“EL ESPÍRITU DEL DESIGN DISTRICT DE MIAMI ES CULTURAL, NO COMERCIAL”
LA CULTURA, EL ARTE, LA ARQUITECTURA Y EL DISEÑO DAN IDENTIDAD A UN BARRIO ICÓNICO CUYA INFLUENCIA SE HACE SENTIR EN MUCHAS CIUDADES. CÓMO REVIVIÓ Y SE TRANSFORMÓ EL DESIGN DISTRICT DE MIAMI, HACIA DÓNDE EVOLUCIONA Y QUÉ EXPERIENCIAS OFRECE AL DESARROLLO URBANO EN OTRAS LATITUDES, SEGÚN SU MÁXIMO IMPULSOR CRAIG ROBINS.
Empresario inmobiliario y coleccionista de arte, CEO y presidente de Dacra, la empresa de real estate que fundó en 1987: Craig Robins es uno de los responsables de la renovación y del boom que se extiende hasta hoy del Design District de Miami. La visión centrada en el desarrollo de comunidades creativas que integran el arte, el diseño y la arquitectura para acelerar la creación de valor de los activos y enriquecer la vida urbana es fuente de inspiración de muchos desarrolladores del mundo.
“El barrio es un museo público de arte, arquitectura, diseño, moda, en el que seguimos mezclando cultura, negocios y ambiente, pero siempre en el espíritu de un barrio con restaurantes, tiendas, hoteles, departamentos y oficinas”, describe Robins al repasar la historia de este sector de Miami de 18 cuadras cuadradas que hoy es referencia en el mundo de los desarrollos urbanos.
¿Cómo fueron los inicios? Cuando me gradué de la universidad, trabajaba en South Beach y en esa época era un barrio abandonado. Con un grupo decidimos defender esta visión y esto era como el catalizador a un cambio muy fuerte en Miami, porque la ciudad estaba declinando. Aprendí la importancia de la cultura, el arte, la arquitectura, el diseño y pensar en la idea de un barrio, no pensar en la idea de un proyecto. ¿Cómo fue el proceso para el Design District?
Coincidieron varias cosas. Primero, en South Beach llegamos a ser los propietarios más grandes y la energía era increíble. Miami estaba creciendo, pero estaba frustrado con algunas cosas: primero porque, aunque tuvimos muchas propiedades, no podíamos influir todo; y, segundo, todos pensaban en South Beach como un sitio de discotecas, de playa, no nos tomaron en serio como una ciudad de cultura. Entonces decidí que el Design District era perfecto porque era un barrio pero más pequeño.
¿Cómo evolucionó a lo que es hoy?
Era un proceso. Al principio comencé intentando convencer a las compañías de diseño que vendían muebles a volver, porque era el ADN histórico del barrio, por eso el nombre, y tuvimos mucho éxito convenciendo a estas marcas. En EE.UU. las tiendas de muebles solamente estaban en centros comerciales de diseño y no permitían a la gente entrar si no estaban con un profesional decorador. Para mí era una locura, el diseño tiene que estar en la calle. Una gran influencia fue Salone, una feria en Milán que durante una semana celebra el diseño. Un amigo era
director de Art Basel, yo era coleccionista, y quería traer Art Basel a Miami y replicar un poco el espíritu de Salone. Luego invertimos mucho en exposiciones, eventos, con museos. ¿Y las marcas?
Con el éxito de Design Miami me di cuenta de que tener las marcas de ropa le daría un impacto fuertísimo al barrio, porque teníamos arte, comida, mucho diseño, pero no este otro elemento crítico. Uno de los primeros fue Christian Louboutin. Después formé una relación con L. Catterton, que es parte de LVMH, y todo cambió. Hicieron global flagships, expresarse en un barrio cultural. Hoy siguen abriendo restaurantes, tiendas, estamos haciendo hoteles, departamentos. Venir aquí es una experiencia, el barrio es un museo público de arte. Seguimos mezclando cultura, negocios y ambiente, pero siempre en el espíritu de un barrio.
¿Cómo se están reformulando los espacios de retail y trabajo?
