A pasar el invierno y esperar la cosecha
Con los dólares del FMI, el Gobierno confía en volver a tener el timón de la economía. Qué pasará con la tasa de inflación, el consumo y el crecimiento. Y de cuánto será, en realidad, el ajuste fiscal, según Eduardo Fracchia.
Si el poder adquisitivo de los trabajadores cae fuerte, se pueden complicar las elecciones de 2019 para el oficialismo.
Con los dólares del FMI, el Gobierno confía en volver a tener el timón de la economía. Qué pasará con la tasa de inflación, el consumo y el crecimiento. Y de cuánto será, en realidad, el ajuste fiscal.
El panorama actual es complejo aunque está lejos del 2001. En aquel entonces la convertibilidad estaba muy amenazada y no había apoyo del FMI, además de la bajísima gobernabilidad existente.
El gradualismo fue una estrategia inteligente y arriesgada. No dejó del todo conforme a los mercados aunque si a parte de la sociedad. La vulnerabilidad del financiamiento externo fue crucial para aplicar el Plan B, que significó ir al Fondo. Elisa Carrió comprendió la fragilidad de la situación. El contexto asustó al gobierno y por eso se acudió al Fondo asumiendo los costos políticos de su rechazo (al 80% de la población el FMI le cae mal).
Lo ocurrido no fue un cisne negro, era un tema anunciado tras la suba de las tasas de la Reserva Federal, y pareciera que sorprendió al gobierno confiado en obtener recursos en el mercado. Según el análisis del Fondo en su informe de diciembre pasado, el dólar estaba atrasado. Mantener el dólar cercano a los 20 pesos sin dejarlo correr fue un error del Central, dadas las devaluaciones de otros países.
Aunque se trata claramente de una corrida, se dio en un momento donde el Central contaba con muchas reservas. No obstante, durante el mes de mayo, el Central perdió 6.500 millones de dólares pese a la fuerte devaluación.
El atesoramiento de dólares fue un preámbulo de la corrida cambiaria. El dólar, que se preveía bajo durante la administración Macri, buscó hasta el 18 de junio un nivel superior al de la Convertibilidad y esto sorprendió a los analistas con una devaluación importante que, salvo Brasil, casi nadie tuvo.
El acuerdo con el FMI aporta so-
bre todo para auxiliar la balanza de pagos en el contexto de un déficit de cuenta corriente muy importante. El déficit por cuenta corriente es peligroso en 5 puntos del PIB. Podría corregirse parcialmente con un dólar más cercano a los 30 pesos. Los recursos del Fondo, en principio, no se usarán en su totalidad sino que constituyen una base de confianza a partir de la cual el Gobierno puede buscar otros aportes.
Las reservas de libre disponibilidad son las que hay que monitorear junto con las totales. El Gobierno quiero purificar ese stock sacando activos espurios que introdujo el kirchnerismo en el balance del BCRA. La volatilidad del contexto financiero internacional actual no debería afectar en gran medida a la economía local, en parte porque el sistema financiero doméstico es pequeño.
La cuestión de las Lebacs es un tema que se subestimó y ahora surge en la agenda desactivar esta bomba por el peso de los intereses que acumulan. De ahora en adelante, el Poder ejecutivo no se financiará más con el BCRA (no hay “maquini- ta”). Esto es un cambio estructural que se puede reafirmar con el ajuste de la Carta Orgánica.
Respecto de las nuevas metas fiscales pautadas con el Fondo, es importante preguntarse el impacto a nivel país. Por otra parte, ¿el ajuste fiscal va a influir en las provincias? ¿En qué magnitud?
Hay que ver como el Fondo percibe el enfoque hacia gastos sociales universales. En la propuesta del FMI quizás se cuestiona a los mismos procurando una aproximación más focalizada del gasto social, que no se ha querido recortar.
En gastos de salud y educación existe una superposición entre Nación y provincias que habrá que aclarar. Las provincias sentirán el ajuste y hay que reprogramar la relación con los gobernadores hecha en el acuerdo fiscal de fin del año pasado.
Por otra parte, la devaluación puede incrementar el déficit fiscal dada cierta indexación del gasto con el dólar. No se habla de reforma laboral en el acuerdo con el Fondo. El problema del trabajo es un aspecto clave que debe resolver el gobierno. Atados al molde de los 40, el peronismo no quiere revisar el modelo sindical. La tensión está presente y el paro de la CGT se dio en parte porque el gobierno no cedió en casi nada de las peticiones.
La dinámica futura del salario real es fundamental. Si el poder adquisitivo de los trabajadores cae fuerte, se pueden complicar las elecciones por el descenso del consumo.
En cuanto a las nuevas metas de inflación, bajar la inflación en el 2019 a 17% no será fácil. Los pronósticos macroeconómicos a mediano plazo son muy difíciles durante de la corrida.
Se abren varios escenarios que se irán decantando hacia cierto consenso en agosto. Por ahora, los datos del REM son razonables para 2018 y 2019 pero hay dispersión entre los encuestados. En materia de política, estamos ante un peronis- mo más agresivo que olfatea poder y mayor debilidad en el PRO. El kirchnerismo hace bien manteniéndose con bajo perfil. Su menor visibilidad le suma puntos. Para CFK la realidad actual es un paraíso: el Fondo en medio de la escena y una recesión en puertas.
En el justicialismo no surgen aún liderazgos claros. La situación es similar a lo que ocurre en Brasil con gran dispersión de candidatos. El radicalismo aún conserva un protagonismo importante en el gobierno puesto que en el Congreso posee el 50% de las bancas de Cambiemos. Debe buscar como influir más en las decisiones.
Ante un desgaste político del presidente Macri, un plan alternativo para que el oficialismo llegue mejor a las PASO podría ser pensar en el reemplazo de Macri por María Eugenia Vidal. El Fondo del Conurbano será recortado con un ajuste serio a la obra pública y la gobernadora lo sentirá con menor apoyo popular.
De acuerdo con la consultora Isonomía, la imagen positiva menos la negativa da cero para el conjunto de los principales políticos. Este indicador bajó mucho en el último tiempo, lo cual expresa la menor credibilidad en la clase gobernante.
En resumen, el estancamiento actual es fruto de la subida del dólar y de la tasa de interés en una primera ronda. Con el apretón fiscal (obras públicas, provincias y menor sueldo real a empleados públicos) se puede profundizar el ciclo macro adverso. Este período de recesión corta una buena racha de 7 trimestres de crecimiento.
Se especula que el crecimiento volverá en 2019 de forma moderada, esperando una buena cosecha y muñeca en la gestión. Pareciera que esta administración es una suerte de transición después de un gobierno que dejó una herencia muy distorsiva.
La vulnerabilidad del financiamiento externo fue crucial para aplicar el Plan B, que significó ir al Fondo.