Tokio: La ciudad donde todo pasa al mismo tiempo
La capital japonesa combina historia y tradición con tecnología y modernidad. Los ocho barrios imperbiles de una ciudad que va a una velocidad única. Los tips para no perderse nada.
La capital japonesa combina historia y tradición con tecnología y modernidad. Los ocho barrios imperdibles de una ciudad que va a una velocidad única. Los tips para no perderse nada.
Viajar por Japón es una experiencia única. Su cultura y tradición, sus paisajes, sus platos, sus enormes calles con sus pequeños callejones, sus medios de transporte, su gente… En el número pasado compartí lo que fue mi primera parte de esta aventura por la isla nipona, que incluyó grandes ciudades como Osaka, Kioto e Hiroshima hasta pequeños pueblos como Miyajima y Takayama. En esta oportunidad disfrutarán de mi recorrido de una semana por Tokio, la capital japonesa.
Entre los viajes laborales y perso- nales tuve la suerte de recorrer muchas de las ciudades más importantes del mundo. Nueva York, Londres, París, Madrid, Miami, Berlín, San Pablo son algunos de los sellos que tengo en mi pasaporte. Sin embargo, ninguna de estas tiene la magnitud y la energía de Tokio. Todo comienza, como siempre, en el aeropuerto. El de Narita es uno de los dos que hay en Tokio. Está a unos 60 kilómetros del centro y con una línea exprés se llega en poco menos de una hora. Lo más recomendable es sacar alguna de las dos tarjetas para transporte público que hay: la Suica o Pasmo. Funcionan casi igual, y son como la SUBE.
LOS “MUST” DE TOKIO. Cada uno tiene sus preferencias a la hora de
organizar su viaje. En Tokio, por la cantidad de lugares y cosas para hacer, es clave hacer un itinerario. Hay cuatro tips clave. El primero de ellos es que todas las zonas hay que visitarlas dos veces, una de día y otra de noche. Los ambientes son totalmente diferentes cuando hay luz natural que cuando los leds toman las calles. El movimiento cambia rotundamente, al pasar de ejecutivos de traje y mujeres con su clásico “pilotín” marrón que van caminando muy rápido rumbo a sus trabajos, a jóvenes y adultos que comparten la calle, entran y salen de restaurantes y bares, y disfrutan de un karaoke, un increíble sushi o de tomar una cerveza local en una plaza.
Otro de los tips es, evidentemente, probar el sushi “made in Japón”, que es totalmente diferente al que se come en Argentina. La forma en que queda el arroz (menos apelmazada) y los pescados que lo completan son otros. Mientras que acá lo más común son las piezas con salmón, allá el protagonista principal es el atún rojo. Son una delicia también las piezas con pez espada y langostinos.
Mientras que en casi todas las ciudades del mundo todo pasa a la altura de la calle, en Tokio –en realidad en todo Japón- las cosas suceden a distintas alturas. En un edificio cualquiera de una calle que puede ser principal o secundaria, puede haber un restaurante en planta baja, un bar en el primer piso, un local comercial en el segundo, un pequeño
museo de animé en el tercero… y así hasta el piso 10 u 11. Nunca hay fin! Es normal que cuando uno consulta una dirección y llega al lugar correcto, no lo encuentre. Es probable que esté varios pisos por encima. O, incluso, por debajo. Tokio tiene 13 líneas de subte que se conectan por todos lados y hay conexiones subterráneas de más de dos kilómetros. Son un mundo más que interesante. Lejos de pensar que allí viven las Tortugas Ninjas, los pasajes bajo tierra son verdaderos centros comerciales, con tiendas y restaurantes de primer nivel.
El último tip para los que sueñen con ir a Japón es quizá el más complicado, ya que depende de la natu- raleza. Estuve en Tokio la última semana de marzo y tuve la suerte de poder disfrutar el florecimiento de los cerezos. Un espectáculo único, que disfruté en cada calle y cada plaza. Las tonalidades de rosa y blanco de los cerezos me acompañaron durante toda la semana que estuve en Tokio.
