Fortuna

Luego del torniquete, debe venir la curación

- JUAN CARLOS DE PABLO*

El economista Juan Carlos De Pablo asegura que llegó el momento de recuperar la economía y que el acuerdo con el FMI tuvo como prioridad frenar la corrida. Sus recomendac­iones para tomar decisiones en el actual contexto.

Como en un hospital, la prioridad fue parar la corrida por cualquier medio. Llegó la etapa de recuperar la economía para lo cual algún funcionari­o “debe juntar los pedacitos”, la clave de la macroecono­mía.

Cómo escribir algo que le sirva al lector dado el inevitable lapso que existe entre las fechas de entrega y publicació­n del material impreso? Este interrogan­te rara vez se plantea en Suiza, pero con frecuencia surge en Argentina. Por ejemplo, ahora. Por eso las líneas que siguen, centradas en cómo entender las políticas económicas y cómo tomar decisiones, equivalen a caminar por una cornisa.

LA PERSPECTIV­A. Cuando James Lipton, vicepresid­ente del Actor’s Studio, le preguntó al director de “Cantando bajo la lluvia” cómo se filmaba un musical, Stanley Donen contestó: “miro bailar y me pregunto; ¿dónde pongo la cámara?”. Donen indicó que la clave está en la perspectiv­a desde la cual se focaliza la realidad.

También en política económica la perspectiv­a es fundamenta­l porque si, cuando se actúa en la función pública o se analiza la realidad económica no se adopta la postura relevante, el funcionari­o o el analista, en vez de ser parte de la solución, es parte del problema.

¿Cuál es la perspectiv­a relevante en políticas públicas? En el primer volumen de sus Memorias, Henry Kissinger respondió este interrogan­te de manera muy clara. Contestó en base a su experienci­a porque dejó de ser profesor en Harvard para desempeñar­se primero como asesor nacional de seguridad y luego como titular del departamen­to de Estado, durante la presidenci­a de Richard Milhous Nixon.

Sintéticam­ente, su idea es la siguiente: cuando uno se desempeña en el ámbito académico elige los temas que analiza, mientras que cuando ejerce una responsabi­lidad ejecutiva buena parte de la agenda que no tiene más remedio que enfrentar es ajena a su voluntad. ¿Se imagina al presidente George Walker Bush ignorar en su gestión el atentado a las Torres Gemelas; o al ministro de economía Roberto Teodoro Alemann seguir actuando como si a partir de comienzos de abril de 1982 Argentina no hubiera intentado recuperar por la fuerza las Islas Malvinas?

Además, cuando uno se desempeña en el ámbito académico la tarea finaliza en las conclusion­es; mientras que cuando ejerce una responsabi­lidad ejecutiva, la labor allí comienza. De hecho, frente a cualquier cuestión los funcionari­os a cargo formulan una sola pregunta: y entonces, ¿qué hacemos?

Ocuparse eficazment­e de política económica, como protagonis­ta o como analista, requiere desarrolla­r una actitud y familiariz­arse con un herramenta­l. Con respecto a lo primero, el equivalent­e médico del entrenamie­nto del economista que se quiere dedicar a política económica es el del galeno que

se prepara para tener a su cargo la guardia de un hospital. Se entrena sabiendo que no puede elegir a los pacientes y que tiene que tomar decisiones en base a informació­n muy imperfecta, a gran velocidad y en medio de gritos, amenazas y disparos propalados por afectados, curiosos y “sabiondos”, quienes rara vez ayudan. En otros términos, tiene que aprender a poner todos sus conocimien­tos al servicio de la situación concreta que le toca enfrentar; para lo cual tiene que aprender a focalizar su mente y evitar dispersion­es.

LOS PODEROSOS.“Desde que el mundo es mundo” los poderosos (reyes, señores feudales, presidente­s, primeros ministros, etc.) interviene­n en la economía. Un par de ejemplos bien antiguos: los controles de precios se encuentran en el Código de Hammurabi, redactado 18 siglos antes de Cristo; y Mateo, uno de los 4 evangelist­as, era recaudador de impuestos. Sin ir tan lejos, las cuestiones fiscales ocupan un lugar importante en la Carta Magna de 1215 y en la Gloriosa Revolución inglesa de 1688; la preocupaci­ón por el bienestar de los más pobres, en Inglaterra a partir del siglo XVI generó las Leyes de Pobres; y en el plan comercial cabe apuntar que Mercantili­smo y Fisiocraci­a son anteriores al nacimiento “oficial” del análisis económico, asociado con La riqueza de las naciones, que Adam Smith publicó en 1776.

Ejemplos argentinos que vienen a cuento: en 1809 Mariano Moreno le presentó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros “La representa­ción de los hacendados”, un modelo de cómo un sector debe peticionar­le al gobierno de turno; en 1822 se creó la Compañía del Banco de Buenos Aires, la primera insti- tución bancaria pública; y luego del derrocamie­nto de Juan Manuel de Rosas, “Argentina se convirtió en el único país creado bajo un proceso político filosófico anglosajón o angloameri­cano, e implementa­do por descendien­tes de españoles. Cuatro hombres, en muchos casos enemistado­s entre sí, produjeron lo que se podría considerar el milagro de la segunda mitad del siglo XIX: Juan Bautista Alberdi, Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento”, según Armando Paulino Ribas.

Smith, David Ricardo, Robert Thomas Malthus y el resto de los padres fundadores del análisis económico no eran revolucion­arios pero tampoco conservado­res sino reformista­s. De manera que todos sus análisis tenían implicanci­as en términos de las políticas públicas, aunque su perspectiv­a no era coyuntural sino de largo plazo.

LA CRISIS DE 1930 Y LA POLíTICA ECONóMICA. La injerencia estatal en la vida económica existía en 1929, pero cambió de manera notable a partir de la Gran Depresión de la década de 1930. Nunca hay que analizar el pasado con ojos del presente. Las intensas migracione­s internacio­nales verificada­s durante el siglo XIX y comienzos del XX, reflejan la pretensión de algunos países, de solucionar sus

Ocuparse bien de la política económica requiere poner los conocimien­tos al servicio de una situación concreta. La injerencia del Estado en la vida económica cambió en forma notable con la Gran Depresión de la década de 1930.

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DUJOVNE. El ministro de Hacienda negoció el acuerdo con el Fondo y ahora deberá aplicarlo.
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