Si tienes un amigo que viene a Miami, no quiero que le digas: “Tienes que ver las tiendas en el Design District”. Prefiero que le digas: “Hay que ver el Design District, es un sitio para visitar”. El espíritu no es comercial, es cultural. Y con eso hemos logrado algo que es diferente. Hay tiendas con personalidad, donde hay conciertos, restaurantes increíbles, museos, arte, otros
eventos. Y lo que estamos haciendo ahora es que vamos a construir más espacios para oficinas, departamentos y hoteles (pero boutique).
¿Hay una reconversión de los espacios?
Cuando algo tiene éxito influye a todo el mundo consciente o inconscientemente. Por ejemplo, todas las marcas quieren ampliar y expresarse de una manera más profunda todavía. Mucha gente quiere instalar sus oficinas aquí ahora, lo cual da otra visión a las posibilidades, son tiendas, oficinas, departamentos, cosas en común, pero cuando lo mezclas de esta manera es otra experiencia. No es que somos los únicos inventores, porque yo estaba muy inspirado, por ejemplo, por algunos aspectos de Soho y su zona del arte, también Tokio con toda la arquitectura increíble, el Salone. Tomamos estas múltiples experiencias e inventamos nuestra versión.
¿Qué le falta a Miami en términos de desarrollos urbanos y de real estate?
Es muy interesante, porque Miami está teniendo tanto éxito, viene mucha gente de diferentes industrias, todo el mundo se está mudando aquí, tenemos edificios increíbles de los mejores arquitectos, pero nuestra lucha es infraestructura. Es enfocar en transporte, en tener oportunidades residenciales, en que la gente que está trabajando pueda vivir en la ciudad, escuelas. La lucha de Miami es hacer la infraestructura para celebrar y reforzar el éxito que estamos teniendo en este momento.
Para mantener el ritmo…
Exacto. Nadie calculaba que sería tan rápido. Todos sufrimos mucho en la época de Covid, pero lo que pasó es que nuestras rutinas acabaron y cuando se acaba tu rutina tú puedes reanalizar tu vida y tomar decisiones que no están tan influidas por la rutina. Muchas personas entonces descubrieron a Miami y esto ha causado un renacimiento muy profundo en la ciudad.
A nivel general, ¿cómo te parece que deberían ser las ciudades?
Lo que me gusta menos de la situación ahora es que en varias partes del mundo (los Estados Unidos incluidos) estamos muy divididos por extremos y esto es horrible. Hay dos extremos, ninguno es correcto y estamos así, intentando. Esto me da mucha lástima, nos tenemos que enfocar en cómo vamos a juntarnos, buscar caminos en común. Esta polarización le está dando la oportunidad a mucha gente negativa a influir en nuestras vidas. Lo más importante es que busquemos la manera de trabajar juntos y las cosas que tenemos en común, que son muchas más que las cosas en las que estamos divididos.
¿Qué desafíos te gustaría cumplir a futuro?
Todavía mi prioridad es seguir evolucionando el Design District porque sí, hemos llegado a un punto increíble, pero mis socios y yo hemos decidido reinvertir este éxito en la posibilidad de seguir adelantando e inventando algo nuevo. Y también estoy muy interesado en el transporte y la posibilidad de mejorarlo. Estoy colaborando con The Boring Company, que está haciendo túneles para mejorar el transporte. Es un invento de ingeniería increíble y da mucha posibilidad al mundo. Es algo que puede cambiar las posibilidades en una manera muy dramática. También apoyo la idea de llegar a un mundo en el que todos los autos sean eléctricos, que no estemos quemando gasolina. Y también estamos explorando la posibilidad de hacer un proyecto grande de real estate, pero en otro estado o en otro país, porque me gustaría tomar todo lo que he aprendido en Miami e implementarlo en otra ciudad.
“EN MUCHAS PARTES DEL MUNDO ESTAMOS DIVIDIDOS POR EXTREMOS, LO CUAL ES HORRIBLE. LA POLARIZACIÓN LES ABRE EL LUGAR A MUCHAS INFLUENCIAS NEGATIVAS. TENEMOS QUE TRABAJAR EN CONJUNTO”.
ÁLVARO GARCÍA RESTA, SECRETARIO DE DESARROLLO URBANO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, ANALIZÓ EL DESAFÍO DE SER URBANISTA EN LA ARGENTINA, CÓMO GENERAR CONSENSOS Y EL IMPACTO DE LOS DESARROLLOS.
