Con acento entrerriano
Un recorrido por la estancia Las Margaritas, en Victoria.
Ubicada en el kilómetro 96 de la ruta provincial número 11 y a tan solo 20 km de la ciudad de Victoria –cerca de la cabecera del puente Rosario-Victoria–, está la estancia Las Margaritas, un espacio ideal para el descanso, en la provincia de Entre Ríos. El lugar resulta mágico, lo suficientemente alejado del cemento de la ciudad para poder olvidarse de la rutina y el stress del trabajo, pero fácilmente accesible desde cualquier punto del país. Para más datos, está a 50 minutos de Rosario y a solo 3 horas
de Buenos Aires, en dirección a la ciudad de Paraná.
Según relata su dueña, Manena, en la última década del siglo XIX el establecimiento fue comprado por la firma Sword. Esta empresa lo dedicó a la agricultura y la ganadería. El campo fue subdividiéndose con el paso de los años hasta que un día fue adquirido por la actual propietaria, en sociedad con otras personas. Afortunadamente, al disolverse la sociedad dueña de Las Margaritas, y luego de realizarse un sorteo, Manena se quedó a car-
A 50 minutos de Rosario, este establecimiento ofrece a los visitantes el confort de hoy con todo un entorno del siglo XIX. El casco, rodeado de un frondoso monte, dispone de amplios salones, comedor, un acogedor living y habitaciones.
go del casco, que resulta valioso en lo referente a su historia. Allá por el año 1990 se abrió al turismo y la estancia comenzó a recibir tanto a extranjeros como argentinos, quienes extasiados ante la calidez y calidad del predio la eligen como una de las mejores estancias de la zona.
“Muy motivada por el turismo de castillos en Francia –dice Manena–, vi la posibilidad de mostrar turísticamente el campo argentino, nuestra pampa”. La casa es sumamente amplia y se ha pensado hasta el más mínimo detalle para lograr el confort de sus huéspedes; a la calidez de sus ambientes y la funcionalidad de la distribución debe sumarse el tratamiento del color, presente en tonos vibrantes. La decoración está muy cuidada y se destacan algunas obras de su dueña, quien se dedica a la pintura al óleo y, especialmente, a trabajos con acuarelas. Los objetos que ambientan los espacios son producto
de viajes, vivencias y búsquedas en los lugares más recónditos del mundo. Cuenta con ocho habitaciones y otras construcciones para aquellos que quieren una opción diferente en su estadía. Las habitaciones y los espacios comunes, dentro de los cuales se destaca un amplio living con hogar, un patio cerrado con alambrilla para mantener alejados los insectos y la gran pileta con deck, son sitios para disfrutar del descanso.
El parque regala todos los matices del verde: dentro de él se pueden encontrar una infinidad de aves y especies de árboles, entre los cuales se destacan las sicas. Estas son unas especies de palmeras que tienen entre 15 y 150 años, exponentes de legítima historicidad. Otro edificio muy singular de Las Margaritas es la capilla del Sagrado Corazón que se encuentra a metros de la casa principal, donde se celebran distintas fiestas religiosas.
La decoración está muy cuidada y se destacan algunas obras de su dueña, quien se dedica a la pintura al óleo.
Entre los programas preferidos de la gran mayoría de los visitantes está dedicar unas horas del día a conocer y descubrir las cautivantes cuchillas entrerrianas tapizadas de vegetación. Durante el recorrido, entre otras cosas, se visitan lugares típicos del campo argentino, como la pulpería, la escuelita de campo y la capilla. Todo esto siguiendo el camino de la costa del río y cabalgando sin prisa pero sin pausa.
LA COCINA. Uno de los puntos fuertes de Las Margaritas es el rincón de las hornallas, trajinadas con habilidad y un estilo artesanal. La clave son las recetas de familia atesoradas por la dueña de la estancia y el uso de todos los productos naturales cultivados en el campo y la huerta propios. Imperdibles –por típicos y sabrosos– son los platos hechos al horno de barro. Lechones, corderos, pollos y costillares se llevan el gran aplauso para el asador. Pero el menú también ofrece delicias como el jamón a la cerveza acompañado de un exquisito y caserísimo puré de papas con fina salsa de cebollas.
PASEAR POR VICTORIA. Es una localidad de la provincia de Entre
Ríos, con múltiples atractivos. Imperdible, el monasterio y la abadía benedictina del Niño Dios, fundada por monjes benedictinos llegados de Belloc (Francia) en 1899. Se encuentra sobre la ruta provincial número 11 y es de gran importancia en la ciudad. Al impacto de su valor histórico debe sumarse que es fuente de interesantes ingresos ya que la orden benedictina elabora su propia línea de productos –todos excelentes– como quesos, dulces, miel, licores y cerveza, lo que atrae a los visitantes para comprar algo rico de su particular producción. Además, en esta ciudad entrerriana se emplaza el parque acuático termal Victoria del Agua. Es un complejo con piscinas y solarium, inspirado en su arquitectura –piedras y pozos de agua– en los cenotes de península de Yucatán, México. Victoria tiene termas que admiten se las considere “un balneario de verano en invierno”.