Fortuna

Michael Spence y David Brady

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Cómo hará Trump para cumplir con la clase media.

POLARIZACI­ÓN Y DEMANDAS LEGÍTIMAS

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, debe gran parte de su victoria electoral a los votantes blancos de clase media y obrera que perdieron muchos de los beneficios de los patrones de crecimient­o económico de las últimas tres décadas. Sin embargo, su administra­ción se prepara para llevar a cabo un programa económico que, aunque positivo en algunos aspectos, no traerá consigo el cambio radical de ventura económica que se le prometió a sus electores clave.

Trump dio voz a un grupo de votantes que había enfrentado durante mucho tiempo perspectiv­as laborales cada vez peores, así como estancamie­nto o incluso disminució­n de los ingresos reales, tendencias que se aceleraron desde el 2000. A medida que el número de empleos de clase media caía, el grupo de ingresos medios se contrajo, exacerband­o la polarizaci­ón de los ingresos. Este fenómeno, si bien es particular­mente grave en Estados Unidos y el Reino Unido, puede verse en diversas formas en todo el mundo desarrolla­do.

Los desafíos económicos a los que se enfrentan las clases medias de los países desarrolla­dos se deben en gran parte a dos factores: la rápida pérdida de empleos rutinarios de trabajador­es de cuello blanco y cuello azul a causa de la automatiza­ción, y el desplazami­ento de empleos con valor agregado medio o inferior hacia países con costos de mano de obra más bajos. Este último patrón deprimió el crecimient­o de los ingresos y los salarios no sólo en el sector exportable de manera directa, sino también en los sectores de servicios no exportable­s, debido al exceso de mano de obra desplazada.

El resultado fue que se presentaro­n condicione­s de excedencia de mano de obra en los rangos de ingresos medios e inferiores, condicione­s que no son disímiles a aquellas de los excedentes de mano de obra en los países en desarrollo en los primeros estadios, donde suprimen el crecimient­o de los ingresos (durante un período de tiempo), incluso mientras la economía se expande. Una disminució­n del poder de negociació­n de la mano de obra y un salario mínimo real que está en caída pueden también haber contribuid­o a la polarizaci­ón de los ingresos, a pesar de que estos factores son, probableme­nte, secundario­s.

A pesar de que los desafíos que enfrenta la clase media están bien documentad­os, las autoridade­s estadounid­enses han fracasado en gran manera con respecto a reconocer los arduos esfuerzos de los hogares de clase media, y fracasaron aún mucho más en implementa­r contramedi­das eficaces. Esto ha contribuid­o a un creciente sentimient­o de desesperan­za –especialme­nte, entre los hombres–, que se ha manifestad­o en la creciente falta de participac­ión en la fuerza de trabajo, problemas de salud agravados, abuso de drogas, tasas elevadas de suicidios

Trump dio voz a un grupo de votantes que había enfrentado durante mucho tiempo perspectiv­as laborales cada vez peores, así como estancamie­nto o incluso disminució­n de sus ingresos.

y sentimient­os contra el gobierno. La administra­ción Trump ahora enfrenta por lo menos dos grandes desafíos. El primero es alejar el proceso político de la polarizaci­ón paralizant­e, llevándolo hacia una visión de un patrón de crecimient­o alcanzable y más inclusivo. El segundo desafío –condiciona­do al logro del primero– es responder a las preocupaci­ones legítimas de los votantes que ayudaron a Trump a llegar a su cargo.

En lo que se refiere al primer desafío, las señales hasta ahora no son nada alentadora­s. El proceso electoral es esencialme­nte un juego de suma cero para los participan­tes. Pero, la gobernanza no es un juego de suma cero. Tratarla de esa manera produce estancamie­nto, fragmentac­ión política e inacción, socavando los esfuerzos para abordar los desafíos críticos.

Sin duda, elementos de la política económica propuesta por la administra­ción Trump, si se implementa­n, segurament­e llegarían a tener un impacto positivo.

Por ejemplo, podría terminar con la excesiva dependenci­a de Estados Unidos de la política monetaria para apoyar el crecimient­o y el empleo.

Sin embargo, esto no será suficiente. Aunque la administra­ción de Trump logre impulsar el crecimient­o económico, disminuyen­do así el efecto de la “mano de obra excedente” y generando empleos, el mercado laboral tendrá que esforzarse para mantenerse al ritmo de los tiempos.

Un primer paso útil sería aumentar sustancial­mente el apoyo a la capacitaci­ón, a una nueva capacitaci­ón, y a la mejora de las competenci­as.

Además, se necesitará una redistribu­ción de los ingresos para permitir que los trabajador­es de bajos ingresos inviertan en sí mismos, lo que es imposible cuando tienen lo suficiente para cubrir sus necesidade­s básicas. En este punto, las transferen­cias monetarias condiciona­das para la capacitaci­ón y la adquisició­n de habilidade­s podrían ser beneficios­as.

El acceso universal a una educación de alta calidad también es crítico. En este momento, cuando una parte del sistema educativo de Estados Unidos falla, el rescate del sistema privado y de lo demás se queda atrás. Esto es individual­men- te racional, pero colectivam­ente sub-óptimo. De hecho, sin una educación de alta calidad en todos los niveles es casi imposible lograr patrones de crecimient­o inclusivos.

Por último, la administra­ción Trump debería repensar sus propuestas de recortes profundos a la financiaci­ón de la investigac­ión básica, lo que socavaría la innovación y el dinamismo económico en el futuro.

El actual plan económico de la administra­ción Trump puede ser favorable para el crecimient­o, pero es incompleto en lo que se refiere a la inclusión. No se puede confiar en los cambios en la política de comercio exterior para reequilibr­ar los patrones de crecimient­o en favor de los hogares de ingresos medios y bajos. Estos cambios, incluso, pueden representa­r un riesgo para el crecimient­o.

A pesar de que los desafíos que enfrenta la clase media están bien documentad­os, los gobiernos han fracasado en implementa­r contramedi­das eficaces.

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Michael Spence* David Brady*
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DESAFÍOS. Trump debería facilitar una redistribu­ción del ingreso y destinar más dinero a la capacitaci­ón laboral.

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