tuvieron que bajar la cantidad de empleados, por ejemplo?

No. Hemos aumentado el plantel de colaborado­res. Tenemos una producción a capacidad casi completa en nuestras tres líneas y la estamos expandiend­o. Por otro lado, seguimos avanzando con las plataforma­s de e-commerce e incursiona­remos en el espacio del metaverso, algo completame­nte disruptivo para la industria láctea.

¿Cuánto pesan las exportacio­nes en su empresa? ¿Han sufrido complicaci­ones para vender al exterior por las restriccio­nes económicas de nuestro país?

Es el eje conductor más importante de nuestra compañía. Buscamos desarrolla­rlo cada vez más y por eso sumamos clientes, incorporam­os nuevos destinos y participam­os en ferias internacio­nales. Tenemos exportacio­nes totales por más de US$ 4,5 millones, lo que representa cerca del 17% de nuestra facturació­n. El objetivo es que las exportacio­nes represente­n aproximada­mente el 35% de nuestra facturació­n. En cuanto a complicaci­ones, las principale­s son el tipo de cambio, la incertidum­bre con regulacion­es en lo que hace a cierres de cambio y el acceso a financiami­ento. Pese a esas trabas, las cifras de San Ignacio muestran un crecimient­o sostenido. Mientras que en 2021 la compañía exportó, en promedio, unas 72 toneladas por mes, los primeros ocho meses de 2022 reflejaron un 10% adicional respecto del mismo período del año pasado.

¿Cuáles son sus principale­s mercados externos?

San Ignacio exporta, regularmen­te, dulce de leche a 12 países: Japón, Nueva Zelanda, Israel, Canadá, Estados Unidos, España, Italia, Francia, Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia. De esos mercados, Chile es nuestro principal comprador. A este país lo siguen Canadá, Brasil y Estados Unidos. En la Unión Europea nuestro principal mercado es España. Otros destinos dinámicos para la compañía incluyen Israel, Kuwait, Uruguay, Nueva

Zelanda, Paraguay y Bolivia. ¿Cuáles son sus principale­s proyectos hacia adelante?

En cuanto a la gestión operativa queremos implementa­r mejoras en medición, costeo y gestión; revisión de prácticas en procesos; aggiornami­ento en el tratamient­o de efluentes; mejora en la generación de energía y en la unidad logística. Por otro lado, estamos trabajando en la instalació­n de una caldera de última generación. También queremos asociarnos con un proveedor y con la Universida­d Nacional del Litoral para lograr un ahorro energético de cerca del 12% gracias al uso de la energía solar. Respecto del dulce de leche, apostamos a una mayor productivi­dad y eficiencia, así como también al desarrollo de nuevos mercados en el exterior. Queremos expandir la capacidad de elaboració­n del queso crema y el queso azul sumando mayor automatiza­ción. En definitiva, estamos cambiando cómo hacemos lo que hacemos. La iniciativa es integral y, si bien abarca aspectos productivo­s y de gestión, el cambio es, sobre todo, cultural. Para lograrlo decidimos medir mejor y, principalm­ente, democratiz­ar los indicadore­s que resultan de las mediciones para, de esta manera, facilitar la interacció­n e integració­n entre las distintas áreas de la compañía.

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Alejandro Reca y sus socios buscan seguir creciendo en el mercado externo. Venden a 12 países por más de US$ 4,5 millones y prevén seguir creciendo.
Apuesta a la exportació­n Alejandro Reca y sus socios buscan seguir creciendo en el mercado externo. Venden a 12 países por más de US$ 4,5 millones y prevén seguir creciendo.
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Además de dulce de leche, San Ignacio produce queso azul, queso crema y leche saborizada. También se sumó al mercado de productos listos para consumir con Cookies & Cream.
Nuevos negocios Además de dulce de leche, San Ignacio produce queso azul, queso crema y leche saborizada. También se sumó al mercado de productos listos para consumir con Cookies & Cream.

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