Rosendo Fraga
La “antipolítica” seduce en América latina.
El triunfo que las encuestas anticipan de Andrés Manuel López Obrador en México representa un hito fundamental en un proceso de ocho elecciones presidenciales que tienen lugar en América latina a lo largo de 2018.
Hubo una en América Central. En Costa Rica, se impuso un candidato de centro-izquierda moderada. En Chile, ganó las presidenciales el centro-derecha y lo mismo sucedió en Paraguay y Colombia, que es el tercer electorado de América latina.
Hasta acá, sobre cuatro elecciones presidenciales, el centroderecha había ganado cuatro de ellas, confirmándose hasta ese momento el giro de la región en esa dirección político ideológica, que se inició a fines de 2015, con el triunfo de Mauricio Macri en Argentina.
Al mismo tiempo, tuvieron lugar elecciones para elegir presidente en dos países de la región con régimen totalitario: en Cuba fue electo el número tres del régimen, en una elección con partido único, y en Venezuela también hubo reelección, sin que pudiera votar gran parte de la oposición.
Pero las dos elecciones más importantes de la región fueron el 1° de julio en México y serán el 7 de octubre en Brasil. Estos dos países tienen los electorados más grandes, los que sumados superan el 60% de los votos totales de América latina.
Por su relevancia, definen el rumbo político ideológico de la región en los próximos años. Cabe señalar que México tiene periodo presiden- cial de seis años y Brasil de cuatro, y la coincidencia de ambas el mismo año, tiene lugar cada doce años.
Es así como ocho de los veinte países latinoamericanos, que representan más del 70% del electorado, eligen presidente este año.
Cuando esta columna fue escrita, el jueves 28 de junio, todas las encuestas preveían un rotundo triunfo de López Obrador. Si esos sondeos se verifican, la victoria del candidato populista en México tendrá un profundo impacto en la política mexicana, el que se proyecta al resto de la región. López Obrador ya fue derrotado en elecciones previas. En esos comicios —como ahora también— había sido la opción populista frente a candidatos que con matices han apoyado políticas de apertura al comercio y la inversión, ya sean del PAN (centroderecha) o el PRI (partido populista que en las últimas décadas giró hacia el pragmatismo).
López Obrador ha sido crítico de la apertura comercial que implicó el NAFTA, de la inversión extranjera y de los “privilegios” del empresariado mexicano. Pese a que en el mes previo a la elección tuvo contacto con algunos de los empresarios más importantes a los que había criticado sistemáticamente, como Carlos Slim, ha seguido cuestionando la inversión extranjera en la industria petrolera.
Su actitud frente a los Estados Unidos de Donald Trump y su política migratoria es muy crítica. La relación con Washington será conflictiva y la
López Obrador representa a la “antipolítica”, frente a las fuerzas políticas tradicionales. También en Brasil, la “antipolítica” está muy fuerte.
renegociación del NAFTA se torna incierta.
Un “giro al pragmatismo” de AMLO (se lo suele llamar con sus iniciales) es la esperanza de algunos, pero no es lo más probable que ocurra. Que haya llevado un candidato a vicepresidente evangélico es visto por algunos como una evidencia de que está dispuesto a gestar nuevas alianzas, pero ello no está claro.
Es el candidato menos favorable a los intereses de EEUU. Pero Trump sólo está obsesionado con construir el muro y confrontar con López Obrador durante la campaña electoral para sus elecciones de medio mandato, que de hecho ha iniciado con su postura radicalizada en el tema migratorio, lo cual le puede resultar útil.
Sin embargo, López Obrador también representa la “antipolítica” frente a las fuerzas políticas tradicionales y sus candidatos. México no tiene segunda vuelta y AMLO enfrentó al candidato de centroderecha (Anaya) —fue aliado al PRD, un partido de izquierda moderada— y el del PRI (Meade), que era el candidato oficialista.
El partido de López Obrador se denomina MORENA y es una escisión del PRD, a su vez escindido del PRI. Esta fuerza política ha gobernado el país durante un siglo, con la excepción de los doce años (2000-2012) en los que gobernó el PAN.
AMLO cuestiona tanto a la elite empresarial como a la dirigencia política mexicana. Desde esta perspectiva, López Obrador representa el rechazo a la política tradicional, muy desgastada por la corrupción y la falta de respuesta frente a la creciente inseguridad, en gran medida provocada por el narcotráfico, aunque el candidato ganador no tiene una posición clara en esta conflictiva cuestión.
Pero la orientación definitiva de América latina en lo político ideológico la dará el resultado de la elección presidencial brasileña. En junio, los sondeos seguían mostrando que, si hoy se votará, Lula, pese a estar en prisión, sería el candidato más votado en primera vuelta con aproximadamente el 35% de los votos, imponiéndose en la segunda contra cualquiera de los otros candidatos. Pero la justicia ha vuelto a rechazar otro pedido de excarcelación del ex presidente.
Sin Lula, está primero en los sondeos Jair Bolsonaro, un ex capitán paracaidista que hace campaña diciendo todo lo políticamente incorrecto: ataca a los gays, subestima a las mujeres, asegura que los afrobrasileños son poco afectos al trabajo y reivindica al gobierno militar. Dice que aplicará la “mano dura” a los empresarios y políticos corruptos y a los delincuentes. Si se votara hoy, competiría en la segunda vuelta contra Marina Silva, una ecologista afrobrasileña, que fue ministra de Medio Ambiente de Lula en su primer período. Ambos, representan la antipolítica (exacerbada por el deterioro generado a la elite política y empresaria por el “Lava Jato”). El empresariado y los partidos tradicionales impulsan al gobernador de Sao Pablo (Geraldo Alckmin); compite también un populista moderado (Ciro Gómes), pero por ahora ninguno está llegando a la segunda vuelta.
En conclusión: durante 2018 hay ocho elecciones presidenciales en la región, pero son las de Colombia, México y Brasil las que definen la orientación político ideológica de la región. Ahora, solo resta esperar a Brasil.
Este año hay ocho elecciones en América latina, cuya orientación política ideológica está siendo definida por los electorados de Colombia, México y Brasil.