Urbanista y arquitecto, Álvaro García Resta es el secretario de Desarrollo Urbano de CABA, con más de 10 años de trayectoria en el gobierno porteño.
¿Cómo se hace en la Argentina para ser urbanista, algo que requiere planeamiento, largo plazo, estabilidad y consensos?
Para ser urbanista en Argentina hace falta convicción. El urbanismo siempre implica pensar a futuro, a largo plazo, algo que no es tan habitual, común o amigable en la Argentina. Entonces, sin convicción es muy difícil. Además, la convicción permite dialogar acerca de temas que no necesariamente en todo el territorio se comprenden de la misma manera. Lo más importante es tener visión de futuro y convicción.
¿Cuál es la principal diferencia a la hora de imaginar las ciudades del futuro o el problema habitacional? Estamos viviendo una época donde hay un primer gran consenso respecto de los problemas que tenemos que hay que solucionar, y no lo digo solamente en términos locales, en el país todos tenemos más o menos el mismo desafío. Este año se hizo en Buenos Aires la cumbre del C40 de alcaldes, con orientación obviamente hacia el cambio climático, pero se hablaron de un montón de temas. La pandemia sirvió para alinear un poco los objetivos de todos.
Ahí hay un consenso…
Claro, hay un primer consenso de que hay que atender esta serie de temas. El disenso, y sobre todo en términos locales, tiene que ver con cómo llegamos. A veces es muy común quedarse discutiendo el qué y no hacer un doble click en el cómo. En eso, el urbanismo en particular tiene un desafío que es diseñar herramientas e instrumentos, generar las condiciones para que los problemas se resuelvan. Las ciudades son la expresión física de la vida de la gente. Si uno entiende eso y que en Argentina el 92% de la gente vive en centros urbanos o ciudades, resolver la ciudad es un gran componente de mejora de la vida de la gente. En Buenos Aires hemos logrado exponerlo de manera bastante explícita. Entonces, hay un primer consenso, que
es una buena noticia, y varios disensos o desafíos que son el desafío del futuro. ¿Cómo es la atención en los reclamos de los sectores que piden tierras en desuso del sector público? ¿Qué peso tiene esa visión de desarrollo y por qué sería un problema?
Hay una primera cuestión, a la que casi todos subscribimos, que es la idea de que la densidad es sana para una ciudad porque, si más personas viven en un determinado territorio, la infraestructura y todo se hace más sostenible en el tiempo. Cuando uno asume esto, inmediatamente hay que resolver la cuestión habitacional, es decir, dónde va a vivir la gente de una ciudad, y eso tiene desafíos. El primero es el aspecto físico, dónde en términos reales, qué departamento; lo segundo es la tierra; y, por otro lado, qué instrumentos vamos a generar para que esa persona acceda a ese lugar sobre esa tierra. Es un tema grande porque la demanda es pronunciada y además tenemos otras falencias, como por ejemplo el alquiler, que resuelve parte del acceso a la vivienda pero también está en el centro de la escena producto de varias co
sas: probablemente una ley no muy feliz, una macro y una inflación que… Que obtura el acceso al crédito…
Es un problema realmente multiescalar, y hay que empezar por todos lados. Primero, crear nuevos instrumentos que no pueden ser expropiar al privado para generar tierra como único recurso, sino cómo hacemos para crear nuevo suelo. Soy un detractor de la máxima de que el suelo es finito, se crea y se agrega valor, tenemos sobrados casos en el mundo de áreas en desarrollo. Todos deberíamos suscribir a enfocarnos a una solución en conjunto, cómo hacemos para que más personas puedan acceder a una vivienda en el país, porque no se trata solamente de una ciudad puntual.
En CABA hay desarrollos importantes, como el de Ciudad Deportiva La Boca. ¿Eso da movilidad o no cambia nada? Y, si no, ¿cómo se hace y qué se piensa para eso?
