Fortuna

Ricardo Hausmann

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Las PPP también tienen sus limitacion­es y riesgos.

Según lo cuenta una antigua parábola, hubo una vez una competenci­a entre dos pianistas. Después de escuchar al primero, el jurado otorgó el premio al segundo pianista. No había necesidad de escuchar más, ya que ¿quién podría ser peor?

Esa parábola, ¿se aplica a las alianzas público-privadas (PPP, según su sigla en inglés) creadas para proporcion­ar infraestru­ctura como vialidad, energía eléctrica, agua potable, aeropuerto­s, o el desarrollo de zonas turísticas importante­s? De hecho, es esencial escuchar a los dos concursant­es, y evaluar sus fortalezas y debilidade­s.

El primer pianista es la provisión pública, la cual enfrenta dos problemas: uno de incentivos (o de corrupción) y el otro presupuest­ario. Entra el segundo pianista. Supongamos que el proyecto es una ruta estructura­da como una carretera con peaje, con una concesión a 20 años. Esto parecería resolver tanto el problema de incentivos como el de presupuest­o. Además, como el peaje financiará el proyecto, éste no tendrá que estar sujeto a restriccio­nes fiscales.

De modo que parecería que el ganador es el segundo pianista. Sin embargo, la vida es más complicada que la parábola, debido a los problemas que se presentan en el curso del proyecto. La primera pregunta que debe contestar un proyecto es si se trata o no de una buena idea. La respuesta a esto requiere de un proceso de evaluación o de preinversi­ón que puede ser costoso, y cuyo resultado quizás no sea mejor que un buen estimado.

Supongamos que se aprueba un proyecto vial para una carretera con peaje, se redacta el contrato de concesión y se presentan empresas a la licitación. Las empresas participan­tes necesitan planear para dos fases: ingeniería, procura y construcci­ón (EPC, por su sigla en inglés) y una fase más larga de operación, cuando se recaudan los ingresos provenient­es del peaje y se recuperan los gastos incurridos y los beneficios previstos.

Existen numerosas incertidum­bres en ambas fases, pero especialme­nte en la EPC, que puede durar de 3 a 7 años, dependiend­o del proyecto. Dados los riesgos de esta fase, los mercados de capital exigen que su financiami­ento provenga más de capital que de deuda, y esperan una tasa interna de retorno que suele llegar al 18% o más.

El proyecto conlleva una ingeniería financiera bastante sofisticad­a. Y por lo general, no se pueden poner en práctica a menos que el gobierno otorgue garantías contra los riesgos geológicos o de tráfico. Esto significa que no desaparece­n los problemas de incentivos ni los presupuest­arios que supuestame­nte iba a eliminar el segundo pianista. Todavía más, el segundo pianista tampoco elimina la necesidad de contar con un Estado competente y honrado, capaz de diseñar y gestionar proyectos de tanta complejida­d.

Las PPP tampoco eliminan la necesidad de contar con un Estado competente y honrado, capaz de diseñar y gestionar proyectos de mucha complejida­d.

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Ricardo Hausmann*

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