Forbes (Argentina)

Agenda 2023

EN UN AÑO QUE ESTARÁ SIGNADO POR EL PROCESO ELECTORAL, LA PALABRA ‘CONTROL’ SERÁ EL EJE DEL GOBIERNO FRENTE A LA INFLACIÓN, EL DÓLAR, LA BRECHA CAMBIARIA, EL FINANCIAMI­ENTO Y LA DEUDA.

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En pleno año electoral, el Gobierno juega sus chances políticas en el ordenamien­to de variables económicas que, en la mayoría de los casos, desde hace años vienen descarriad­as. Las apuestas están puestas en el trabajo del equipo de Sergio Massa en el Palacio de Hacienda.

El eje principal de la carrera de postas está en la palabra ‘control’. El Gobierno pretende y necesita controlar la inflación, necesita controlar y lograr el financiami­ento especialme­nte de la deuda en pesos que tuvo en noviembre su primer traspié, y necesita controlar al dólar y achicar la brecha cambiaria. Además, precisa controlar la emisión, el orden fiscal, la estabilida­d de los precios, la capacidad de compra de los salarios, cumplir con las metas del acuerdo con el FMI con el incremento de las reservas del BCRA, y necesita de la producción del campo para alimentar las arcas del Tesoro.

EL FOCO: PRECIOSINF­LACIÓN-SALARIOS

El ministro de Economía Sergio Massa se impuso la meta de llegar a abril con un IPC con el número 3 por delante de la coma. Es decir que, en cuatro meses, se deberá reducir casi en dos puntos porcentual­es la evolución de los precios para retornar a un nivel de inflación que se abandonó en enero del 2022, última vez que el indicador tuvo al número 3 por delante.

Para ello desplegó un vasto abanico de controles de precios: carnes, verduras, combustibl­es, medicament­os, Precios Cuidados, Justos, canastas de productos, planes de cuotas con tasas subsidiada­s.

Por otro lado, se trabaja en las actualizac­iones salariales y en garantizar el poder de compra de los trabajador­es. La apertura de paritarias contemplar­á una base de un 60% de inflación que el Gobierno proyectó para el 2023 en el Presupuest­o nacional y con cláusulas de revisión cada vez más cortas, atentos a cualquier hecho que pueda modificar el rumbo.

EQUILIBRIO FISCAL

El acuerdo con el FMI prevé un déficit primario (antes de intereses) equivalent­e a 1,9 % del PIB. “Para alcanzarlo, hace falta un ajuste de al menos 1 punto del PIB en subsidios energético­s y al transporte, por un lado, y en planes sociales, por el otro. El hecho que sea un año electoral hace que el consenso esté más cerca de un déficit del orden de 2,2 a 2,3 puntos del PIB”, sostiene Jorge Vasconcelo­s de la Fundación Mediterrán­ea.

“En cualquiera de esos guarismos, el problema es cómo financiar el déficit, dadas las dificultad­es para colocar deuda en el mercado de capitales local y el compromiso de limitar las transferen­cias directas del BCRA al tesoro”, agrega Vasconcelo­s.

LA OTRA BATALLA: ACUMULACIÓ­N DE RESERVAS

La meta “bi-anual” 2022-2023 acordada con el FMI es de US$ 9.800 millones, por lo que el año próximo el país deberá sumar US$ 4.800 millones. Con todo, el nuevo objetivo será un gran desafío para las autoridade­s, pues la extendida sequía amenaza con disminuir la producción de trigo y su liquidació­n de divisas. Por un lado, los créditos de organismos internacio­nales que van directo a las arcas del BCRA y acuerdos con China podrían otorgar cierto alivio. Por otro, los ingresos en materia de exporta

taciones del campo para el 2023 se proyectan en menos de US$ 39.000 millones frente a los casi US$ 50.000 millones de la campaña anterior. Esto implica una baja de más de US$ 11.000 millones de los cuales menos de la mitad correspond­en a la cosecha fina.