La ciudad del futuro es a escala humana, la protagonista es la persona. La revolución que viene es el cuali y no el cuanti. Hay dos proyectos de escala similar muy grandes: el Parque de la Innovación en Núñez y en zona sur lo que era la ex Ciudad Deportiva de La Boca, ahora Costa Urbana. Era el terreno privado más grande de CABA, de 70 hectáreas, y mediante un convenio urbanístico logramos recuperar 50 para el dominio público. La infraestructura en sí misma integra parte de la cadena más allá del desarrollo en particular. Pero, además, tenemos que profundizar más en esa herramienta, donde el derivado sería que, en vez de tener 50 hectáreas en un mismo lugar, podamos “transferir” ese verde a otros lugares casi con la misma herramienta. Esa herramienta de transferencia de infraestructura de un lugar a otro me permite que, agarrando 1 m2 en un lugar donde el suelo vale mucho, pueda comprar 2 donde vale poco. Es una manera de mostrar lo que decía antes: el suelo es creable, es renovable. Es una herramienta sofisticada, hace falta digerirla en el tiempo. Estas herramientas son las que nos van a dar eso que siempre coincidimos en el diagnóstico, pero nunca nadie aporta una solución. En términos tanto políticos como sociales, hay resistencia incluso para proyectos que demuestran el beneficio en un barrio.
¿Cómo conviven desde el urbanismo las miradas a largo plazo con los problemas acuciantes en temas, por ejemplo, de seguridad? ¿Cómo funciona esta coordinación?
Tenemos un caso muy concreto que es la transformación que hicimos en Plaza Houssay, una plaza históricamente insegura. Dotándola de mixtura de usos, y por ende de mucha más gente, de golpe se volvió un lugar muy seguro para estar. Lo que logra la seguridad es que ves que un montón de gente está haciendo cosas buenas, te sentís seguro. Desde lo urbano es realmente importante. Después, parte del trabajo que hacemos es trabajar con el sector privado para tratar de que esas condiciones sean, por un lado, correspondientes con la demanda del mercado en todas sus escalas. Pero también logrando cierta asociatividad en que ellos también tengan la convicción de hacer ciudad y no solamente un edificio. Hay una diferencia entre el desarrollo urbano y el desarrollo inmobiliario; el inmobiliario empieza y termina entre tus medianeras y tus líneas municipales, y el urbano considera un derrame hacia el entorno inmediato (o, cuando el proyecto es muy grande, en su entorno más amplio) que hace un círculo virtuoso y retroalimenta todos estos aspectos. Un determinado desarrollo que considera su entorno, que valora la identidad, el arbolado, la iluminación, que hace que una cuadra de golpe se vuelva más segura, agrega valor. Y eso se retroalimenta incluso para el propio desarrollo. La ciudad por definición obviamente es una construcción colectiva. La participación de la ciudadanía aumenta. El gran cambio que está sufriendo el desarrollador es que antes él hacía lo que podía hacer y ya está, ahora tiene que hacer lo que puede hacer, pero además en consenso con un montón de gente y con su barrio inmediato y no necesariamente es un expertise en el que estén formados. Es un desafío: ser conscientes de que todo lo que hacemos tiene un efecto en el entorno y que, si no hablamos o no nos vinculamos, empiezan los fantasmas.
¿Qué ciudades imaginás cuando soñás con CABA o con el país? ¿Con qué te inspirás?
Estoy muy atento siempre al trabajo que se hace en el resto del país. CABA es singular en el contexto federal, obviamente por ser la ciudad más densa, pero no por ser la ciudad que tenga resuelto el territorio logra sus objetivos. El 92% de la gente vive en ciudades, pero las proyecciones en el mundo son que hacia 2050 el 60% viva en ciudades. Es una tendencia en el mundo mucho más baja que la actualidad en la Argentina, y eso tiene que ver con ir a buscar oportunidades a los centros urbanos que son más densos y con un abandono de las áreas rurales como suelo productivo y no tanto como elección de modo de vida. Estamos frente a una oportunidad, por eso hay que pensarlo por fuera de la caja, porque no es un tema que podamos ir atendiendo a medida que pasa, sino que ya pasó, y ahora tenemos que ver cómo aprovechamos esa densidad de manera retroactiva y la capitalizamos a nivel federal. Miro por ejemplo San Nicolás y la transformación que se ha hecho en los últimos años, muy significativa en muy poco tiempo, muy tendiente a la calidad de vida, en contacto con el río, y aprendo de eso. Miro a Rosario; a Mendoza, que es una ciudad oasis, existe por el agua de deshielo y los indicadores dicen que en el tiempo, producto del cambio climático, va a ir disminuyendo. Miro todo, porque la escala de la ciudad te permite ver qué de eso podés aplicar en la tuya.
