Juan José Llach
La economía global crece pese a las amenazas.
El FMI presentó proyecciones algo más optimistas del crecimiento global en 2018 y 2019. Los países desarrollados crecerían 2,5% este año, un nivel que no se ha visto desde 2010.
Con marcadas mejoras de China, pero también de América Latina, los países emergentes crecerían en 2019 un 5,1%. La Argentina salió mal en el reparto y el FMI bajó su pronóstico para este año del 2,5% al 2,0%, aunque lo subió al 3,2% para 2019.
Una pregunta relevante en este momento es hasta qué punto afectarán el crecimiento de los países emergentes las ascendentes tasas de interés de EE.UU. Con altibajos, las tasas de inflación estadounidense están superando el límite del 2,0% que guía a la Reserva Federal. La tasa de desempleo en abril perforó el piso del 4%, ubicándose en 3,9%, lo que casi asegura dos incrementos más de la tasa de interés en 2018. Pero, contra lo que se cree, de allí no se sigue automáticamente a que aumenten el dólar y los rendimientos de los bonos del tesoro y que bajen los commodities. Para que semejante “tormenta perfecta” se concrete debería subir el déficit fiscal de EEUU y, al mismo tiempo, caer las expectativas de inflación. El aumento del déficit es probable y, entonces, la mayor emisión de bonos del Tesoro bajará su precio y aumentará su rendimiento.
Menos probable es una baja de la inflación en EE.UU. por el sesgo expansivo de la política fiscal y por la cercanía al pleno empleo. En este escenario puede darse algo similar a lo ocurrido entre 2004 y 2008: Greenspan aumentando frenéticamente la tasa de la FED, los rendimientos de los bonos creciendo también, lo mismo que la inflación que llegó a cerca del 4%, el dólar desvalorizándose a niveles record y las commodities, inclusive el oro, firmísimos.
Lo más probable es que esto ocurrió porque, al mismo tiempo que el Tesoro presionaba al mercado emitiendo bonos, el público se cubría de la mayor inflación del dólar comprando otras monedas o commodities, incluyendo por cierto al oro.
La antedicha “tormenta perfecta” se pronosticó también cuando fue electo el presidente Trump, y no ocurrió. El dólar vale menos y las commodities más que en noviembre de 2016, a pesar de que los rendimientos de los bonos subieron ya 111 puntos, acercándose y aun tocando el valor casi cabalístico de 3%. Esta afirmación no impide tomar nota de que, en el último mes, el dólar se apreció, algunas commodities cedieron, subió el riesgo emergente y bajaron las bolsas de estos países.
Habrá que acostumbrarse a estos escenarios volátiles, pero nuestra impresión es que prevalecerá uno más parecido al de 2004-2008, pero sin sus desmesuras ni su dramático final.
Habrá que acostumbrarse a escenarios económicos volátiles, aunque nuestra impresión es que prevalecerá uno más parecido al de 2004-2008 pero sin desmesuras ni su dramático final.