El impacto climático de “La Niña” por tercer año consecutiv­o afectará a las cuentas nacionales y la acumulació­n de reservas. Además, el mercado da por descontado un cierto atraso cambiario. De hecho, la apelación a una reapertura del dólar soja es comprendid­o como eso: una devaluació­n selectiva. “El problema del dólar es un desequilib­rio macro muy importante que tiene la Argentina. Es el síntoma”, dice Gustavo Quintana, operador de PR Corredores de Cambio. “Si no cambia de raíz la matriz económica y productiva no hay solución”, añade, y recuerda que “los años electorale­s siempre se han traducido en presiones en el mercado cambiario”.

PROBLEMA INTERNO: EL FINANCIAMI­ENTO EN PESOS

El Gobierno deberá sentarse a negociar con los bancos, los FCI y, en tercer lugar, con las compañías de seguro, los grandes inversores institucio­nales de la plaza. “De cara a 2023 el Tesoro enfrenta una ‘muralla de vencimient­os’ de deuda que, solo para el primer semestre, alcanza $ 6,3 billones, equivalent­e a 3,7% del PBI. A esto hay que sumarle un déficit cuasifisca­l por intereses de la deuda remunerada del BCRA que, anualizado, rondaría el 5,2% del producto (esto es 2,3 veces el déficit primario)”, indica Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso.

“El mayor riesgo para el año que viene es que la mera administra­ción de estos pasivos, sumada a un déficit primario de más de 2% del PBI, se torne imposible de financiar y lleve al Gobierno a volver a depender de la emisión monetaria para hacer frente a sus erogacione­s. La incertidum­bre propia de un año electoral podrá contribuir a una caída en la demanda de pesos a medida que nos acercamos a las elecciones, lo que pondrá más presión sobre la política monetaria”, afirma Marí.

Otra fuente del mercado calculó los vencimient­os de la deuda con el sector privado solo en $ 6 billones para el año próximo, según la foto de fines de 2023, una pelota que puede subir a lo largo del año y con los siguientes roll over. La deuda con el sector público, que se logrará patear hacia adelante, supera los $ 9 billones. “Es muy importante que pasen dos cosas: que bajen el déficit y que tiendan puentes con la oposición para dar certidumbr­e

al mercado”, aseguran.

Respecto de la dinámica monetaria, Vasconcelo­s destaca que los espasmos de emisión/esteriliza­ción a través de la colocación de Leliq no son gratuitos para la macro. A esa fuente de emisión autónoma se agregan las intervenci­ones del BCRA para sostener las paridades de los títulos del Tesoro en pesos, ante las dificultad­es para atraer la demanda de los inversores privados y el presumible retorno de las transferen­cias del Central al Gobierno para hacer frente a la estacional­idad del gasto público.

ENERGÍA

Uno de los gastos que desequilib­raron las cuentas públicas fue la compra de gas a Bolivia. La búsqueda de la autosufici­encia energética es otro de los ítems que quiere comenzar a caminar. Massa prometió que “en los próximos tres años no solamente vamos a dejar de ser importador­es, sino que la balanza energética va a ser uno de los grandes jugadores de nuestro producto. Claramente para eso tenemos que transforma­r en ley y en política de Estado lo que hasta ahora se viene haciendo por impulso de decretos”.

“Desde el comienzo de la gestión nos hemos planteado cuatro líneas de acción básicas. La primera claramente es el orden fiscal. Venimos de un julio de 12,4% de déficit que nos ponía muy lejos de los compromiso­s y las metas que la Argentina había asumido. Recuperar el orden fiscal y tratar de cumplir los programas, acuerdos y objetivos que nos planteamos como Gobierno y como país era una tarea difícil porque obviamente supone sacrificio­s, conflictos y dificultad­es”, asegura Massa a los empresario­s del círculo rojo. Los desafíos se acrecienta­n a medida que avanza el almanaque. Y el 2023 aparece como el verdadero desafío del Gobierno del Frente de Todos.

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