“TODOS DEBERÍAMOS ENFOCARNOS EN UNA SOLUCIÓN CONJUNTA PARA VER CÓMO HACER PARA QUE MÁS PERSONAS PUEDAN ACCEDER A UNA VIVIENDA EN EL PAÍS. NO ES UN PROBLEMA SOLO EN LA CIUDAD”.
DIFERENTES LÍDERES EMPRESARIOS LLEVARON ADELANTE UN DEBATE NECESARIO Y URGENTE SOBRE CUÁL DEBE SER EL ROL DE LAS COMPAÑÍAS EN LA SUSTENTABILIDAD. EN EL MARCO DEL IBM SUSTAINABILITY TALK: LÍDERES CON IMPACTO BY FORBES TUVO LUGAR EL ENCUENTRO PARA ACERCAR IDEAS, CONOCER INICIATIVAS Y COMPARTIR APRENDIZAJES.
El puntapié central del IBM Sustainability Talk: Líderes con impacto by Forbes fue una investigación que llevó a cabo la empresa de tecnología donde se señala que el 86% de las compañías en América Latina tienen una estrategia de sustentabilidad, pero solo el 37% la han implementado. Esta situación identificada en el estudio puede ser detectada también por los usuarios, clientes o consumidores de las marcas, quienes suelen castigar el comportamiento de muchas empresas.
El estudio realizado por el IBM Institute for Business Value (IBV) dio cuenta también de la brecha entre la intención y la acción de las empresas para convertirse en sustentables. Actualmente, solo el 49% de las organizaciones en la región que ven a la sustentabilidad como una prioridad son efectivas en el logro de sus objetivos ambientales.
En el marco del panel Nuevos líderes: el rol de la sostenibilidad en la agenda, Roberto Alexander, presidente y gerente general de IBM Argentina, señaló: “Hacemos una encuesta global a más de 3.000 CEO y en la última edición observamos que la sustentabilidad, que siempre aparecía cuarta o quinta entre los mayores desafíos, ahora es el principal. En el caso de Argentina, el 55% de los CEO lo ve como el reto más importante para su desarrollo para los próximos 2 o 3 años”.
En este sentido, el ejecutivo de IBM explicó además que la compañía tiene “más de 21 iniciativas que dan impacto directo en la sustentabilidad pensando en soluciones para el medioambiente, la cultura y la diversidad y en acción con todos nuestros clientes y otras instituciones para tomar medidas en conjunto. Además, estamos enfocados en habilitar y democratizar la tecnología para brindar conocimiento masivo, y esa es una forma de crear un ambiente sustentable”.
Roberto Nobile, gerente general de Telecom Argentina, explicó que en su compañía los pilares de la sustentabilidad tienen tres aspectos: ambiental, social y gobierno. “Una empresa de telecomunicaciones como la nuestra consume mucha energía, por eso buena parte de nuestras iniciativas tienen relación con reducir el consumo de energía o bien utilizar energía renovable”, complementó.
Desde el punto de vista del negocio, Nobile agregó que su estrategia de reducción de consumo les permitió llevar más de 300 aplicaciones que usaba la compañía a la nube. “Esto hizo que, por ejemplo, pudiéramos apagar 2.200 servidores y eliminamos 230 racks del data center. En definitiva, son 2.000 toneladas de dióxido de carbono menos que generamos. En el plano social sabemos que la tecnología y la innovación son pilares fundamentales para atraer jóvenes y reducir la brecha digital, y en esto también estamos enfocados”, contó.
Gabriela Bardin, gerente general de P&G Argentina, señaló: “La sustentabilidad está integrada en la estrategia de negocios de las compañías y, en particular en P&G, es una parte fundamental del
rol corporativo que tenemos como empresa. En nuestro caso, trabajamos en tres ejes: equidad e inclusión, apoyo a la comunidad y sustentabilidad. Y cuando pensamos en cómo trabajamos la sustentabilidad tenemos cuatro ejes: las marcas y los productos, la cadena de valor, los empleados y la sociedad”.