A CAMINAR. Elegir dónde hospedarse no es sencillo en Tokio, ya que hay muchas zonas con gran movimiento. En mi caso, luego de buscar en Shibuya y Shinjuku, finalmente me decidí alquilar un departamento de dos ambientes por Airbnb en Asakusa. Es un barrio tranquilo y tradicional. Estaba a tan sólo dos cuadras de una línea de subte y al momento de llegar a mi hospedaje, la dueña me esperó y me dio algunas excelentes indicaciones sobre dónde ir a comprar y comer.
A continuación, compartiré algunos de los imperdibles de cada uno de los ocho barrios que recorrí. Por supuesto que hay mucho más para hacer y cada uno arma su propia aventura.
AKIHABARA. Tres palabras describen a esta zona: animé, videojuegos y tecnología. Todos los días se ven grupos de jóvenes vestidos como alguno de sus personajes favoritos de cómics, que entran y salen de los enormes locales con cientos de videojuegos y máquinas para sacar muñecos. Son muy aficionados a estas
máquinas. Hay locales de electrónica de más de 10 pisos. Una verdadera locura para los más geeks. Lo mejor es perderse por sus calles y disfrutar de los miles de carteles iluminados. Algo para hacer, si o si, es entrar a un “Home café” o “Maid Café”. Es un pequeño bar, ideal para tomar el té, que es atendido por japonesas vestidas de animé.
UENO. A pocos minutos desde Asakusa, está al que me animo a llamar el barrio más verde de Tokyo. El parque Ueno, con más de 530 mil metros cuadrados, fue un espectáculo de cerezos florecidos. Allí visité el zoológico para ver por primera vez a un oso Panda. El recorrido hay que terminarlo en Ameyoko, una callecita bulliciosa de sólo 500 metros ideal para comprar baratijas y algunos recuerdos nipones.
ODAIBA. Es uno de los puntos más lejanos del centro de la ciudad y el lugar recomendable para disfrutar de la bahía de Tokio. Es una isla artificial, a la que se llega a través del “Rainbow Bridge”, como una versión oriental del puente de San Francisco. La bienvenida la da un enorme Gundam, de casi 20 metros de altura. Allí está el edificio Fuji (muy futurista), varias
atracciones para los más chicos y en verano hay hasta una playa. Sin embargo, lo mejor de todo, es sentarse en uno de los banquitos de madera y deslumbrarse con el atardecer y la ciudad de Tokio de fondo.
SHINJUKU. Por día pasan más de 3,5 millones de personas por su estación de metro y tren. Es una zona muy comercial, pero también hay muchas oficinas. Allí encontramos el edificio Metropolitano, al cual se puede subir gratuitamente –tanto de día como de noche- para tener una de las mejores vistas de Tokio. A la noche, hay que perderse por las calles de Kabukicho, con su indescriptible ruido y luces. Para los que no se quieren perder nada, vale la pena ir al restaurante con robots gigantes que pelean. Muy bizarro, pero único.
IKEKUBURO. Es también una zona muy comercial, con grandes centros comerciales. Sin embargo, lo mejor fue que visité esta zona un domingo y había una convención de animé. Estaba repleto –hablo de miles- de cosplays, que son los que se visten de dibujos. Fue una experiencia increíble. Te podías sacar fotos con ellos y nunca dejaban de ser el personaje al cual representaban.
GINZA Y NIHOMBASHI. Es la zona más céntrica y donde más ejecutivos hay. De día vale la pena ver, tomando un café en la calle, la aglomeración de gente que va y viene por todos lados. El tiempo no se detiene allí. Y hay dos lugares a los que si o si hay que visitar. Por un lado, el Palacio Real de Japón, que es la residencia oficial de embajador, que está en un parque increíble de más de 1.150.000 m2. Además, está a pocos metros de la estación central de Tokio, un edificio de 1914. Y, por otro lado, una mañana, bien temprano, hay que recorrer el mercado Tsukiji, y degustar la gran variedad de mariscos que se venden ahí. Todo está impecable y ni se siente el olor a pescado. Obviamente, hay que almorzar sushí ahí. Es el más fresco que van a comer en sus vidas.