Desde su visión, Bardín puso en contexto las acciones que lleva adelante la compañía: “Ocuparnos por la sustentabilidad es un camino que hemos empezado hace muchos años y vemos que la única forma de transitarlo es no hacerlo solos, sino siempre en sociedad con otras instituciones, los proveedores, los colaboradores, los clientes y los consumidores”.
Guillermo Tempesta Leeds, VP 1° de Santander Argentina, fue contundente al referirse sobre el accionar de las empresas y la sustentabilidad: “Hoy vemos que varios países promueven incentivos impositivos para desarrollar iniciativas, pero en algún momento se va a castigar a las compañías que no tengan políticas, la organización va a quedar marginada de la sociedad, tendrá pérdida de talento y reputación, y el negocio estará en riesgo”. Y apuntó: “En nuestro caso, hace años cambiamos nuestra visión y pasamos de ser banco a concebirnos como plataforma financiera. Desde allí somos banca responsable porque tenemos un programa ambicioso con metas hasta 2050. Además, asumimos el rol de ser uno de los principales protagonistas de financiamiento de este cambio que deben dar todas las compañías”.
Aprender a ser sustentables
El secreto para un negocio sostenible fue el título del segundo panel. Allí se abordó el camino para convertirse en una empresa verdaderamente sostenible. Para poner en práctica sus objetivos de sostenibilidad, las compañías pueden aprovechar soluciones que se adapten a sus necesidades específicas y, lo más importante, cocrear y colaborar con su ecosistema de socios, que los apoyarán en su hoja de ruta para lograr un negocio más eficiente y responsable.
En este sentido, Manuel González del Yerro, Sustainability Software Market Leader de IBM América Latina, explicó: “Desde nuestra experiencia, sabemos que no hay recetas mágicas para que una empresa haga la transformación hacia una empresa sustentable. Hay fuerzas de mercado para que estos cambios sucedan: no es gratuito que 8 de cada 10 consumidores hoy prefieran elegir una marca sustentable o comprometida frente a la misma opción de producto de una compañía que no lo es”.
Por su parte, Carlos Fernández, Senior Partner de Together, sostuvo que hoy hay que hablar de transformación sostenible: “Esto hace que la estrategia de las compañías debe basarse en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que definió Naciones Unidas. Los inversores miran mucho más detenidamente a las empresas que tienen estrategia sostenible, y es fundamental entender esto”.
Yamila Scollo, gerente de Sustentabilidad y RSE de Carrefour Argentina, sumó que un ingrediente muy importante es la escucha activa de los equipos, clientes y partners: “En nuestro caso, la estrategia es transformar el retail en un mercado de triple impacto, apropiándonos de todos los conceptos de sustentabilidad, y llevarlo a la escala que necesita el sector”. Y concluyó: “A la par del trabajo con socios, en Carrefour decidimos trabajar también con nuestros productos de marca propia. Tenemos una iniciativa llamada Huella Natural, que es una marca única en Argentina y exclusiva de Carrefour, que se caracteriza por ofrecer productos frescos, naturales, seleccionados y de estación. Su principal compromiso es el trabajo en conjunto con los productores, preservando el medioambiente y la biodiversidad”.
Hacia el final del encuentro se abordó la temática de los emprendimientos con impacto. Allí fue el turno de la charla con Yael Crupnicoff, fundadora de Tekohá, una incubadora vivencial de proyectos ambientales. La joven de 20 años hizo referencia a los miembros de su generación y a su compromiso con lo que se define como “justicia climática”: “Una de nuestras preocupaciones es de qué manera la crisis climática profundiza muchas de las desigualdades ya preexistentes en la sociedad, ya sean de género, en términos socioeconómicos o de derechos humanos. En definitiva, lo que buscamos es un sistema productivo más amigable con el medioambiente y con las personas, que genere una sociedad más justa”.
Desde su propuesta como activista ambiental, Crupnicoff sostiene que uno de los avances que observa es el mayor compromiso que los adolescentes tienen con diferentes causas que impactan de manera directa o indirectamente en la sustentabilidad: “Muchas veces esos cambios tienen lugar en sus familias, en sus colegios o en sus barrios. Ahí es donde comienzan los cambios y a la vez se profundizan”.